La economía estadounidense bajo el gobierno de Donald Trump será tan imprevisible como lo fue su campaña. Economistas, más liberales y más progresistas, han puesto en duda la viabilidad de su plan económico, que prevé múltiples reducciones de ingresos pero pocos aumentos para seguir gastando dinero.

Una de sus promesas es la creación de 25 millones de empleos en los próximos 10 años, una cifra extremadamente optimista y que supera la de los dos mandatos de Bill Clinton, y no olvidemos que la economía occidental no era para nada la misma en esa época. Eso sin contar que la mayoría de promesas de creación de empleos en la carrera presidencial han fallado en las últimas décadas.

Pese a declarar alguna de sus empresas en bancarrota hasta seis veces y a los reportes que apuntan evitar impuestos con artimañas legales, Trump ha presentado la economía como su área fuerte. La idea de empresario de éxito y multimillonario se tradujo en la mayoría de encuestas en una mayor confianza de los estadounidenses en Trump que en Clinton en asuntos económicos.

Su promesa de empleos, se basa en otro compromiso: su estimación de crecimiento económico. “Por cada 1% en el producto interno bruto, la economía suma 1,2 millones de empleos. Incrementar el crecimiento por un 1.5% resultará en 18 millones de empleos si a eso se le suma las proyecciones actuales, alcanzamos los 25 millones”, aseguró el presidente electo en su plan.

Lo que no menciona el plan es que las economías occidentales, que se han basado en servicios y tecnológicas, han moderado sus crecimientos a cifras cercanas al 0%. No es un fenómeno exclusivo de Estados Unidos, es una tendencia que el Fondo Internacional describe como "nuevo mediocre".

Otro de los pilares en la propuesta económica de Trump es una reforma tributaria de alto alcance. Trump quiere simplificar el sistema actual y reducir los rangos de ingresos a tres, en lugar de siete.

Trump propuso bajar de 39.6% a 25% el pago de impuestos de los más acaudalados y de 35% a 15% para las empresas.

También propuso eliminar impuestos como el asignado a la herencia y reducir a la mitad las contribuciones corporativas.

¿Quién sale beneficiado? En la teoría, la mayoría de empresas y ciudadanos de Estados Unidos. El equipo de Trump habla de “reducir los impuestos radicalmente para todo el mundo”. ¿Y nadie sale perjudicado? En la teoría, nadie. En la práctica, los expertos en recaudación dijeron que se preguntan cómo hacerlo económicamente viable si todos acabarían pagando menos. Trump no ha descartado la eliminación de programas gubernamentales.

Además, ha prometido reducir al máximo la abultada deuda nacional, que los economistas solo creen que puede bajarse con recortes en Seguridad Social, Medicare y Medicaid.

El magnate quiere eliminar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), un acuerdo entre Estados Unidos y 11 países bañados por el Pacífico, que aún no ha sido ratificado por el Congreso.

Una de sus grandes propuestas en esta área es renegociar los términos de NAFTA , el acuerdo entre México, Canadá y Estados Unidos. Y si los vecinos no lo aceptan, retirarse del tratado.

“Me saldría del NAFTA en medio segundo”, ha dicho. Sin ir más lejos lo ha definido como "el peor acuerdo comercial que quizá se haya firmado en cualquier lugar, pero sin duda que se haya firmado en este país".

NAFTA ha permitido que diversas empresas estadounidenses puedan internacionalizar los empleos, lo que ha beneficiado sobre todo a industrias como la automotriz, por la mano de obra barata. Esa es precisamente una de las principales críticas del millonario al tratado. La cancelación de NAFTA requiere la aprobación de las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos, ambas en manos de los republicanos.

Los economistas no han desestimado los efectos que podría causar esta movida económica, sobre todo por el nerviosismo e incertidumbre que traería al mercado financiero, afectando la inversión.

Trump también quiere presentar demandas comerciales en contra de China. El millonario ha atacado a Beijing por un "ultrajante robo de propiedad intelectual", el " dumping ilegal" y la "manipulación devastadora de divisas".

Una relación de confrontación con China puede complicar la posición de Estados Unidos en los mercados internacionales, pero Trump en los últimos días de su campaña prometió que tendría "una buena relación con China". Un escenario contradictorio que ha confundido a líderes internacionales y causado una amplia incertidumbre en Asia.

Estados Unidos ha crecido un 2.9% en el último año. En octubre la economía estadounidense creó 161,000 empleos y el desempleo está en el 4.9%.

Antes de la elección un grupo de 19 premios Nobel de economía se opusieron a la candidatura de Trump y describieron su agenda económica como “incoherente” y un riesgo para “la situación de Estados Unidos”.

"Sus amenazas imprudentes de comenzar guerras comerciales con nuestros mayores socios, sus planes para deportar a millones de inmigrantes, sus infundadas ideas de recorte impositivo de billones de dólares, su informal sugerencia de que los Estados Unidos puede amenazar con el no pago de su deuda para renegociar con nuestros acreedores como si los bonos del Tesoro fueran títulos basura; cada una de esas propuestas pueden poner en riesgo los cimientos de la prosperidad americana y de la economía global", dijeron.

También Carlos Slim expresó que Estados Unidos importa bienes de consumo de todo el mundo, y "si se empiezan a gravar con 35% se destrozaría la economía americana con una inflación brutal, suponiendo que todo lo que compra subiera 35%, o subiera 15% o 20% son cosas que no se pueden contemplar como reales”.

