A mi me enseñaron que la lealtad es de dos vías de abajo hacia arriba y de de arriba hacia abajo. Significa que los subordinados le deben lealtad a su jefe pero también, que los jefes le deben lealtad a sus subordinados. Les comparto, lo que sucedió hace muchos años con dos egresados del Colegio Militar, que fuera creado desde 1822 por Iturbide para formar mexicanos en la carrera de las armas. La anécdota se refiere a los generales Carlos Fuero Unda, Severo del Castillo, Sostenes Rocha, Mariano Escobedo y Miguel Miramón, todos ellos combatientes en la guerra de reforma, unos a favor de los liberales con Juárez, otros a favor de los conservadores que tan criticados han sido recientemente, por quienes poco o nada o a penas – sí, con mucha pena – algunos mexicanos desconocen otros conocen o pretenden conocer de la história Patria de México.

La primera involucra al General Miguel Miramón, conservador, quien formara parte de la delegación que ofreció el gobierno de México a Maximiliano en el castillo de Miramar. Y por el otro lado, el General liberal Mariano Escobedo, bajo las órdenes del presidente Benito Juárez. Ambos generales Miramón y Escobedo, habían sido compañeros, cuando estudiantes en el Colegio Militar en el edificio que ocupara la Santa Inquisión, por la plaza de Santo Domingo y que después, ocupara la escuela de Medicina de la UNAM. Durante las diversas batallas que se llevaron a cabo en la guerra de Reforma, en una de ellas, el General Miramón hizo prisionero al General Mariano Escobedo y habiendo sido condenado a muerte el General Mariano Escobedo, estuvo bajo la custodia y responsabilidad del General Miramón. Conociendo la valentía de Escobedo, el General Miramón, visitó en su celda al General Mariano Escobedo – ahí, le dijo – que le reconocía su valentía, honorabilidad, servicios y utilidad para la Patria, que en virtud de que al día siguiente sería fusilado, le informaba que a las cuatro de la madrugada el centinela de su celda se iba a quedar dormido con las llaves a su alcance, que las tomara y saliera, afuera tendría un caballo fresco para dárse a la fuga. A las cuatro de la madrugada el General Mariano Escobedo salió de su celda montó el caballo y, huyó salvando de esa manera su vida. Pasado el tiempo, al perder la guerra los conservadores en Querétaro y, cuando Maximiliano entrega su espada como símbolo de rendición al General Mariano Escobedo Maximiliano y su Estado Mayor es juzgado y entre ellos el General Miramón son sentenciados a muerte junto con Maximiliano, entonces el General Mariano Escobedo, recordando la deuda de honor que tenía con el General Miramón fue a visitarlo a su celda y le ofreció exactamente lo mismo, le dijo que a las cuatro de la madrugada estaría un caballo fresco fuera y el celador se dormiría para que él pudiera huir. El General Miramón le contestó al General Mariano Escobedo, que él había traído a este hombre desde Europa y le había jurado lealtad, por lo que no iba a huir, que el General Mariano Escobedo considerara saldada su deuda de honor y que podría proceder a fusilarlo. Maximiliano le reconoció la lealtad que le ofreció siempre el General Miramón y a la hora del fusilamiento donde estaba programado el lugar de honor al centro, para el emperador Maximiliano, éste le cedió el lugar central de honor al General Miramón en gratitud y prueba de su lealtad y así aparece en las pinturas de la época del fusilamiento de Maximiliano junto con Miramón y Mejía pero en el lugar de honor al centro el General Miramón. Con el paso de los años Miramón, quien por cierto tambien fue presidente de México, fue sepultado en el panteón de San Fernando y en ese mismo panteón también fue sepultado Benito Juárez. La viuda del General Miramón decidió mover de la tumba sus restos, para no estar cerca de Juárez y hoy en el panteón de San Fernando sólo está el monumento vacío.

