Después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador enviara un memorándum a las secretarías de Gobernación, Hacienda y Educación para suspender (¿derogar?)  la Reforma Educativa, algunos analistas se preguntaron: ¿Dónde está Julio Scherer, consejero Jurídico de la Presidencia? Ya que como su cargo lo dice, es quien debería asesorar al mandatario en todos los temas de carácter jurídico de la Presidencia.

Y es ahí donde radica el error de adjudicar a Scherer el memorándum del diablo. Él no lo redactó Scherer, porque para empezar, ni siquiera se encuentra en México desde la semana pasada.

Algunas decisiones o documentos como el antes mencionado son tomadas directamente por el mandatario López Obrador sin la asesoría de quienes lo acompañan.

Además, las responsabilidades de Julio Scherer no corresponden en sentido estricto a lo que se interpreta a partir del nombre de su cargo.

En ese espacio es donde radica la confusión sobre el papel de Scherer Ibarra en el equipo de AMLO.

Lo suyo es más bien algo así como el jefe del departamento jurídico de la presidencia, ya que se encarga de una gran cantidad de temas propios de la institución que representa.

Pero como en el pasado inmediato el Asesor Jurídico de Peña Nieto, el inefable Alfonso Humberto Castillejos Cervantes, metía sus narices en cuato asunto le interesaba, fuera o no jurídico, se quedó la impronta que ese era un cargo político y no de técnica jurídica exclusivamente.

Humberto Castillejos Cervantes metió al equipo de Peña Nieto a sus parientes como el cuestionado Alfredo Castillo Cervantes y al ex procurador Raúl Cervantes.

Hizo políticamente lo que le dio la gana.

Scherer, repetimos, es un caso muy diferente.

Con respecto al memorándum del diablo, el propio presidente López Obrador ya salió a defender su decisión y dijo que se trata básicamente de una comunicación interna, entonces planteó que si algunos consideran que hay una ilegalidad que denuncien o se amparen ante las instancias correspondientes.

Lo más importante de las últimas palabras del presidente sobre el tema, es que se trata de un reconocimiento de que el memorándum no es más que un mensaje claro sobre su compromiso para derogar la Reforma Educativa, promesa que realizó durante su campaña.

Pero sobre todo compromiso que realizó con la CNTE, quienes a su vez se comprometieron a ayudarlo para llegar a la presidencia, y quienes ahora esperan que cumpla su promesa.

Para la CNTE lo importante son sus propios intereses y están dispuestos a ejercer toda la presión que sea necesaria para lograr su objetivo principal que es la derogación de la Reforma Educativa de Enrique Peña Nieto.

El meorándum es entonces un mensaje político y no una enmienda constitucional.

Y es que la iniciativa que envió el gobierno de López Obrador se encuentra entrampada en la Cámara de Diputados, y por más negociaciones y reuniones que se han llevado a cabo entre las partes involucradas, parece que no han logrado llegar a un acuerdo que finalmente derogue la reforma del gobierno anterior, y a su vez dé paso a una nueva reforma.

Para López Obrador el memorándum cumplió su objetivo: abrió un debate político que necesitaba ventilar para cumplir una de sus ofertas de campaña y punto.