Los grandes centros de análisis financiero internacionales, como Nomura, llevan meses diciendo que la economía de México superará en 10 años a la de Brasil, pese a que en la actualidad la mexicana tiene menos de la mitad del tamaño de la brasileña.

Si las cosas salen, ha dicho Nomura, “será una historia de éxito latinoamericana basada en políticas económicas liberales y productividad manufacturera, superando al enfoque más estatista” de Brasil”.

Ahora mismo, el producto interno bruto de Brasil es de 2.4 billones de dólares, en tanto que el de México es de 1.1 billones de dólares. Pero en 2022, según las proyecciones de Nomura, las dos economías se ubicarán en 2.5 billones de dólares.

Eso supone que México crecerá más que Brasil durante toda una década, la mayor parte de la misma gobernada la nación mexicana por Enrique Peña Nieto y su grupo de expertos como Luis Videgaray, Emilio Lozoya y el actual secretario de Hacienda José Antonio Meade que, se espera, siga en el cargo con el mexiquense.

Desde luego, en los próximos años el papel más destacado en el manejo de la economía mexicana lo tendrá el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, considerado uno de los mejores economistas del mundo.

La banca global coincide con Nomura, y también opinan lo mismo los grandes medios de comunicación del capitalismo como el Financial Times, The Economist y el Wall Street Journal.

El éxito de México, ha precisado Nomura, que cuenta con 27 mil profesionistas en todo el mundo, se basará en mercados flexibles de capital y de trabajo, prudentes políticas fiscales y monetarias, apertura energética… es decir, en las famosas reformas estructurales.

Poca gente en México conoce a Nomura o lee el Financial Times. Así que lo expresado en la reciente encuesta de Covarrubias y Asociados por una muestra nacional de más de 800 personas no es un juicio influido por las “mafias” imperialistas.

Los mexicanos, mayoritariamente, piensan que el país mejorará el próximo sexenio, sobre todo en materia económica… Si y solo si…

¿Por qué la gente es tan optimista? Arriesgo una hipótesis: porque, luego de años de fracasos de los proyectos legislativos que han buscado sacarlas adelante, las reformas estructurales se han convertido en una necesidad que solo los políticos no han querido atender.

Como, se supone, con los peñistas habrá reformas les cueste lo que les cueste en términos políticos, la gente es optimista.

Ojalá los políticos, en las cámaras de Diputados y Senadores, no lo echen todo a perder… como, al parecer, empieza a ocurrir con la reforma laboral que los senadores han mandado a los diputados solo para que estos, ha dado a entender Manlio Fabio Beltrones, empiecen a congelarla.