El magnate inmobiliario Donald Trump se presentó como precandidato del partido Republicano para contender por la Presidencia de los Estados Unidos, cuyas elecciones se celebrarán en Noviembre del próximo año. Con él, suman 12 aspirantes del partido del símbolo del elefante que contienden por la candidatura.

Arrancó su campaña con insultos a México, uno de los principales socios comerciales de su país, al que acusó de enviar ?drogas? y ?violadores? a través de la frontera. Omitió opinar sobre la balanza comercial entre ambos países. Además, prometió que si llega a presidente construirá un muro en la frontera y hará que ?México lo pague?.

El empresario de 68 años, también criticó a la élite política estadounidense afirmando que sólo alguien como él, desligado a la política y sus falsas promesas, es capaz de reorientar el rumbo del país. ?¡Yo devolveré a EE UU su grandeza!? declaró el candidato. Su política internacional se basaría en el garrote.

Las relaciones de México con su poderoso vecino del norte se realizan con gran cautela, sin embargo en esta ocasión el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, saltó al ruedo y respondió públicamente al multimillonario. No sólo tachó sus palabras de "prejuiciosas y absurdas", sino que recordó una verdad que late detrás de la grandeza de Estados Unidos: "Desconoce el señor Trump la aportación de todos los migrantes, de prácticamente todas las naciones del mundo, que han llegado a Estados Unidos para apoyar su desarrollo".

El pasado mes de febrero, cuando el director de cine Alejandro González Iñárritu subió a recoger dos premios Oscar por su película Birdman la valoración de Trump fue: ?Ha sido una gran noche para México, como es habitual en este país. Es todo ridículo?.Su intelecto es tal, que afirmó que aunque no había visto la película no le gustaba. Poco después acusó al sistema judicial mexicano de corrupto y dijo en Twitter que no se deben hacer negocios con México y que ese país está ?saqueando América?.

El magnate, convertido en estrella de reality con ?El Aprendiz?, que se difunde enla cadena televisiva NBC, tenía mínimas posibilidades para obtener la candidatura Republicana para contender por la Presidencia, pero después de su infame discurso se transformaron en nulas y es que además de que su postura privilegia la descalificación y sus argumentos repletos de retórica fiera, difícilmente serán aceptado por una sociedad medianamente inteligente, existen más de 35 millones de votantes de ascendencia latina, a tal grado es su fuerza electoral que incluso las políticas de inmigración para los demás candidatos sin importar siglas partidistas, son una prioridad, pues pueden decidir las primarias en estados claves. Según las tendencias la designación del candidato Republicano estará entre el ex gobernador de Florida Jeb Bush y el Senador por Florida Marco Rubio, ambos con fuertes vínculos con la comunidad latina. El que obtenga la candidatura se enfrentará al candidato Demócrata, que lo más probable será Hillary Clinton, quien intenta presentarse como defensora de las minorías y los estadounidenses de clase media.

La carta de presentación política de Trump es que es millonario, en la época de los bonos chatarras y del desastre de los créditos inmobiliario en los que omite recordar el tuvo su parte de culpa, dejando a un importante sector de la sociedad estadounidense en la ruina, convirtió su apellido en marca, comercializando todo tipo de productos en un país acostumbrado al consumismo. Los insultos con los que se expresa provienen de negocios inmobiliarios frustrados en México, no acostumbrado a perder, desde la seguridad de su fortuna, arremete contra un grupo vulnerable y que muy poco pueden hacer por su defensa y sin derechos: los inmigrantes; esos valientes hombres y mujeres que tienen que salir del país por la carencia de oportunidades buscando una mejor vida para los suyos, ofreciendo su vida a cambio y que han dado tanto por tan poco para el desarrollo y éxito de los Estados Unidos. Cuando un presentador, ante la inverosímil propuesta de Trump de que todos los corporativos norteamericanos deberían sacar sus plantas de producción de México y otros países en vías de desarrollo para llevarlos a su país ?lo cual es inviable solo por los costos que esto les representaría- le preguntó sobre el empresario mexicano Carlos Slim y sus negocios de ese lado de la frontera, en los que además el mexicano es socio mayoritario de algunas empresas donde participa el suspirante del extraño peinado a la candidatura republicana, solo pudo responder sin ocultar su incomodidad, que es el hombre más rico del mundo y que tiene su visa.

El acaudalado hombre de negocios neoyorkino ha estado inmerso en múltiples escándalos financieros además de privados, su conducta refleja su carencia de ideas, demuestra la frivolidad, egoísmo, soledad, odio y narcisismo de su entrono. Es poco entendible los beneficios como persona o empresario que el xenofóbico precandidato estima obtener mediante su bulliyng político, a decir verdad sus palabras son un insulto a la inteligencia, incluso su figura pública se ha convertido en objeto de burla y sinónimo de banalidad entre los principales grupos de opinión. Si como apuntan algunos analistas, lo que pretendía era aumentar su presencia y ego a través de sus incendiarias declaraciones, su estrategia ha sido la equivocada, habiéndose convertido en el villano de la película.

El presentar su candidatura en una atmósfera de hostilidad y discriminación, enfocando su frustración en los inmigrantes mexicanos, sin reflexionar seguramente por desconocimiento geográfico que por México cada año cruzan miles de personas en busca de una mejor vida provenientes de todos los países latinoamericanos, representa ante todo la cobarde visión de un ignorante, acomplejado, pequeño pero ruidoso grupo que apoya la supremacía blanca. En un mundo cada vez mas globalizado, afortunadamente las posturas de odio espantan a la mayoría del electorado, al final las personas de a pie son básicamente justas, habrá unos pocos con problemas de identidad o de las regiones donde la educación aún es insuficiente, que se sientan atraídos por su discurso, pero las nuevas generaciones están más interesadas en construir, competir y triunfar, que en hundirse en el pantano de la frustración, el miedo y el odio.