Viejas reglas no escritas

Después de 46 años de militar en el Revolucionario Institucional (y supuestamente creer lo suficiente en este como para querer dirigirlo —al menos esa era la intención hasta hace unas horas—), el doctor Narro de pronto renuncia al otrora partidazo aduciendo que ya existe “un preferido de la cúpula del PRI, el candidato oficial de los gobernadores y de quien fue, hasta recientemente, el jefe político del partido.”

Convenientemente olvida que si había existido durante estos meses un candidato apoyado por los dirigentes del Tricolor, incluyendo al ex presidente Enrique Peña Nieto, era él.

Así también que, en todo caso, esas reglas y mañas las ha conocido bien el doctor Narro durante ya casi medio siglo, por lo que no hay cabida ahora para argumentar sorpresa. Dice estar en contra de la simulación y la imposición, pero lleva años apoyándola, incluida la que podría haberlo designado candidato del PRI en las elecciones presidenciales pasadas.

El verdadero motivo: el enjuiciamiento de priistas 

Así, entonces, el verdadero motivo de la salida de José Narro no son los “dados cargados” —un padrón con crecimiento “desmedido” en Campeche, Coahuila y CDMX— que argumenta se encuentran dispuestos a favor de Alejandro Moreno para convertirse en el presidente del partido; no es tampoco un sentido de honestidad o congruencia personal y profesional. Se trata, simple y sencillamente, de que ese proceso no está sesgado a SU favor. ¿Que hay de congruente apoyar procesos mientras le favorecen a uno y denunciarlos solo en cuanto te perjudican? A eso le llamo oportunismo político.

¿Y por qué de pronto ya no le favorecieron las formas del PRI? Una de las razones por las que José Narro se quedó sin sus apoyos cupulares es otra cuyos efectos colaterales han determinado los pesos específicos de la elección de su dirigencia. Veamos:

EPN, quien claramente apoyaba a José Narro en la contienda, por primera vez en lo que va de este sexenio tiene motivos para estar preocupado. Existen suficientes elementos para esperar a que sea llamado a rendir cuentas por varias transacciones financieras relacionadas a Pemex llevadas a cabo durante la pasada administración federal.

Por si eso fuera poco —o en caso de que la Fiscalía General de la República no llegara a tanto, esto es, que no investigue los supuestos negocios del ex presidente Peña al amparo del poder y que el pacto de impunidad AMLO-EPN continuara—, el Poder Judicial de la Federación ya dio luz verde para que la Procuraduría de Justicia de Chihuahua sí proceda contra él por el caso de desvío presupuestal destinado a esa entidad que al parecer terminaron en las arcas del PRI para financiar las elecciones presidenciales del 2012. Al restituir a Chihuahua como parte actora de la investigación y revocar el sobreseimiento, Javier Corral, gobernador de Chihuahua, intentará ir hasta las últimas consecuencias para procesar al exmandatario y los principales cuadros de la administración peñista.

Esto repercute en el hasta ahora principal promotor de José Narro a la presidencia del PRI: en esas investigaciones se está directamente involucrando al entonces dirigente del partido, Manlio Fabio Beltrones.

Naturalmente, Beltrones tiene ahora preocupaciones más importantes que apoyar a su candidato a dirigir al PRI. De ahí que su más reciente tuit: "Lamento y mucho la renuncia de mi amigo @JoseNarroR al @PRI_Nacional. Las razones ya las expuso", señalando que no acudirá a votar el 11 de agosto con ese padrón, a su decir irregular, del que habla la convocatoria. Sobra decir que este tuit resulta francamente de mal gusto, por no decir que el ex dirigente queda mal ante propios y extraños.

En resumen: Narro se va del partido en el que militó 46 años justamente porque ya no está la cúpula para imponerlo como dirigente del CEN del PRI.

Alejandro Alito Moreno

Evidentemente, José Narro se refiere a Alejandro Moreno cuando habla de quien cuenta con el apoyo del presidente López Obrador y de “groseros los indicios de intervención del gobierno federal” actual en el proceso interno del Revolucionario Institucional.

Alejandro Moreno “juega” las cartas con las que cuenta; por cierto, de la misma forma que lo haría el propio Narro de contar con ellas.

¿Cuáles son estas? Una cercanía trabajada durante el último año con AMLO, misma que le permite navegar en el proceso de renovación de la dirigente del PRI sin grandes sobresaltos, sí. Pero también que da cabida para que el partido pueda tener suficiente oxígeno —al menos de aquí al 2021– para sobrevivir, y eso incluye llevar a cabo el proceso de renovación de su dirigencia.

El objetivo inmediato que tiene Alejandro Moreno para el PRI es mantenerse con vida (y con registro) en el 2021; tocar fondo, para luego trabajar la reconstrucción del partido e intentar la posibilidad de un nuevo ascenso en las preferencias ciudadanas.

Por si esto fuera poco, Moreno (también Ivonne Ortega, por cierto) ha trabajado una cuestión que José Narro descuidó o simplemente no consiguió: acercarse a las bases priistas y a toda su militancia. Es ahora, más que nunca, la militancia la que decidirá este proceso; una base que precisamente se encuentra cansada de las imposiciones cupulares que en esta ocasión no se concretaron para el doctor Narro.