Un grupo de “abajofirmantes” (los mismos de siempre) publicó ayer en diversos medios tradicionales y electrónicos un desplegado “En Defensa de la Libertad de Expresión”, hablando de un “asedio” contra la misma en “México”.

No sé en qué país imaginario vivan estas señoras y señores de la lista, pero si alguno se levantó temprano para ver la mañanera de hoy, pudieron ser testigos de cómo su argumento fue destruido en el diálogo circular entre medios y el presidente.

Durante dos días consecutivos, el periodista de medios independientes Ernesto Ledesma interpeló duramente la narrativa “oficial” del presidente y de su gobierno respecto al Tren Maya y a los conflictos internos en las comunidades de Aldama y Chenalhó.

No está por demás recordar que en unos cuantos meses de gobierno, AMLO rebasó el total de las conferencias realizadas por su antecesor, Enrique Peña Nieto (no hablemos de Calderón y de Fox) y que, para escozor de críticos que hablan de un inexistente “neo oficialismo”, cualquier persona que se forme temprano afuera de palacio nacional y esté acreditada como prensa, puede hacer una pregunta al presidente, mismo que ya no está rodeado por cientos de guarros del Estado Mayor Presidencial.

A la mañanera acuden desde youtuberos, personajes como Lord Molécula y periodistas de medios ultraconservadores como Reforma, como “intelectuales” y figuras opositoras al mandatario, como Denise Dresser y Jorge Ramos. En los medios tradicionales, la mayoría de extrema derecha, un día sí y otro también se publican primeras planas amarillistas y alarmistas contra el mandatario. Y no olvidemos las decenas o cientos de operaciones de guerra sucia en redes sociales contra el gobierno, desde las mejor organizadas, como Latinus, hasta las granjas de bots y trolls operadas ya no solo desde México, sino desde el extranjero, de acuerdo a investigaciones recientes.

¿Dónde está el atentado contra la “libertad de expresión”, entonces? El único “atentado” que estos 650 whitexicans sufrieron fue el de sus privilegios, que los colocaba como una casta sagrada y blanqueada en un país con decenas de millones de personas pobres y racializadas. Pero no más.Eso se acabó.