Las campañas políticas en México parecen no evolucionar en cuanto al posicionamiento de candidatos; la imagen que reflejan distintos aspirantes en sus actos de campañas está completamente rebasada. Ya no satisface.
En Sinaloa, al igual que en muchas otras entidades, las campañas locales han tenido poco impacto entre el electorado, se mantiene atadas a las campañas presidenciales, ya que son estas las que realmente dominan el ambiente.
Excepto Mario Zamora, candidato al senado y Aarón Rivas, candidato a diputado federal por el quinto distrito, los dos de la coalición Todos por México, son muy pocos los que no han tenido problemas para penetrar en el ánimo de los electores.
A escasos 74 días de la elección, se observan algunos aspirantes sin gracia ni contenido; se tiene la percepción de que varios de ellos, han sido engordados como a los cachorros: con suplementos dañinos que ofertan como si fueran saludables y hasta les atribuyen fórmulas especiales.
Nos los ofrecen como lo mejor, se empeñan tanto en venderlos que les han fabricado campañas de marketing bien estructuradas y costosas; pero al quitarles la envoltura, resaltan sus defectos; su poca consistencia y su mala calidad reflejan que no sirven, que no tienen propiedades por si solos, que resultan demasiado dañinos.
Por otro lado, en la reina de todas las campañas, las propuestas ya están en el aire: hay candidatos que hacen planteamientos serios, objetivos, asequibles y factibles, que podrían llevar a mejor rumbo a la nación.
Hay otros que proponen de manera irresponsable; formulan anuncios y promesas que en el contexto actual resultan, en la mayoría de los casos, de imposible cumplimiento o, por lo menos, de dudosa viabilidad.
También existen quienes trazan objetivos ilusorios, como el de eliminar definitivamente la corrupción en menos de seis años, repartir miles de millones de pesos, dispensar pecados, entre otras muchas barbaridades; ofertas que ilusionan y encandilan al pueblo más necesitado. Se sienten redentores y ganan mucha popularidad al denunciar de manera constante los males que supuestamente encarnan las clases de privilegio.
En mi opinión. Los candidatos a la presidencia de la República deberían abandonar esa pésima costumbre de prometer el paraíso y eliminar la pobreza a corto plazo; esa clase de "anzuelos" electorales solo engañan y lastiman; es inconciliable con el nivel mínimo de seriedad que se le pide a quien aspira a gobernar una nación.
El día primero de Julio próximo se elegirán los más 3 mil 400 cargos en disputa, según el INE. Este proceso será el mercado electoral más grande de la historia de México, donde nosotros, alrededor de 89 millones mexicanos inscritos en el listado nominal, seremos los principales consumidores.
Al hablar de consumidores, es importante hacer referencia a lo escrito por el Sr. Federico Arreola en SDP noticias, en su columna del día jueves 12 de abril pasado, que dijo:
“¿Qué prefiere el consumidor, una hamburguesa con tocino ahumado o ensalada? ¿Papas fritas o sopa de verdura? Respuesta: los alimentos que menos benefician a la gente, los que más engordan, los que enferman”.
“Así como la comida chatarra se vende mucho más que la comida saludable, los candidatos basura son infinitamente más populares que los candidatos serios y con ideas, propuestas, proyectos.”
Usted y yo tendremos la última palabra.