Alejandra Barrales Magdaleno inició su vuelo como sobrecargo abordando un avión de Aeroméxico en 1988. Después un año de servicio, Barrales hizo su primera escala en la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA), como Secretaria de Prensa de la Mesa Directiva, cargo en el que duró dos años y que le permitió tener relación directa con los medios de comunicación, ahí fue en donde comenzó a realizar sus propios planes de vuelo, con rumbo determinado: un ansiado y codiciado paraíso… Al terminar su cargo como secretaria regresó a los viajes tradicionales de sobrecargo y mientras andaba por los cielos, en 1995 decidió reanudar su vuelo personal y se lanzó como Secretaria General sabiendo de antemano que una vez arribando a ese destino, durante esa escala recibiría cuantiosos “viáticos”. Siendo dirigente sindical decidió cambiar los estatutos establecidos de la agrupación y extendió su mandato por tres años más…
Durante los seis años de su gestión hubo varias irregularidades: una, en el manejo de las pólizas de seguros. La Comisión de Vigilancia decidió revisar los contratos de seguros que fueron gestionados por Barrales. Después de realizada la indagación y según el reporte de la aseguradora resultaron dividendos por tres millones 157 mil pesos de los cuales, los sobrecargos sólo recibieron un millón 643 mil 308 pesos… Alejandra y su tesorera Freyja Doridé informaron a los agremiados sindicales que se cambiaría de la aseguradora Hidalgo a Inbursa, prometiéndoles mejoras a sus compañeros agremiados. Barrales iba decidida hacia un destino más atractivo, lujoso y poderoso…
Cuando la Comisión de Vigilancia del sindicato se dio cuenta de que habían ocurrido retrasos en el pago de algunos siniestros, la dicha comisión cuestionó a Inbursa del por qué de la demora. Inbursa aclaró que no registraba siniestro alguno y que los dividendos se habían pagado puntualmente a Salazar Abonze, el agente de seguros de Barrales, y que sólo faltaba un cheque de un total de doce, que todos habían sido expedidos a nombre de la Asociación Sindical por un monto de cinco millones 654 mil 588 pesos, sin embargo, los dividendos jamás llegaron a ASSA, aduciendo que la póliza se había suscrito sin ellos.
Con su aeronave interna bien provista de turbosina Alejandra Barrales continuó su prolongado viaje, engañando a los sobrecargos con promesas falsas haciendo uso de su “tierna sonrisa” aprovechando su innata labia… pero en realidad iba dirigiendo su propio vuelo haciendo convenidas y bien planeadas escalas, mientras desviaba sin recato el dinero de sus compañeros agremiados.
Durante los años de su gestión como líder sindical, sugirió la construcción de una estancia infantil para las sobrecargos, inmueble que sería construido en la zona frente al aeropuerto en la Colonia Peñón de los Baños. Barrales informó que dicha guardería tendría un costo de 14 millones de pesos de los cuales 7 millones fueron aportados entre la extinta Mexicana de Aviación, Aeroméxico y el resto por los agremiados. Barrales presentó tres propuestas, de tres diferentes compañías habiendo elegido la menos costosa, tiempo después, el resultado de las averiguaciones realizadas por la Comisión de Vigilancia, se reveló que las tres empresas estaban a nombre el mismo arquitecto. La guardería se equipó pero nunca funcionó… y su costo real fue de siete millones de pesos. ¿Y el resto?
La comisión también encontró inconsistencias en la compra de unas computadoras, la empresa que aparecía en las facturas, y que supuestamente las había vendido no existía, el domicilio correspondía a una fábrica de colchones. Alejandra Barrales continuó con su vuelo ascendiendo rápidamente, con alguna que otra turbulencia que gracias a sus nuevos contactos fueron estabilizadas y bien libradas.
En el año 2000 aterrizó en una diputación federal por la vía plurinominal en la que se mantuvo hasta el 2003. La señora Barrales quería seguir ascendiendo, queriendo superar los acostumbrados 33,000 pies de altura, y mantener una velocidad de crucero constante, así que siguió con nuevos planes y se convirtió en diputada de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, en el cual se mantuvo hasta el 2006. Ya bien relacionada en el ambiente político, el exjefe de gobierno Marcelo Ebrard le da la Secretaría de Turismo del Distrito Federal ocupando el cargo hasta el 2008. Seguramente por el amplio conocimiento que habría tenido Alejandra al recorrer el país mientras fuera sobrecargo de Aeroméxico. Con esfuerzo, trabajo y talento, Barrales siguió ascendiendo de forma vertical y estrepitosa, sin importarle ningún tipo de turbulencia por muy roja que apareciera en el radar.
En 2009 obtiene el cargo de Diputada Legislativa del Distrito Federal, en el que permanece hasta el año 2012, tiempo en el cual aprovecha al máximo su “dudosa trayectoria” afianza alianzas y logra que Miguel Ángel Mancera se incorpore a su tripulación y la nombre Secretaría de Educación del Distrito Federal en el 2015. Barrales incansable, ambiciosa aceleró y logró la Presidencia del ahora desquebrajado y moribundo PRD.
Durante sus diversas gestiones, Barrales se distinguió por no ejercer con pulcritud el gasto y los programas sociales, como lo fue en el Fondo de Apoyo a la Educación y el Empleo de los jóvenes del Distrito Federal. A este fideicomiso se le destinaron 350 millones que fueron manejados de manera no transparente sospechando la malversación de fondos. Se detectaron pagos duplicados en el transcurso del mismo mes a trabajadores del Fijov que sumaban un monto 301 mil pesos…
En el transcurso del vuelo de la corrupción de Barrales, ya conociendo las importantes escalas incluidas en su bien elaborado plan de vuelo, Alejandra comenzó a adquirir costosos bienes inmuebles…
En 2005, Barrales le obsequió a su esposo el sobrecargo Julio César Nicholson la famosa “avioneta del amor” una Piper de dos plazas modelo PA-28 que le costó 20,000 dólares.
A través de los años siguió incrementando su patrimonio: compró al contado un departamento en la colonia Del Valle por el que pagó 1 millón 300 mil pesos. El vuelo continuó y durante la permanencia en la ALDF compró otra propiedad en la Colonia San José Insurgentes por la que pagó dos millones de pesos en efectivo.
Habiendo aterrizado en el senado, Barrales formó parte del consejo rector del Pacto por México que aprobó las reformas estructurales. Despegó de nuevo y llegó a la presidencia del Partido de la Revolución Democrática cargo en el que adquirió más poder y holgura para hacer que su patrimonio siguiera creciendo sin medida…
Adquirió un departamento de un millón de dólares en Miami, uno en Acapulco de ocho millones, una casa en Cuernavaca de dos millones. El último lujo de Alejandra Barrales es su última base, su preciosa morada, una casa de más de 500 metros cuadrados de construcción en Las Lomas de Chapultepec, “una ganga de 13 millones de pesos”, aclarando penosamente, que la compra fue hecha a crédito y que le faltan veinte años para pagarla.
Alejandra Barrales Magdaleno afirma que todo lo que tiene ha sido declarado y que todo lo que posee es debido al esfuerzo desmedido de muchos años de trabajo…
Hasta el día de hoy, continúa el vuelo de la corrupción de Alejandra Barrales y no sabemos hasta dónde la pueda llevar.