El martes 14 de agosto del 2018, Liliana Rodríguez Reséndiz, gerente de Recursos Humanos de Milenio Diario, subió por la tarde al tercer piso de las oficinas de Morelos 16, colonia Centro, CdMx, y en privado (aunque todos la escuchamos) le dijo al editor de nuestras secciones: Quien Resulte Responsable y El Ángel Exterminador, Jairo Calixto Albarrán, que estábamos todos despedidos, pidiéndole que fuéramos de uno en uno a su oficina, para darnos nuestra liquidación.

Se trató de un “despido anunciado”, pues el 31 de julio, Francisco Darío González Albuerne (dueño del periódico, a quien algunos apodábamos “el Principeso”, por su parecido con el personaje de Saint-Exupéry) publicó en primera plana, un texto titulado Movimiento Estratégico, informando: “En Grupo MILENIO estamos preparando una profunda transformación empresarial, debido a la obligada reconversión digital y tendencias que enfrentan los medios periodísticos en el mundo, así como al crecimiento de nuevas empresas de comunicación del Grupo Multimedios”.

La empresa dijo que “renunciamos”, pero en realidad nos despidieron. Si no lo creen, piensen en esto: 1. Si en su Movimiento Estratégico de julio, el dueño de Milenio advirtió nuestros despidos, ¿será que en agosto nos conmovimos y decidimos “renunciar voluntariamente”, para evitarle la pena de corrernos? Y 2. Es inverosímil que más de 200 trabajadores hayamos decidido “renunciar voluntariamente” el mismo día.

Al parecer, no solo salvamos el pellejo de la empresa con nuestra “renuncia voluntaria”, sino que le ayudamos a expandirse, pues a los pocos días, Milenio compró el portal deportivo Medio Tiempo, adquirió un nuevo canal de televisión abierta (aumentando sus canales de televisión radiodifundida por territorio nacional y el extranjero), amplió su presencia en radio y televisión en Costa Rica, invirtió en Multigráfica Publicitaria y presentó “una profunda reingeniería en la holding”, acentuando la “filosofía digital first” (según presumió, con simpáticos anglicismos, en un comunicado institucional interno, fechado el primero de octubre del 2018).

Tras exigir apresuradamente nuestra renuncia de manera urgente y sorpresiva, Jairo Calixto Albarrán se comunicó entonces con “el Principeso”, pero lo único que consiguió fue un día más para guardar nuestras pertenencias y preparar un texto colectivo de despedida, entre Verónica Maza Bustamante, Karina Vargas, Óscar Quezada Tacho, Guillermo Guerrero y un servidor.

El miércoles 15 de agosto nos informaron que ya no habría página para nosotros, exigiéndonos la clave que usábamos para ingresar al sistema de Internet. Finalmente, los editores Verónica Maza Bustamante y Jairo Calixto Albarrán, consiguieron que sí se publicara nuestra despedida, el jueves 16 de agosto.

Más de 200 trabajadores se agolparon frente a la oficina de Recursos Humanos. Cuando me senté frente a Liliana Rodríguez Reséndiz, la gerente me pidió que firmara una serie de documentos, incluyendo un acuerdo de confidencialidad (así que ya pueden acusarme de chismoso). También solicitó mi gafete (se lo di, aunque yo tenía otro, pues acababa de tramitar la reposición de uno que perdí y luego encontré, por ello pude salir y entrar del edificio durante ese día. Actualmente, dicho gafete forma parte del expediente de mi demanda).

Por inexperiencia (nunca antes me habían despedido), por baboso y ante el apremio de una operación relámpago, no me percaté de que lo que firmé fue una “renuncia”, que no es lo mismo que un “despido”. La diferencia se traduce en menos finiquito para el trabajador y más ganancias para la empresa, engañoso cambio de términos que caracteriza al Negocio de los Despidos (el miércoles 1° de Mayo del 2019, aquí mismo, en SDPNoticias, publicaré mi Manifiesto contra el Negocio de los Despidos; por favor, obsérvenlo y, si están de acuerdo, compártanlo. Es importante que se tome en cuenta ahora que se aprobó una Reforma Laboral).

Le pedí a la gerente una copia de la constancia de mi finiquito, para que mi contadora organizara mis impuestos, me dijo que me la daría más tarde. Le informé que saldría a comer y me aseguró que al regresar, tendría el documento.

