Las autoridades del estado de México le han retirado la patente de notario al abogado Horacio Aguilar Álvarez, desprovisto ahora del respaldo del que gozó en un pasado por demás cercano, tanto de las administraciones nacionales del Partido Acción Nacional, como de la Diócesis de la Ciudad de México, así como de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia.

Decisión que, ha tomarse en cuenta, se implementa en medio de un curioso escenario de la vida nacional; dado que personajes destacados en la vida política del país durante la gestión de Enrique Peña Nieto se perfilan a enfrentar cargos ante la justicia.

Pareciera que, no sólo el gobernador del estado de México se apresta a realizar ritos sacrificiales que le permitan acercarse a la actual esfera del poder nacional; sino que, incluso, un prominente ex dirigente de dicha formación político, insta a sus correligionarios a alejarse de “una derecha rancia y golpista”.

Ausente ahora el “gran manto protector”, el mismo que al parecer, no sería en realidad el de “Nuestra Señora”, sino el del Cardenal Emérito, habremos de enfrentarnos irremisiblemente a la interrogante obligada:

¿Qué fue del poder espiritual en México entrelazado con el político y el de los grandes circuitos financieros al menos desde los días en que se aprobó la reforma en materia religiosa implementada por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari?

La actitud titubeante de la Santa Sede en torno al grave tópico de la pederastia eclesial, conduce a la “Iglesia Universal” a una situación de colapso institucional, al menos al decir de Alberto Athié y José Barba Martín, reflejándose ello en la bancarrota, no sólo en el aspecto financiero, por el que dicha institución atraviesa hoy por hoy en nuestro país.

La prensa encargada de cubrir los sucesos vaticanos en el pasado, calificarían las actitudes ambiguas de Paulo VI en relación a la implementación de las conclusiones del Concilio con una pintoresca frase: “la danza del Papá”, en los días que corren, otra danza del Papa ha dejado en vilo al hombre que iniciaría a descollar en la vida pública del país, inventando de la nada una supuesta guerrilla liderada por padre Gonzalo Hayo del Salto en el poblado de Azumbilla.

El periodista Gianluigi Nuzzi, por lo demás, habría advertido el pasado mes de noviembre que el quebranto financiero no se circunscribe a la Iglesia en México, sino que abarca en realidad al total de las finanzas del Banco del Vaticano, con una contundencia contable mucho más clara que la que se manifestara en la célebre y ya lejana crisis del Banco Ambrosiano , desatada durante la sucesión del Papa Paulo VI.

En la ocasión referida, el cuerpo sin vida de Roberto Calvi, “El Banquero de Dios”, amaneció un día colgado de un puente de la Ciudad de Londres.

En fechas mucho más recientes, en el otoño del año dos mil dieciocho, la residencia del Cardenal Emérito de la Ciudad de México sufriría un atentado que no ha sido debidamente esclarecido hasta los días que corre; en tanto que, en el momento presente, el poder religioso que durante décadas encarnarían personajes como Marcial Maciel, Onésimo Cepeda, Antonio Chedraui de desploma dejando al descubierto las pifias de la referida reforma, llevando en su debacle al sacrificio público del “Notario de Dios”.