Sería una estupidez negar el mérito de una detención como la de Javier Duarte, la cual se exigía a gritos y cuya tardanza sembraba dudas como la de que se fraguó una “fuga concertada” porque sabía demasiado y encerrarlo no era conveniente para el sistema.

Empero, su detención también genera suspicacias.

Reflejo de la percepción de que hay asegunes es una imagen que circula en redes sociales, de un meme con una foto de un Duarte dentro de un extinguidor contra incendios, con una leyenda en el cristal que reza: “Rómpase en caso de emergencia electoral”.

Por supuesto, si la detención de Duarte en Guatemala es una acción contra la justicia, importa un bledo-  siguiendo con esta imagen - romper el extinguidor contra incendios, porque como dice el filósofo de Güemez, una cosa es una cosa (combatir la corrupción) y otra cosa es otra cosa (una acción indirecta electoral a favor del PRI).

¿Qué tiene de malo que esta acción pudiera acarrear votantes preciosos que requiere el PRI en el estado de México, donde las encuestas lucen empatadas, si el objetivo es meter al más odiado de los corruptos a la cárcel, quien violentó todas las reglas y robó torpemente metiendo literalmente las manos al erario?

La cuestión, como dice Cantinflas, es que precisamente “ahí está el detalle”.

¿La detención de Javier Duarte será una acción contra la justicia o una carambola de varias bandas para tener dividendos electorales?

Y es que, en México, como luego dicen, la burra no era arisca. No sólo al hombre de la calle sino a los opinadores se nos ha enseñado a pensar mal.

Empecemos, como reza la publicidad oficial, a contar también -o primero- lo bueno.

Tras la credibilidad

La detención de Duarte, en efecto, podría contribuir a elevar la credibilidad del gobierno en la lucha contra la corrupción.

Si la gente la cree, el bien es preciado.

De entrada, apunta al núcleo de la bandera más importante de Andrés Manuel López Obrador, convertido hoy por hoy en el líder social más importante de México, quien ha sembrado entre sus decenas de millones de simpatizantes, el mensaje de que a lo largo y ancho del país campea la corrupción e impunidad.

¿Resta completamente mérito el que presidente emanado del PRI, como Peña Nieto, meta al bote a un exgobernador del PRI, a quien, según las redes, alguna vez llamó como la sangre joven del tricolor?

Sólo en parte.  Ahora nadie puede negar, que, independientemente de que Duarte haya sido un correligionario, Peña lo persiguió y – ahora-  lo encerró.

Máxime cuando el propio PRI nacional, con Enrique Ochoa a la cabeza, ha hecho de la bandera contra la corrupción uno de sus principales postulados, aunque sea algo difícil de creer para muchos.

Y sobre todo luego de que las malas lenguas gritaron a los cuatro vientos que dejaron ir a Duarte a conveniencia.

(Y tras de que fue evidente que la detención de Tomás Yarrington en Europa pescó sorprendida a la PGR, fue una acción promovida por los Estados Unidos, y generó de parte del gobierno mexicano respuestas contradictorias, no dejando más remedio, al final, que solicitar su extradición.)

Tan es así que el propio López Obrador, patinó en su primera reacción, señalando que “la detención de Duarte es una simulación. Pero el pueblo no se conforma con chivos expiatorios. Quiere la caída del PRIAN”

La duda es legítima. ¿Pero por qué descontar anticipadamente el beneficio de la captura?

¿Por otro lado, si uno piensa mal…?

La suspicacia

En México, un país donde Kafka se sentiría cómodo, la detención de Duarte, vista de cerca, tiene sus asegunes.

*El “timing” es perfecto. En sábado santo. Cuando los medios y redes están ayunos de noticias. Y a 49 días de la elección en el estado de México (la que importa más al PRI), además de Coahuila y Nayarit. Fresca la noticia para la metralla de los columnistas, quienes vienen de unos días de descanso. Con tiempo para exhibir a Duarte como un caso exitoso de lucha contra la corrupción.

*Las circunstancias, suigéneris, de la detención. ¿En cuál país del mundo un perseguido por la justicia manda traer a sus hijos, en un jet, con su cuñada, su concuño millonario, la suegra y dos familiares más, a vacacionar a un hotel de lujo con una vista privilegiada, dejando un rastro evidente?

*El trato especial a la esposa, Karime, quien ha sido mencionada como protagonista en los enredos financieros del ex Gobernador de Veracruz. La PGR ha aclarado que la cónyuge y sus familiares están libres de cargo y pueden regresar a México cuando quieran. ¿Negoció Duarte su entrega a cambio de trato especial para su familia?

*Su apariencia, pasado de peso, y el lugar donde se le localizó – un hotel exclusivo- no parecen el de un fugitivo. Más bien, la de alguien gozando de medio año “sabático” de la justicia mexicana. Exactamente 184 días, justos seis meses, desde que se libró la orden de aprehensión de la justicia mexicana.

*Su reacción inmediata, en un video que circuló en redes, donde se ve sonriendo. Como alguien apuntó, aquí: ¿De qué se ríe?

*La prestancia de Duarte a ser extraditado a México, según dijo su abogado quien habló con él ya recluido en una cárcel de Guatemala.

*¿Apuntará Duarte los cañones contra AMLO, por presuntos apoyos para Morena en Veracruz, más que a revelar la red de cómplices que saquearon el estado durante su gestión?

Creer o no creer, esa es la cuestión

La madre de todas las pruebas, de si como dice López Obrador la detención de Duarte es una simulación, o una acción contra la justicia, será la severidad del castigo, y por supuesto, la recuperación de lo robado que alcanza decenas de miles de millones de dólares, según lo que ha trascendido.

Si no hay castigo ejemplar, un juicio que exponga a sus cómplices, y reposición del dinero extraído, estará claro que la detención de Duarte será un golpe mediático, destinado a ganar puntos en la elección sobre todo en el Estado de México donde las encuestas muestran una zona de empate técnico para el candidato del PRI, Alfredo del Mazo, con el riesgo de un voto oculto y un voto útil a favor de Defina Gómez, que podría sepultar las intenciones de retener la gubernatura de este importante bastión.

Veremos y diremos.