Me corto el cabello en una vieja peluquería de barrio, en la colonia Roma, ubicada en Xalapa casi Álvaro Obregón. París creo que se llama y toma el rimbombante nombre del edificio de principios del siglo XX, hoy muy venido a menos, en el que está ubicada, que se llama edificio París. 

 A esa misma peluquería va un vecino del barrio, que por cierto no es el mío, Joseph María Córdoba Montoya. A los jóvenes, a menos que sean lectores de la historia contemporánea de México, el nombre no les dice nada. Pero ese hombre  fue junto con Carlos Salinas de Gortari, dueño de México de 1988 a 1994. Era como se acostumbra decir, el alter ego de Carlos Salinas. Su igual, "cogobernó" México durante ese periodo terrible de nuestra historia. 

Carlos Salinas de Gortari no ganó la elección presidencial en 1988, no necesita recordarlo Manuel Bartlett o aseverarlo para que lo demos por cierto, ese es un hecho incontrovertible. 

Asumió el poder frente a un repudio enorme y una crisis política mayúscula. Remontó las dificultades de manera muy rápida y con aparente facilidad. Un año después ya se paseaba tranquilo y sereno, entre ovaciones.

Un 15 de septiembre por la plancha del Zócalo y, en 1991, recuperaba para el PRI una absoluta mayoría en la cámara diputados.

Formó su gobierno, su primer gabinete, con gente muy destacada: Fernando Gutiérrez Barrios en la Secretaría de Gobernación; Fernando Solana en Relaciones Exteriores; Pedro Aspe en Hacienda; Manuel Bartlett en Educación; Ernesto Zedillo en Programación y Presupuesto; Arsenio Farell Cubillas en Trabajo; Francisco Rojas en Pemex; Carlos Hank González en Turismo; Manuel Camacho Solís en el DDF; por citar algunos ejemplos de cuadros muy destacados del entonces casi invencible PRI.

A pesar del peso, la trayectoria y la experiencia política de Fernando Gutiérrez Barrios, el secretario de Gobernación, ese gabinete no era coordinado por él. El gabinete fue coordinado desde una oscura oficina que hasta antes de ese sexenio no existía, llamada oficina de la presidencia y que, fue encabezada por Joseph Marie Córdoba Montoya. 

Córdoba Montoya, un ciudadano francés al que Carlos Salinas conoció desde la campaña de Miguel de la Madrid, que cambió su nombre por José María. Un hombre que por haber nacido en el extranjero, estaba impedido para ser secretario de Estado en México. Hombre de un poder y una influencia enorme sobre el entonces presidente de facto, que tuvo los hilos del poder durante casi todo el sexenio. Se separó de su encargo en marzo de 1994, a escasos ocho meses de que terminara el desastroso gobierno usurpador de Carlos Salinas, no sin que antes se designara candidato a la presidencia a uno de sus discípulos, Ernesto Zedillo, después del asesinato de Luis Donaldo Colosio.

Posteriormente, a otro usurpador, Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa no le importó que su alter ego fuera español y lo hizo secretario de Gobernación, aunque inicialmente, igual que Salinas, nombró al español Juan Camilo Mouriño, jefe de la oficina de la presidencia durante su usurpación. Pero en la época de Salinas, los priístas aún guardaba ciertas formas y Córdoba Montoya nunca fue secretario de Estado. Por cierto que ese invento de Salinas ahí persiste y quien ocupó durante el primer periodo del desgobierno de Peña ese cargo, fue nada menos que Aurelio Nuño, que si bien no es extranjero, es igual de deleznable que sus antecesores.

En fin, que lo que quiero compartir es que ese hombre tuvo tanto poder como Carlos Salinas desde la presidencia. Robó, claro que robó. ¿Dónde vive hoy en día? Tiene tres bellísimas casas en la calle de Tonalá en la colonia Roma. Quizá sean las casas más bellas de esa zona, me refiero a inmuebles que sigan siendo casas habitación y no a restaurantes u oficinas de cualquier tipo. Ciertamente deben tener un valor elevado. Y sin embargo, poco representan frente a la Casa Blanca de Peña Nieto o los departamentos en Miami de éste y de Alejandra Barrales. Hasta lo hacen parecer un hombre decente, frente a los excesos ya no digo de Peña Nieto, sino los de una modesta dirigente de un supuesto partido opositor de izquierda como lo es el PRD.

Carlos Salinas se cuece aparte. Hay una versión insistente de que el prestanombres de éste es Carlos Slim. Pero el que fue su alter ego, Córdoba Montoya, vive hoy oscuro y olvidado, tranquilo y sereno, en la colonia Roma.

En resumen, lo que quiero compartirles es que los niveles de corrupción que se han alcanzado durante el desgobierno criminal de Enrique Peña Nieto no tienen precedente en México. Hasta el más austero de los secretarios de ese desgobierno criminal deben vivir mejor que el hoy olvidado Córdoba Montoya. Bueno, hasta los líderes "opositores" Ricardo Anaya y Alejandra Barrales , viven seguramente mejor que éste. Ha llegado el momento de decir: "Ya basta". El deterioro que se vive en México debe detenerse y sólo el pueblo en pie de lucha y en rebeldía podrá hacerlo.

"El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz".

Gerardo Fernández Noroña.

México D.F. a 15 de julio de 2017.