Hace tiempo en algún antro (disco para los baby boomers), mis amigos y yo estuvimos a punto de salir con puñetazos imprimidos en la piel. Todo parecía normal, en la alegría de la fiesta uno de los nuestros se acercó amablemente al oído de quien segundos después, enloquecía en gritos y amenazas.

Cuando se calmó todo, preguntamos con sorpresa ¿qué había pasado?, nuestro compinche contestó: “no sé, solo le dije que chingara a su madre”.

La mentada de madre, según El Chingonario: Diccionario de uso, rehuso y abuso del chingar y sus derivados, es la “madre de todas las ofensas. Se le dice a otra persona cuando alguna de sus acciones nos ha molestado sobremanera, hasta el grado de provocarnos una rabia incontenible", lo dijo también, Porfirio Muñoz Ledo, justificando la mentada lanzada en el congreso: “las mentadas no son de corazón, son de rabia”.

En tiempos de la 4t, pareciera que la ineptocracia se empeña en superar a la “madre de todas las ofensas”, y es que se siente cual mentada de madre que ahora en los aeropuertos los usuarios nos vemos obligados a utilizar un servicio sobrevalorado y que los choferes que se dedican a trabajar y generar impuestos en lugar de tomar y violentar las calles sean supervisados por la afamada Guardia Nacional, esa que también nos ofende con todas las inconsistencias en el caso Ovidio Guzmán.

Es una mentada de madre que la ineptocracia diga que vamos requetebien cuando Pemex triplicó sus pérdidas y cuando vamos a crecer, aproximadamente, a tasa cero en materia económica. Quizá sea por esto por lo que no me puedo quitar del pensamiento el coro que se escuchaba desde alguna grada en la fiesta del automovilismo en México: en el agua clara, que brota en la fuente...

A disfrutar de estos días y del recuerdo de quienes se nos adelantaron en el camino. Feliz fin de semana.