La Suprema Corte de Justicia de la Nación sigue inmersa en una grave falta de credibilidad y bajo la presión de intereses políticos de todo signo.

La inminente designación de dos nuevos ministros que suplirán a los que llegan al término de sus encargos, estuvo la semana pasada llena de debates y controversias por el hecho de que los partidos políticos intentaron presionar para que algunos de sus militantes fueran nominados en los lugares que quedarán vacantes en unos días.

El nombre del senador del PRI con licencia Raúl Cervantes fue el centro de los alegatos.

Todo indica que finalmente la propuesta de Cervantes ya fue retirada y que las opciones de nuevos ministros en la Corte estarán fuera del estigma del CUOTISMO partidario.

El principio de este debate fue la intención del entonces líder del PAN, Gustavo Madero, de impulsar como integrante del máximo tribunal de Justicia al tormentoso ex secretario de gobernación en el sexenio de Vicente Fox y frustrado aspirante a la candidatura presidencial Santiago Creel Miranda.

Como pago de cuota de su sometimiento a los lineamientos que el oficialismo le marcó a Gustavo Madero la llegada de Santiago Creel a la Corte se consideraba un hecho.

Pero al cambio de dirigencia en el partido blanquiazul y con la llegada al liderazgo del queretano Ricardo Anaya los criterios pactistas se derrumbaron teniendo como expresión anti climática el desconocimiento de ? cualquier acuerdo en relación a la designación de ministros en la Corte? por parte de Ricardo Anaya.

Sin duda que esa práctica del CUOTISMO en varias latitudes de la actividad pública había adquirido ya matices inaceptables de intervencionismo de los profesionales de la política.

El inicio de las nefastas concertacesiones en las gubernaturas estatales en el gobierno de Carlos Salinas, mismas que permitieron el inconstitucional arribo de neopanista Carlos Medina al gobierno de Guanajuato ejecutando de esa forma una venganza política contra Ramón Aguirre, fueron ya el descaro del intervencionismo en la soberanía de las entidades federativas y en la vida de los poderes Legislativo y Judicial.

Raúl Cervantes, un jurista con todos los créditos para llegar a la Corte hoy es un nuevo sacrificado por la oportunista actitud de los partidos de oposición que a la vista de los comicios del 2016, se llenan de un protagonismo crítico y de una actitud obviamente mediática de rebeldía al presidencialismo.

Es sin duda sano que el CUOTISMO llegue a su fin en beneficio de la verdadera independencia de los poderes en México.

La división de poderes en el país ya era letra muerta.

Hoy parece ser rescatada por un evento coyuntural de los partidos que tienen la necesidad de manifestarse como verdaderas oposiciones.

Llega la hora de la independencia de la Corte en relación al CUOTISMO.

Ahora falta ver si esa independencia del poder judicial se traduce también en una mayor transparencia de sus actos y sobre todo en la aplicación de la ley sin caer en la tentación del dinero.

La hora de la Corte también llama al fin de la corrupción.

Y allí es en donde los ciudadanos queremos ver la independencia y beligerancia de los dirigentes partidistas con respecto del poder Ejecutivo.