Otro gesto de lealtad lo protagonizaron el General Severo del Castillo y el general Carlos Fuero Unda, bajo las órdenes del General Sóstenes Rocha, también de la época de la Reforma, durante la lucha de conservadores y liberales. Cuenta la anécdota, que a punto de ser fusilado el General Severo del Castillo, le solicita al comandante en jefe en ese entonces Carlos Fuero Unda, que le permita recibir a su confesor y a su notario, para dejar en orden sus asuntos religiosos y terrrenales antes de ser fusilado. El comandante Carlos Fuero Unda le dice que “para qué” que no hay necesidad de eso, lo que molesta el General Severo del Castillo ante su inminente fusilamiento y el General Carlos Fuero, entonces Capitán, le explica, no hay necesidad de que venga, ni su confesor, ni su notario, porque le autorizaba salir personalmente, para poner en orden sus cosas y que regrese antes del toque de Diana, para ser fusilado. El General Severo del Castillo le preguntó: ¿qué le daba certeza de que regresaría para ser fusilado? El general Carlos Fuero le contestó, “su palabra de honor” y así salió. Más tarde llega el general Sóstenes Rocha y se entera de que el General Severo del Castillo no se encontraba en su celda, va a despertar al entonces Capitán Carlos Fuero y le reclama, por qué no estaba el sentenciado en su celda para ser fusilado a la mañana siguiente. Medio dormido el capitán Carlos Fuero le dijo: El general Severo del Castillo estará aquí antes del toque de Diana y si no llegara, me fusila a mí y asunto concluido. El general Sóstenes Rocha le preguntó, qué le daba la certeza de que el General del Castillo regresaría y Fuero le dijo: porque tiene palabra de honor. Más tarde, antes del toque de Diana el General Severo del Castillo se presentó para ser fusilado, el gesto de honor de los egresados del Heroico Colegio Militar conmovió al general Sóstenes Rocha, suspendió el fusilamiento, le informó al presidente Juárez, a través de su jefe el General Mariano Escobedo y el presidente Juárez le perdonó la vida. Los militares en México están acostumbrados a tener en alto aprecio la palabra y el honor, así lo dice su lema “Por el honor de México”.

Ahora que al General Salvador Cienfuegos le ha sido negado por un juez de los Estados Unidos el derecho a seguir su proceso en libertad, con el estúpido argumento de qué se podría fugar, era la oportunidad del presidente Obrador de ponerse a la altura de un Comandante Supremo de una institución tan noble como las Fuerzas Armadas y demostrar lealtad de arriba hacia abajo, de ponerse a la altura de aquel personaje que admira tanto Don Benito Juárez, y podría interceder ante el presidente de los Estados Unidos e incluso por la institución, ofrecer como aval la palabra de honor del General, para que se le tuvieran consideraciones, no solo al General Cienfuegos como persona, sino a quien fuera Secretario de la Defensa Del ejército Mexicano, como una noble institución. No le estaría pidiendo que lo perdonen, no. Si es que después de las investigaciones resultará culpable, sólo le estaría pidiendo que se considerara el alto honor de un miembro del Ejército Mexicano juzgado por un país extranjero y, eso de ninguna manera comprometería su culpabilidad o inocencia. Los grandes hombres se conocen por las pequeñas decisiones que toman y que resultan trascendentes, para la historia. El General Cienfuegos, es un egresado del H. Colegio Militar, es un hombre de honor y de palabra, fue director del H. Colegio Militar y merece, aún en la desgracia, el reconocimiento y respeto institucional de su Patria, independientemente de las acusaciones y la veracidad de ellas o las calumnias de que fuera objeto. En cualquier caso, del resultado del juicio, México y los mexicanos, debemos mostrar solidaridad con nuestros conciudadanos, repito, no es avalar su conducta, es responder como mexicanos, por un ciudadano destacado, hoy cuestionado por una Nación extranjera, habrá que ver, la procedencia de las acusaciones e investigaciones, porque viniendo de algún testigo protegido, se entiende que que sus declaraciones proceden de algún afectado durante su gestión, que encuentran la oportunidad de venganza.

Tan mexicano es el Chapo como el General, pero la diferencia es que uno encabezó una noble institución y el otro no. México debe responder por todos, bajo la presunción de inocencia y en tanto que no se demuestre su culpa, sin estridencias, sin exageraciónes, es un tema de valores y de identidad y unidad en cuyo caso, dónde queda la solidaridad nacional.

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