En unos días tomará posesión la nueva administración, y para bien de nuestra democracia, necesitamos una oposición política congruente y, sin duda, será el PRI quien la encabece; no solo por ser el partido político con más experiencia: en unos meses cumplirá 90 años de su fundación; sino porque sabemos, a pesar de nuestros detractores, cómo ser gobierno y cómo ser oposición.

El PRI ha sido el constructor del México moderno y no es posible entenderlo de otra manera; incluso, al ver el actuar de los militantes de otros partidos vemos a un pequeño priista en su interior: al ocupar posiciones de gobierno utilizan formas, visibles o no, que criticaban; así le pasó al PAN y veremos si también le pasa a Morena; seguramente se reflejarán en varias de sus quejas cuando estén ya en el cargo. Durante 90 años, el PRI ha construido un país de derechos y libertades para todos los mexicanos; aun en épocas de partido hegemónico se sacrificaron espacios de poder para abrir la participación a otros partidos.

Asimismo, fue la visión de este partido la que construyó dos de los sistemas de salud pública y  educativo más amplios, gratuitos y con mayor cobertura del continente; o bien, donde el país se conecta con infraestructura moderna y de vanguardia. Hoy, por ejemplo, estamos terminando la obra gubernamental del Nuevo Puerto de Veracruz que permite inversión privada para construir 5 terminales y hacer de Veracruz la piedra angular del Sistema Portuario Nacional y del desarrollo económico en el país. En los próximos años, el PRI enfrentará varias batallas electorales: cinco estatales, la de su Comité Ejecutivo Nacional y la intermedia de 2021; una de las más complicadas en toda su historia porque la supervivencia del partido estará en juego.

Sabemos que no será una tarea fácil, pero trabajaremos en las bases de los consejos estatales y municipales para, desde ahí, promover a los mejores candidatos y, así, recobrar la confianza de los electores. A la actual dirigencia, especialmente a la presidenta del CEN, le ha tocado liderar en un entorno complejo; pero gracias a su compromiso es que el partido está cohesionado. Estoy seguro de que, a pesar de los desafíos por venir, entregará un partido fuerte y con identidad renovada. Quien sea electo para el CEN del partido deberá tener cualidades de las que todos los priistas nos sintamos orgullosos: intachable, honesto, congruente, con visión de Estado y capacidad de liderazgo; que encabece la lucha por la ética y los valores; que vea por el Espíritu de las Leyes y del deber-ser y no dejarse presionar por aquellos que solo ven la praxis política en el corto plazo; llevamos años doblando las manos y olvidando lo que es ético.

Es momento de volver a pensar en buena política, sin demagogia, para hacer frente a los riesgos con un discurso y narrativa por el bien de México. Los priistas, no los que se acomodaron a un interés coyuntural (que por fortuna ya se fueron), sintámonos orgullos de nuestro partido; de pertenecer a un mismo grupo. Trabajemos para que nuestro objetivo sea nuestro porvenir: saber a dónde vamos y cómo queremos llegar. Que este aniversario sirva para recordar todo lo que hemos construido por México: profundicemos en nuestros éxitos y recuperemos nuestra ideología; dejemos atrás aquellas políticas por las que perdimos el camino de la justicia social. A unas semanas de que asuma el nuevo gobierno, nos damos cuenta de que, algunos mexicanos, más por hígado que por razón, querían que cambiara el partido en el gobierno, pero no las políticas que promovió el PRI: recobremos el partido que sabe qué es lo que México necesita, pero sin soluciones mágicas e improvisadas.

Tengo más de 45 años de ser miembro del PRI. He participado en los momentos de éxito y de fracaso, pero siempre nos hemos recuperado y esta vez no será la excepción. La unidad es una condición sine qua non. ¡Los priistas debemos estar orgullosos de pertenecer a este gran partido!