Comprendo lo complejo que debe ser para cualquier integrante del PRD en la Delegación Magdalena Contreras, sobre todo si aspira a formar parte de alguna representación u órgano intrapartidista, articular un proyecto y discurso propositivos sobre la conducta y labores que deben proyectar y asumir sus órganos de dirección a nivel nacional, estatal y delegacional, especialmente cuando una visión retrospectiva los ubica como meros apéndices sin sustancia de las autoridades en turno.

 

Históricamente, los consejeros y congresistas nacionales y estatales pertenecientes a esta demarcación, así como los integrantes del Comité Ejecutivo Delegacional, han sido entes ajenos y abstractos para la militancia y población en su conjunto, ya que no encuentran en ellos un referente real que sirva de interlocutor ante instancias partidistas, e incluso gubernamentales, para resolver problemáticas específicas sobre sus derechos políticos y mucho menos como afiliados.

 

En el mejor de los casos, sus allegados buscan espacios laborales o apoyos diversos, principalmente económicos, para la consecución de objetivos particulares, que nada tienen que ver con el proyecto político partidista y menos con la construcción de una plataforma ideológica de mayor alcance.

 

En la actual coyuntura, el PRD en Magdalena Contreras refrenda su condición dividida, al registrar cinco planillas para disputar espacios de participación en su interior, sin darse cuenta que —lo que califican como expresión democrática—, en realidad advierte de la profundización de sus conflictos, la dispersión del voto y la exhibición de sus deficiencias organizativas.

 

El comentario cobra mayor relevancia si se considera que la Delegación Magdalena Contreras es la que aporta el menor número de afiliados en el DF, (presumen más de 50 mil, pero su histórico es de 38 mil) ingresos y eventos políticos, en proporción a otras demarcaciones en el Distrito Federal.

 

Lo que es peor, la gran mayoría de las facciones en disputa se asumen como allegados e incluso “representantes plenipotenciarios” del ex senador y ex secretario del trabajo del DF, Carlos Navarrete Ruiz[1], quien cuenta con los mayores niveles de competitividad para alcanzar la presidencia del próximo Comité Ejecutivo Nacional del partido, pero desde ahora es el receptor de los enconos vigentes entre las figuras y grupos que concurren en esta Delegación Política.

 

La falta de acuerdos y resta de esfuerzos enunciados, se reflejará en un amplio abstencionismo durante los diferentes comicios internos que se celebrarán entre septiembre y octubre del presente año, eso si los órganos nacionales no deciden suspender los subsecuentes ejercicios, después del 7 de septiembre, dado el desgaste y costos políticos y económicos que les representa[2].

 

Así, en las próximas semanas debe esperarse que los perredistas contrerenses repliquen críticas y conflictos añejos, sustentados en argumentos de descalificación y denuesto recíprocos, toda vez la actuación supuestamente negativa durante su estancia en los órganos de gobierno en sus respectivos turnos.

 

Pocos habrán de enarbolar un discurso institucional, y conforme se acerque el 7 de septiembre, serán cada vez más notorias las prácticas desleales como el reparto de dádivas, la coacción del voto, el cobro de facturas políticas y el condicionamiento de próximos apoyos, particularmente de aquellos operadores y servidores públicos (delegación y legisladores), quienes además exhiben patrones erráticos al proponer soluciones a problemáticas y políticas públicas gubernamentales, incluso nacionales, en vez de mejoras y proyectos a las condiciones del partido.

 

La militancia perredista, por lo menos en Magdalena Contreras, requiere de proyectos y apoyos estructurales como incremento de filiación, capacitación y doctrina institucional,  representación y participación territorial, construcción de un órgano de difusión y actos que refuercen su espíritu de cuerpo y sentido de pertenencia, antes de que inicie la carrera, también interna, por las candidaturas a cargos de elección popular de cara a los comicios del año 2015.

 

Quienes en el actual proceso interno, aunque sea de forma impura, logren acceder a los espacios de representación partidista, tendrán la responsabilidad y urgencia de hacer un enorme trabajo de reconciliación, primero que considere a las corrientes y grupos en disputa, y luego de recuperación de credibilidad entre militantes y ciudadanía, que les permita arribar más o menos coordinados al mes de enero de 2015, cuando se verán obligados a responder las críticas de adversarios exógenos, entre ellos sus ex correligionarios, ahora ubicados en MORENA y otras nuevas expresiones políticas.

[1] Debe recordarse que Carlos Navarrete solo atendió la invitación del Movimiento Renovador de Izquierdas Sociales (MORIS) y de la agrupación Convergencia Democrática "Valentín Campa", hoy sumados en la planilla "Fuerza Democrática-MT", para recibir su apoyo en diversos eventos dentro y fuera del territorio delegacional.

[2] Habría que preguntar a los promotores de los procesos internos y al propio Instituto Nacional Electoral, cuáles son los montos que se erogan en ello.  Esto es, cuánto le cuesta a la militancia perredista y a la ciudadanía en general este tipo de eventos, y por supuesto, si están considerados dentro de los rubros presupuestales y fiscales como deducibles de nuestros impuestos.