El peso mexicano ha registrado en los últimos días fuertes cambios en su cotización cambiaria frente a las  monedas del exterior, esto debido a varios factores, tanto internos como externos, siendo uno de los más mencionados, aunque no el único ni más importante, el avance de Donald Trump en las encuestas en la carrera presidencial del próximo mes de noviembre en los Estados Unidos.

 La depreciación de la moneda mexicana alcanzó un máximo histórico el pasado lunes 19 de septiembre, cuando la cotización del dólar estadounidense rompió en bancos la barrera de los 20 pesos.

Una de las principales causas para la fuerte depreciación de la moneda mexicana de la semana pasada fue la incertidumbre causada por la reunión de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED por sus siglas en inglés), que decidirían una posible alza de la tasa de interés de referencia en ese país, lo que provocaría un aumento de la migración de capitales especulativos que están invertidos en México a mercados más seguros, dejando al país con menos divisas, lo que seguramente haría que la cotización del peso se deteriorará aún más frente al dólar.

La junta de la Reserva de los Estados Unidos decidió el pasado miércoles 21 de septiembre dejar intacta su tasa de interés. Pese a esto, la moneda mexicana quedó en terreno negativo y el dólar spot cerró ese día en su tercer máximo histórico consecutivo, en 19.87 unidades, según informó el Banco de México. Y en ventanilla bancaria el billete verde se vendió hasta en 20.17 pesos. Luego de todos estos movimientos, el peso ha acumulado una depreciación de alrededor de 8.8%, siendo la moneda emergente de peor comportamiento frente a la divisa estadounidense en 2016.

Muchos analistas consideran que la depreciación del peso frente al dólar se debe principalmente al avance en el terreno electoral de Donald Trump,  teniendo en cuenta la posibilidad de que este magnate  dé cumplimiento a sus propuestas de campaña, como la de hacer un muro en la frontera que frene el flujo de migrantes mexicanos y que este sea pagado por México; requisar las remesas que mandan los trabajadores mexicanos a sus familias y cancelar el tratado de libre comercio que existe desde hace 24 años entre México – Estados Unidos y Canadá, lo que provocaría una disminución drástica de los flujos comerciales entre los dos países y perjuicios muy severos  para ambas economías.

Las promesas de campaña de Donald Trump, son muy difíciles de llevar a cabo, ya que estas propuestas no solo tienen el rechazo de la mayoría de los congresistas demócratas, sino también de sus pares republicanos que ven en estas ideas unas reverendas  locuras,   que afectarían no solo a su vecinos del sur sino también a la población norteamericana, por lo que  en mi opinión el factor Trump sí influye en la cotización de la moneda mexicana pero no es el más significativo, ni el único.

Un ejemplo de que las promesas de campaña son una y la realidad es otra, es la propuesta de Obama que anunció cuando era candidato a la presidencia de su país, que lucharía por un acuerdo migratorio, el cual no pudo lograr en sus 8 años de administración. Lo que sí fue cierto, aunque no estaba en su programa de campaña, es que durante su gobierno se batió el récord de deportaciones de mexicanos desde Estados Unidos.

A mi parecer, el principal factor que ha influido en la depreciación del peso mexicano es la fuerte caída de los precios del petróleo en el mercado internacional, aunado a la menor   producción de crudo; en 2003 se producían en México 3.5 millones de barriles diarios, actualmente solo son 1.9 millones de barriles.

Los gobiernos federales del PRI y del PAN son muy proclives a achacar todos los males económicos a factores externos, como la administración de Felipe Calderón, que culpó a la crisis hipotecaria en los Estados Unidos del caos de la economía mexicana del 2009, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) del país bajó más del seis por ciento, siendo evidente el mal manejo de la economía por parte de su gobierno.

La inflación que está prevista en el presupuesto del 2017 para el país es  de 3 por ciento,  pero  en mi opinión esta meta será muy difícil de cumplir debido a la depreciación que está sufriendo el peso frente al dólar, lo que ya está provocando que las importaciones tanto de materia prima e insumos para la producción, así como de servicios y productos terminados,  aumenten los precios para el mercado interno y los costos para las empresas del país, lo que se transformará en una alza de precios. Tenemos que recordar que más del 50 por ciento de los insumos y materias primas para la producción así como un sin número de mercancías y servicios incluyendo los alimentos son adquiridos en el exterior.