Salí a depositar el cheque y a comer. Al volver, pedí en recepción que la gerente de Recursos Humanos me diera acceso, salió una mujer a la puerta a decirme que Liliana estaba ocupada y no podía recibirme; le dije que necesitaba entrar por mis cosas y escribir mi texto de despedida. Entró nuevamente y se escondió (pero yo tenía mi gafete extra). Después de realizar mis últimas labores, me dirigí a la oficina de Liliana y le pedí los documentos requeridos, entonces se volvió hacia una empleada y, con una actuación digna de peor telenovela, la instruyó para que me prepara dichos papeles, luego me dijo que me los tendría en unos minutos, que ella me llamaría a mi extensión. Jamás volví a tener contacto con ella. Mientras escribo éstas líneas, aún no he recibido ni un documento y estoy en aprietos con mi declaración de impuestos.

Pensé que al firmar, hacía lo correcto (¿para qué quedarme donde no soy querido?) hasta que le conté a mis parientes, amigos y mi contadora mi experiencia y lo que me habían dado. Así me enteré que me habían corrido injustificadamente y despojado de la mitad del dinero que me correspondía.

Muchas personas me decían: “¡Eres un idiota por haber firmado!” Por supuesto que lo soy (sería más idiota negarlo), aquí el meollo es si aún existe justicia.

Busqué la ayuda del abogado laboral Pedro Suárez, con años de experiencia en la lucha social, quien me pidió que juntara a la mayor cantidad posible de inconformes e hiciéramos una junta en su bufete, con los hermanos Emerson y Bertoni Cadena, abogados.

Al revisar mis recibos para integrarlos a mi historial, descubrí dos arbitrariedades espeluznantes: 1. A todos los trabajadores nos estuvieron descontando dinero para un sindicato “charro” del dueño del “Principeso” Francisco Darío, que no hizo nada por nosotros (los sindicatos “charros” ahora se combaten en la Reforma Laboral), y 2. ¡Me descontaron la última semana por “faltas injustificadas”! ¡Ultrajante falsedad! ¡Ahí están mis publicaciones que desmienten tal infundio! (Sospecho que Liliana Rodríguez agarró mi última semana de trabajo como propina).

Poco antes de la junta con los compañeros que iniciamos nuestra demanda, Emerson nos anunció buenas noticias: El abogado de Milenio, Iván Rojas, quería negociar con nosotros, pero después de la primera junta, se echó para atrás, argumentando que la gerente de Recursos Humanos sostenía que “nosotros estábamos conscientes de lo que firmamos” y que no recibiríamos nada. Ese cambio de actitud se debió a orejas (informantes) que se infiltraron a nuestra junta con los abogados. Personas que ya había pactado con la empresa y que, sin embargo, estaban entre nosotros.

En diciembre del 2018 pretendí conciliar personalmente con Francisco Darío González Albuerne, a través de su secretaria, Gloria Meza, pero fui olímpicamente desdeñado.

Aquel diciembre ocurrieron despidos masivos similares a los de Milenio, en Grupo Imagen y el periódico Excélsior (donde, con saña inaudita, despojaron de su aguinaldo a los trabajadores, para obligarlos a firmar sus “renuncias voluntarias”).

Busqué al periodista Carlos Meraz, quien estaba organizando a esos despedidos, para ver si hacíamos una lucha conjunta, pero me aclaró que los trabajadores que estaba organizando no habían firmado su renuncia (como hicimos nosotros) y eran casos distintos.

El 25 de enero del 2019 tuvimos nuestra primera audiencia en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (pero la representación de Milenio no acudió totalmente, pues sus asuntos jurídicos, laborales y financieros, se reparten entre cuatro razones sociales distintas, de las que dos, aún no estaban notificadas). Este tipo de triangulaciones se prestan a malas interpretaciones, mismas que serán aclaradas cuando se realice una auditoría (la cual, Dios quiera no revele otras prácticas truculentas, como clonaciones de tarjetas y cosas por el estilo).

Afortunadamente, en SDPNoticias encontré un lugar dónde puedo seguir realizando lo que sé hacer profesionalmente desde los 15 años de edad: Humor.

Ya viene la segunda audiencia de nuestra demanda. Tengo la esperanza de que Francisco Darío, su hermano Pedro, su secretaria Gloria, su abogado Iván, su gerente de Recursos Humanos Liliana, y todos sus mandos y empleados, se unan para hacernos justicia y resolver de una vez por todas, este penoso asunto.

En la literatura picaresca, se dice que un personaje pícaro es aquel que realiza mil trabajos con tal de no trabajar. Yo conozco otra clase de pícaro: el que gasta mucho dinero con tal de no pagar.

No recomiendo gastar en abogados que hacen un mal trabajo, orejas y gente mercenaria para sacarnos de la jugada: no solo van a perder lo que invirtieron para sacarnos, sino que, tarde o temprano, además de pagar lo que nos deben (con todo y salarios caídos), perderán algo que no tiene valor material, pero que sí es muy valioso para todo Ser humano.

Los invito a estar pendientes del Manifiesto contra el Negocio de los Despidos, que se publicará el 1° de Mayo. Que ustedes la pasen bien.