Al presidente Andrés Manuel López Obrador le está preocupando la falta de resultados claros en algunas de las dependencias de su gabinete que llevan asuntos claves de sus prioridades comprometidas.

Destacan desde luego los asuntos relacionados con la Seguridad, los censos que debe elaborar la secretaría de Bienestar y el control del nuevo sindicalismo que ya tiene como propietarios a Napoleón Gómez Urrutia y al siniestro Pedro Haces.

Ayer en esta columna ejemplificamos la situación de desgaste que se vive en el gabinete de AMLO a partir de nuestra consideración sobre lo que ocurre entre la secretaría de Energía, Rocío Nahle García y el titular de Pemex, Octavio Romero Oropeza.

Al respecto, trascendió en medios de comunicación, la siguiente información del bien documentado periodista Mario Maldonado:

Su texto inicia señalando que: “Un grupo empresarial mexicano que cuenta con tecnología y está asociado con empresas internacionales de refinación, extracción y rendimiento de pozos petroleros, puso sobre la mesa del director general de Pemex, Octavio Romero, una propuesta mucho más viable que la de construir una costosa refinería en Dos Bocas: montar refinerías modulares como las que operan en Estados Unidos y resolver el problema de abasto de combustible en un plazo máximo de tres años”.

Sin embargo, ante la propuesta: “Los empresarios mexicanos —entre los cuales figuran inversionistas y altos directivos del sector petrolero— se han topado con un muro: el de Rocío Nahle, la secretaria de Energía, quien le pidió al Presidente López Obrador dejarla operar todo el sistema de refinación, incluyendo la construcción de la séptima refinería en Tabasco.

Nahle, sin embargo, no está sola. La respalda el consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer, quien a contracorriente de lo que opinan Carlos Urzúa y Arturo Herrera, de Hacienda, insisten en echar a andar un proyecto que por más que se jure y perjure que costará la de por sí onerosa cantidad de 7 mil millones de dólares, lo más probable es que duplique esa estimación”.

Esta riesgosa aventura le puede costar mucho políticamente al proyecto de López Obrador.

Como vemos, la ineficiencia en importantes secretarías de Estado está haciendo crisis en áreas tan sustantivas la del Bienestar a cargo de María Luisa Albores González.

En este sentido, el presidente López Obrador le ha requerido a Albores González en varias ocasiones que se dedique a terminar los padrones del bienestar, para poder finalmente aplicar los más importantes programas sociales, con los cuales, según sus propias palabras dichas ayer en la conferencia matutina, la violencia comenzaría a ceder en un lapso de seis meses.

No obstante, y a pesar de su trascendental importancia, AMLO no ha recibido una respuesta positiva en las reuniones donde solicita se les dé prioridad especial a ciertos temas, esto ha puesto a reflexionar al tabasqueño sobre la posibilidad de remover a María Luisa Albores de su cargo.

Como sabemos, el estilo de gobernar de López Obrador está basado en el sistema en el cual se formó, por ello, la falta de resultados lo están haciendo calcular que movimientos dentro de su gabinete son necesarios e incluso urgentes, como el de la Secretaria de Bienestar, a este le acompañan otros que también se están reclamando en áreas como la Secretaría de la Función Pública, la Secretaría del Trabajo y la propia titularidad de la Oficina de la Presidencia de la República a cargo de Alfonso Romo.

Pero para la formación política de AMLO, tradicionalmente los cambios en los gabinetes presidenciales han operado hasta pasados los primeros seis meses de gobierno.  

De tal suerte, que los funcionarios que ahora están capilla en el gabinete tienen escasos dos meses para salvar el pellejo.

Y es que AMLO es un político que olfatea muy bien qué le puede estorbar a su proyecto de confirmación como estadista en la historia de México.

Y no lo va a comprometer con las ineficiencias de quienes le están fallando.