Se despide Víctor Trujillo, con su personaje de “Brozo”, de otro espacio mediático. Desde su salida de Televisa, el otrora cómico no ha logrado posicionar su añejo proyecto de “informativo chacotero”, ya obsoleto en esta época de youtubers y podcasts, en el gusto de las nuevas generaciones.
Más que censura, o “momentos grises” de la radio y otros medios masivos para personajes como Trujillo y muchos otros, lo que mata a estos proyectos es la indiferencia del público ante estos espacios de la comentocracia que, a estas alturas, poco o nada entusiasman a la gente.
Si desde hace más de una década, en la época de efervescencia de los blogs, ya advertíamos del disgusto que causaba entre la comentócratas por la llamada “comunicación a dos vías”, hoy en día cuando un youtuber grabando desde su recámara obtiene millones de vistas interactuando directamente con sus fans, es cuando el lugar de estas “vacas sagradas” de los medios ya no está asegurado como antes.
Trujillo hace décadas que dejó de ser gracioso. Su basura televisiva, en donde utilizaba a las mujeres como objetos sexuales decorativos, difícilmente será aceptado por nuevas generaciones y pocas personas gustarán de ser llamados “perrada” y “masa corriente” por un payaso chocante y antipático.
Quizás lo conveniente para Víctor Trujillo y otros de sus contemporáneos (la mayoría de ellos hombres en su quinta o sexta década de vida) es retirarse a disfrutar de los millones que ganaron durante la época dorada de los medios tradicionales y la publicidad oficial. Lo que venden, cada vez interesa menos a las audiencias. El colapso de la comentocracia es ya una realidad.