Solamente en lo que respecta a los productos farmacéuticos estos han tenido un aumento en sus precios del 35 por ciento en lo que va del año, esto debido a que esta industria importa gran parte de los insumos, para la fabricación de estos y muchos medicamentos terminados no se producen en México, por lo que se tienen que comprar en el exterior.  

Los beneficios que puede traer la depreciación del peso frente a las monedas extranjeras, para el país, es una aparente ventaja en los precios de los productos hechos en México en el mercado internacional, pero esto es relativo ya que muchos insumos de los productos que se maquilan en el país son importados y tienen que ser pagados en dólares, un ejemplo de estos son las pantallas planas que solamente tienen el 8 por ciento de contenido nacional.

México podría atraer más turismo internacional por ser más competitivo en precio debido a la depreciación de la moneda, pero esto no es del todo real, ya que por un lado la inseguridad que priva en gran parte del país  inhibe al visitante extranjero y por otro, es que los paquetes sobre todo a destinos de playa, son administrados por empresas extranjeras, que cobran en dólares o euros.                    

Los grandes ingresos obtenidos por la venta de petróleo en el mercado internacional, en la administración de Felipe Calderón, si bien es cierto sirvieron  para que no hubiera una depreciación grande del peso frente al dólar, estas divisas fueron dilapidadas por la administración panista y no contribuyeron al desarrollo del país.       

Las políticas instrumentadas por el ejecutivo federal en el sexenio pasado, fueron por decir lo menos, bastante erradas, y trajeron como consecuencia un crecimiento mediocre del PIB (el más bajo en los cuatro últimos sexenios), aumento del porcentaje de pobreza de la población, aumento récord de la deuda interna y externa, junto con el aumento del desempleo, crecimiento  de personas ocupadas en la economía informal, y una pésima política de gasto público. Pero la justificación a estos pésimos resultados fue siempre atribuida a factores externos.

Los ingresos petroleros del país durante el sexenio del gobierno de Calderón aumentaron en un 69.8 por ciento con respecto al sexenio de Vicente Fox solamente en lo que respecta a excedentes petroleros. El segundo gobierno panista recibió aproximadamente 737 millones de pesos extras a lo presupuestado, lo que representa el 20 por ciento del presupuesto público federal del 2012. Los excedentes de este período no fueron suficientes para evitar una caída muy importante en el PIB del país.

Mucho han presumido los panistas de la estabilidad cambiaria de sus gobiernos, pero olvidan un pequeño factor de suerte: que fueron los grandes ingresos que se obtuvieron por la venta de petróleo en el exterior en sus administraciones, que ya se ha mencionado, y que evidentemente ayudó a que no hubiera una depreciación del peso traumática como la que estamos viviendo actualmente, ya que se contaba con muchas divisas, pero desgraciadamente estas fueron gastadas de manera irracional.   

La administración de Enrique Peña Nieto no ha cambiado en casi nada la política económica que se ha llevado desde hace más de 30 años, pero ha tenido la mala fortuna de que ha caído el precio del petróleo en el mercado internacional y también está culpando del mal desempeño de su gobierno a factores externos como es el caso de Trump, la volatilidad de los mercados y otros tantos.

Lo curioso del caso es que ahora los panistas se presentan como la alternancia argumentando que ellos sí manejaron bien la economía, y que por eso fue más moderada la depreciación del peso frente al dólar. Estas aseveraciones no  se sostienen cuando encontramos que las políticas públicas en poco han cambiado, y que los mismos actores manejan el rumbo económico del país desde entonces, como son Francisco Gil Díaz, Agustín Carstens, José Antonio Meade, entre otros.

Urge un cambio de política económica, nuevos criterios y actores que toman las decisiones y dejarle de echar la culpa a factores externos y que no sea la ortodoxia, de subir la tasa de interés en México y las subasta de dólares a grandes corporativos, las únicas formas de detener la depreciación de la moneda mexicana.