Las encuestas en el estado de Jalisco relativas a la elección de gobernador resultan sorpresivas. Y no lo son porque vaya ganando con amplia ventaja el priísta Aristóteles Sandoval. La gran sorpresa es la caída del PAN al tercer lugar de las preferencias electorales.

Uno de los últimos sondeos otorga a Aristóteles Sandoval 46% de la intención de voto; a Enrique Alfaro del Movimiento Ciudadano un 24% y en el sótano de la contienda está Guzmán del PAN con un 14%.

En Morelos, donde están en cerrada pelea Amado Orihuela del PRI, con 31% contra un 30% de Graco Ramírez de las izquierdas de la entidad, el PAN apenas rebasa el 10%.

La gente de Graco cabildea intensamente para que el PAN decline en su favor, como en su momento lo hicieron en Guerrero en favor del perredista Ángel Aguirre Rivero. Eso pondría al PRI y a su candidato Orihuela a las puertas de la derrota.

En Tabasco el escenario es parecido al de Morelos. Aunque el priísta Alí de la Torre mantiene una delantera de 7 puntos sobre el perredista Arturo Núñez, el PAN no pasa de los 8 puntos. Y otra vez los perredistas cabildean para lograr convencer a los panistas del voto útil a su favor.

Pero para el caso de este análisis lo que se destaca es que el PAN también en el sureste está desplomado.

Se acabaron los tiempos en gobernaba Yucatán, que tenía fuerte presencia en Ciudad del Carmen,Campeche, que crecía hasta casi igualar al PRI en Veracruz.

En el DF se vive una de las peores crisis de aceptación del panismo.

Isabel Miranda no resultó el efecto que se imaginaban los estrategas azules. La actual división entre panistas del DF es una de las más cruentas que se hayan sucedido en el contexto de esa organización. Sus números son tan bajos que hasta Beatríz Paredes, que tiene muy baja aceptación en el DF, la supera.

Y en su bastión anteriormente más consolidado que es el estado de Guanajuato, ahora el PAN paga las consecuencias de una corrupta y patrimonialista de Juan Manuel Oliva, ahora gobernador con permiso  en tareas de mapache a favor de la derumbada Josefina Vázquez Mota.

Además su candidato Miguel Márquez carga con el estigma de ser el delfín de Oliva y en consecuencia con el imborrable pronóstico de que en caso de ganar sus principales objetivos serán taparle a Oliva todas sus pillerías.

El análisis de la numérica panista es verdaderamente desalentador.

De 16 millones de votos que obtuvo Calderón en el 2006, las cifras presentadas en las entidades con candidatos a gobernador apenas le presagian un poco más de siete millones de votos.

Los especialistas calculan que, de mantenerse las tendencias actuales, Enrique Peña Nieto podría alcanzar más de 17 millones de sufragios por cerca de 12 de Andrés Manuel López Obrador.

Al PAN y a su candidata, dicen las matemáticas, que no los revive ni el Santo Malverde.