Necesariamente en México venimos arrastrando una tradición histórica que nos ubica en nuestra realidad como un país corrupto. Vivimos una aguda crisis de credibilidad, y en mucho la tradición milenaria corrupta, explica ese fenómeno. Hoy se escandaliza por los señalamientos internacionales sobre la aguda crisis de derechos humanos que vive nuestra nación.

Sería iluso pensar que el gobierno mexicano aceptaría los señalamientos internacionales sobre la crisis de derechos humanos, pero también nuestro gobierno en su afán por seguir manteniendo la poca imagen con la que cuenta, raya en la necedad y la ridiculez al no aceptar el momento que vivimos en la materia del respeto a los derechos humanos.

Una vez más, si los mexicanos no leemos la Constitución y las leyes que de ella emanan, si no sabemos qué significa el término ?democracia?, si no entendemos lo que quiere decir la ?división de poderes?, mucho menos nos vamos a sentar a leer la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU. En nuestra realidad, los derechos humanos son la síntesis (en su mayoría) de las garantías individuales que se anuncian en nuestra carta magna en sus primeros 22 artículos, las garantías individuales.

No obstante que mundialmente los derechos humanos son una garantía tanto de los sistemas capitalistas anteriores y las sociedades de consumo, en México, los derechos humanos rayan en letra muerta. Contamos con un marco e instituciones que son elefantes blancos sobre el tema, para justificar que la ?necesidad? se cubre, para destinar una cantidad impresionante de recursos y utilizar esas posiciones políticamente.

A finales de la década de los 80´s, en México se instauró la figura de la Comisión de los Derechos Humanos para atender las demandas nacionales (y mundiales) en la materia. Fue Jorge Carpizo McGregor, el encargado de darle forma al ombudsman mexicano. Necesariamente la CNDH en México va de la mano de la UNAM, y los que señalan que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no es más que una extensión de la UNAM, están en lo cierto.

La CNDH es una de esas instituciones que existen para señalar los ?excesos? del gobierno, de la autoridad, pero no tienen ni tendrán autoridad para castigar. Esa es la gran desilusión de los que acuden a la institución para solucionar sus problemas. La CNDH y los demás entes que se ostentan como precursores del tema se encuentran en un ?limbo?, entre ?exhibir? los excesos del estado y linchar públicamente a los infractores, y el de ser una institución para amortiguar esos excesos, siendo un paño de lágrimas para las víctimas. Un pañuelo no desechable y bien infuncional.

En términos de la lógica del consumo le sucede algo muy parecido a la CNDH que a nuestro gobierno y la clase política mexicana (la CNDH no deja de ser Estado), nos salen muy caros para el producto que se oferta y los servicios infuncionales que prestan. Lo mismo pasa con las comisiones de derechos humanos a nivel estatal.

El origen de la CNDH que como mencionaba va de la mano con la UNAM, siempre ha sido muy cuestionable, para muestra, la realidad actual de quienes dirigen dicho organismo.

Luis Raúl González Pérez el actual presidente de la CNDH, ocupaba el puesto de Abogado General de la UNAM, cargo que ostentó de 2008 a 2014. Una de las oficinas que controlaba y dependían de su rectoría como Abogado General era la Defensora de los Derechos Universitarios, que es el símil universitario al ombudsman nacional. Ojo al parche, en México nació primero la DDU universitaria que la nacional. ¿Quién cree que la fundó? En efecto Jorge Carpizo.

Durante su administración como Abogado General, Luis Raúl González Pérez fue señalado por más de uno como el personaje que encabezaba una ola de terror dentro de la UNAM, quien alentaba una discrecional y arbitraria gestión y política por desconocer los derechos universitarios, e incluso, perseguir a docentes y alumnos.

Los resultados que arrojan las estadísticas que la misma Defensoría de los Derechos Universitarios en el periodo comprendido de 2008 a 2014, son sumamente evidentes.

De 2008 a 2014 se presentaron ante la DDU de la UNAM un total de 6,268 ?asesorías?, de las cuales solo llegaron a ?conformarse? 288 quejas ?formales?, de esas, sólo 181 se solucionaron por vía de la ?conciliación? entre las partes y el ombudsman universitario emitió UNICAMENTE 10 recomendaciones a la autoridad, o sea a la rectoría de la UNAM, o sea, a su mismo jefe. Cabe resaltar que en el periodo comprendido (2008 ? 2014) NO SE SOLUCIONARON 107 QUEJAS ?FORMALES?. ¿Qué pasó con ellas? Nadie sabe, nadie supo.

Resalta el año comprendido de 2012 a 2013, en donde se presentaron (según reporta la DDU) 1,237 asesorías, de las cuales solo se convirtieron en ?quejas formales? 8, se resolvieron por conciliación 5, de las 3 restantes no se supo más y es de llamar la atención que en ese año la DDU de la UNAM, NO EMITIÓ RECOMENDACIÓN ALGUNA, no obstante fue el año en donde más se presentaron escándalos mediáticos de abusos a estudiantes y profesores.

Durante ese periodo el número de estudiantes en la UNAM osciló entre 295,000 y poco más de 320,000 estudiantes. Una vez más, si en este país solo se denuncian 1 de cada 10 delitos o faltas administrativas: ¿Cuántos universitarios fueron afectados en el periodo comprendido del 2008 al 2014? Recordemos que para los universitarios la DDU es la instancia más funcional a recurrir para solucionar problemas de abuso.

Con estas ESCANDALOSAS Y APLASTANTES evidencias de las MARRANADAS que ocurrían y ocurren en la UNAM, el senado de la república toma como decisión nombrar a Luis Raúl González Pérez, como presidente de la CNDH, quien a su vez nombra al que fuera el director de la DDU de la UNAM como 6to visitador de la Comisión, como premio a su labor desempeñada en la UNAM.

La responsable en designar al hoy ombudsman nacional fue la hoy responsable de la PGR, cierto, junto con otros senadores. Si hoy hay tal crisis de derechos humanos en México, en mucho se debe a que se designan a estas finísimas personas como funcionarios públicos, no obstante que su historial es más que decepcionante.

Al tiempo, esperemos los resultados año con año de la CNDH y serán más que coincidentes con la DDU de la UNAM en los periodos respectivos y comprendidos.

A esto súmele la actuación de la autoridad en nuestro país tradicionalmente corrupto, o sea el abuso de autoridad, el resultado, tremenda crisis en el tema de los derechos humanos, tópico que no ha echado raíz cultural en nuestro México. Estas evidencias hacen ridículas las declaraciones por parte de miembros del gobierno federal por desestimar los informes de organismos internacionales sobre el tema.

El presupuesto de la CNDH es un lastre, es inmenso para los resultados que año con año, durante 25 años nos vienen entregando. Es generar una burocracia brutal para un servicio infuncional. Va contra la lógica del consumo y la sociedad de consumo mexicana.

Existe otra manera de saber cómo sí existe una crisis de derechos humanos en México, y no tiene que ver con la actuación de la CNDH, con esa evidencia que nos dan las cifras que el mismo gobierno nos entrega, se hace inexcusable, pero que además esta evidencia encuentra un obstáculo insalvable para que una de sus más ambiciosas reformas se concrete.

Esta se las platico en la próxima entrega.