Pues bien, ya encaminados en el tema de los mitos, varias personas me han preguntado acerca de la mujer que supuestamente ocupó el trono de San Pedro, he aquí la historia.

Si hoy en día, estando informados al segundo e incluso contemplando en directo los hechos que ocurren, existen varias versiones de una misma realidad, qué decir de lo ocurrido siglos atrás. Es difícil separar la realidad del mito o leyenda cuando las fuentes son escasas, confusas o de credibilidad dudosa. Esto es lo que ocurrió con la leyenda de la Papisa Juana, la única mujer que se cuenta que fue Papa, y los posteriores bulos (noticias falsas) que se crearon alrededor suyo.

Hay varias versiones de la leyenda y en diferentes décadas, pero todas sitúan en el siglo IX a Juana en el trono de San Pedro. Al principio no tuvo problema en mantener el engaño pero todo salto por los aires cuando en un viaje a caballo se le rompió la fuente ¡el Papa estaba dando a luz! Del asombro se pasó a la indignación, y de la indignación… a la lapidación.

Algunos creen ver en esta leyenda -porque es una leyenda urbana- una crítica a la degradación y corrupción de la Iglesia de la época que podría haber llegado a nombrar una Papisa para el trono de San Pedro. Y de esta leyenda, nació el bulo: la Iglesia, para que aquella situación no volviese a ocurrir, instauró una prueba que todos los Papas debían superar:

Duos habet et bene pendentes

Cuando eran nombrados debían ocupar un asiento con un agujero por el que, si eran hombres, debían colgar sus genitales y un cardenal debía acreditar visualmente su hombría -otras versiones hablan de que se acreditaba palpando- a la vez que gritaba Duos habet et bene pendentes (tiene dos y le cuelgan bien). Ese asiento con agujero existe, pero no nada tiene que ver con esta historia, es la sedia stercoraria, (silla de los excrementos, donde los Papas se sentaba a… leer el periódico). A la difusión de este bulo, y de la leyenda anterior, contribuyeron obras de arte como en la que se representa la prueba a la que fue sometido el Papa Inocencio X en la que un joven monje palpa, a través de un agujero lateral, la existencia de genitales o varias que inmortalizaron el parto de la Papisa Juana.

Otra cosa, bien distinta, es lo ocurrido en el período comprendido entre el nombramiento de Sergio III en 904 y la muerte de Juan XII en 964, conocido como Saeculum Obscurum (Edad Oscura) o Pornocracia tal como recogió en sus Anales Eclesiásticos el cardenal e historiador del siglo XVI Cesare Baronio. Durante este período los Papas estuvieron bajo la influencia de dos prostitutas: Teodora y Mazoria, madre e hija.

Tras la muerte de León V, apoyado por la familia Spoleto y por su primo Teofilacto, senador y magister militum de Roma, se eligió Papa a Sergio III en 904. Como recompensa, Teofilacto fue nombrado vestararius (el que controlaba las finanzas) y más tarde cónsul. Su esposa Teodora, nombrada senatrix de Roma, también apoyó al nuevo Papa… pero desde la cama, donde le ayudaba a tomar las decisiones más importantes.

Con 15 años, y siguiendo los pasos de la madre, Mazoria también pasó por la cama del mismo Papa con el que incluso llegó a tener un hijo, Juan. Tras la muerte de Sergio III, Teodora nombraría a los tres siguientes Papas: Anastatius III (911-913), Lando (murió después de 6 meses) y a Juan X en 914. Dos años más tarde fallecía Teodora y Mazoria tomaba el relevo.

Además de Juan, Mazoria tuvo otro hijo, Alberico II, con su primer marido Alberico I de los Spoleto. Las discrepancias con Juan X llegaron al poco tiempo y utilizando el poder de su segundo marido, Guy de Toscana, lo encarceló y falleció en extrañas circunstancias mientras estaba en prisión.

Igual que hizo su madre, eligió a los tres siguientes Papas: León VI (durante siete meses en 928), Esteban VII (928-931) y a Juan XI (931-935), su propio hijo. Éste, otorgándole el poder absoluto, la nombró senatrix Patricia Romanorum.

Tras el fallecimiento de su segundo marido, Mazoria intentó seguir ganando poder casándose con Hugo, rey de Italia, pero había un problema… su hijo Alberico II lideró la oposición a aquella boda.

Alberico II asumió el título de príncipe y senador de los romanos y gobernó Roma. El día de los esponsales de su madre con el rey Hugo mandó apresarla y la encerró hasta su muerte en 936. El hijo asumió el papel de la madre y continuó eligiendo Papas hasta que en 955 nombró a su propio hijo, y por tanto nieto de Mazoria y bisnieto de Teodora, Juan XII que ocuparía el trono de San Pedro hasta 964.

Referente a estos años, Liutprando, obispo de Cremona, escribía:

Cazando en caballos con arreos de oro, tuvieron banquetes ricos con las bailarinas cuando la caza había terminado, y se retiraron con estas putas desvergonzadas a las camas con sábanas de seda y cubiertas de oro y bordados. Todos los obispos romanos eran casados y sus esposas hicieron vestidos de seda de las vestiduras sagradas.