Las cuatro unidades todo terreno de la Policía Federal llegaron con intervalos de diez minutos cada una entre las 2 y las 2:40 de la madrugada del 12 de abril pasado a Yehualtepec, distante 86 kilómetros de la capital de Puebla rumbo a la autopista a Orizaba.

Con esa misma distancia en el tiempo -táctica común para no alertar al enemigo- se desplazaron hacia una bodega a menos de 10 kilómetros de donde pasa uno de los principales gasoductos de Pemex, detectado como sitio de perforaciones clandestinas.

Los policías federales destruyeron gran parte de los equipos utilizados por los huachicoleros y acamparon esbozados en ese lugar, teniendo a tiro de piedra las principales válvulas del ducto. Querían atrapar a los ladrones y para ello estaban fuertemente armados, sabiendo la capacidad de fuego de estos delincuentes.

Lo que ahí sucedió, en seguida se los platico: Antes del amanecer, fueron despertados por el ruido de un montón de vehículos y las fuerzas federales se prepararon para sostener uno más de los muchos enfrentamientos contra los ladrones de combustible.

Para su sorpresa, desde el escondite donde se encontraban vieron que las camionetas y otro tipo de vehículos traían todos en las portezuelas, el logo de Pemex.

Eran trabajadores de la paraestatal que con sus uniformes color caqui reconectaban mangueras y otros equipos para que el saqueo continuara. En sus vehículos traían equipo y herramientas suficientes para hacerlo, como si les hubiera avisado que la ordeña en ese ducto hubiera sido desmantelada unas horas antes.

Siete empleados de Pemex fueron detenidos. En el reporte de inteligencia de la Policía Federal al que tuve acceso, solo se identificó a uno de ellos: Manuel Pérez y portaba una credencial como elemento activo de la Sección 39 del Sindicato de Pemex, con sede en Huauchinango, Puebla.

El mismo reporte incluye parte de las declaraciones que tomó el agente del Ministerio Público Federal Ernesto Sánchez, al principal detenido.

En ellas el trabajador de Pemex señaló como enterado del tema al Secretario General de la Sección 39 del sindicato petrolero, Carlos Soto Islas, quien a mediados del año pasado se reeligió para un período más, después de 20 años en el poder, debido a que es uno de los incondicionales de Romero Deschamps, según denunció José Alfredo Bones Castillo, del Movimiento Unión y Transparencia Sindical, quien le disputó ese cargo seccional.

Los siete empleados de Pemex fueron liberados y los cargos “se esfumaron por falta de pruebas y no flagrancia del delito”. Ni fianza pagaron para obtener su libertad.

En Puebla, es un secreto a voces que el robo de combustible se realiza desde adentro de Pemex y están involucrados no solo empleados y funcionarios de la paraestatal, sino líderes sindicales afines a Romero Deschamps.

La medida tomada por funcionarios de la nueva administración de Pemex de “secar los ductos”, provoca que los delincuentes se diversifiquen, lo cual ha disparado en esa zona llamada “Triángulo Rojo”, los secuestros y el robo a transportes de carga.

El secretario general interino Manuel Limón, no debe permanecer mucho en ese cargo porque está violando los estatutos del STPRM, que prohíben a cualquiera de sus dirigentes ocupar puestos públicos y da la casualidad de que el tal Limón es diputado federal plurinominal por el PRI.

Pero Romero Deschamps tiene entrampado el proceso, a pesar de haber sido conminado por las Secretarias de Gobernación, del Trabajo y de Energía de López Obrador, para que dé paso a nuevas alternativas en el sindicato, que tiene 87,000 afiliados.

En apariencia, Romero Deschamps está fuera del sindicato, pero según fuentes a él cercanas, dejó todo un entramado para que sus incondicionales sigan en el poder y él -desde la comodidad de una de sus muchas mansiones- mover los hilos de ese gremio.

El secretario de una de las secciones me dijo hoy miércoles que en una reunión que convocó ayer Romero Deschamps en lo “oscurito”, les dio instrucciones de hostigar, intimidar y presionar a los disidentes para que le paren y al mismo tiempo hacerle ver al gobierno, que le conviene dejar las cosas como están, esto es, permitir que uno de sus subalternos ocupe la secretaría general del sindicato.

Son tan descarados, que la reunión fue en la misma suite del hotel de Polanco a donde Romero Deschamps mudó sus oficinas en diciembre pasado, cuando sintió pasos en la azotea y dejó de ir a la sede del sindicato.

“El robo de combustible no solo se hace picando los ductos; los delegados sindicales lo siguen haciendo desde adentro, con las mismas pipas de Pemex y guardándolo en tanques de almacenamiento reportados como en desuso, como el que se accidentó hace poco en la terminal de Pajaritos”, declaró Manuel Pérez, uno de los colaboradores del secretario citado.

 

“La profilaxis sindical iniciada con Romero Deschamps no está terminada, falta que auténticos petroleros dirijan ese gremio con decencia y honradez, velando por los intereses de Pemex y de sus trabajadores”, dice la irreverente de mi Gaby.

placido.garza@gmail.com

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Forma parte de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe para prensa y TV. Maestro de distinguidos comunicadores en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras. Como montañista ha conquistado las cumbres más altas de América.