Este lunes la columna Templo Mayor del diario Reforma cuestiona: “…cuál es el verdadero interés de Andrés Manuel López Obrador por Oaxaca ya que viaja de manera constante a esa entidad. Apenas el fin de semana estuvo ahí para inaugurar carretera…¡de solo 3 kilómetros de longitud!…”

Su contenido pone de manifiesto una tremenda desinformación al ignorar los procesos socioculturales que se generan al dar inicio trabajos de carreteras, sobre todo cuando se trata de comunidades con gran población indígena como Oaxaca.

Son esos pueblos que por muchos años han carecido de la atención prioritaria de sus gobernantes, sin recibir la visita de un presidente de la república porque simplemente el número de sus habitantes es escaso, o no pintan para una magna foto con funcionarios desconocidos por la población que —dicho sea de paso— nunca regresan al lugar.

Eso pasaba en otros sexenios con personajes y gobernantes frívolos, lejanos, incapaces de generar empatía y degustar lo que la comunidad prepara con agradecimiento para quienes les llevan beneficios. Hoy tenemos un presidente que camina —vaya kilometraje el que lleva Andrés Manuel — y repite en su agenda las giras a localidades marginadas de manera constante.

Así lo ha hecho, y como sabemos, fue justo factor determinante para su triunfo. Por congruencia, resulta un acto de corresponsabilidad con quienes le dieron su confianza, regresar las mismas veces que fue a pedir el voto. Si quienes ganan elecciones emularan su ejemplo, probablemente tendríamos mejores gobiernos.

La falta de entendimiento del “Tequio” como una práctica de cooperación comunitaria, hace escribir sin ningún tipo de sensibilidad ni datos serios al encargado de esa columna de Reforma, alguien que no entiende el valor de hacer comunidad, de participar con la mano de obra del propio pueblo para realizar obras de infraestructura. Imposible que lo entienda quien escribe desde el privilegio.

Cinco caminos fueron inaugurados por el presidente López Obrador: San Antonio Sinicahua, Santos Reyes Yucuná, San Andrés Nuxiño, Santa María Tepantlali y Santo Domingo Xagacia, sumando 28.5 kilómetros en sentido estricto, pero su valor y significado es incalculable para las poblaciones beneficiadas. Lugares donde una carretera cambia vidas y da esperanza.

Le invitaría unas tlayudas al escribiente de Reforma, como gesto de cortesía oaxaqueño —en alusión al antojo manifestado— para platicarle por qué AMLO ganó Oaxaca de forma arrasadora.

Le podría compartir también por qué el territorio no requiere de visitas, está ganado hace mucho. La entrega se hace de la manera más sutil y platicada, desde Liebnitz. Aunque estoy segura ya lo sabe.