Hace poco más de un año le platicaba aquí con motivo de la celebración del regreso del Gran Premio de Fórmula 1 a México acerca del misterioso fenómeno de por qué no se desarrollaba el deporte mexicano en nuestra sociedad de consumo, de cómo se estaba perdiendo, y se sigue perdiendo una gran oportunidad para desarrollar el sector deportivo y activar la economía nacional, junto con pegado, ampliar la infraestructura, generar cientos de miles de empleos directos e indirectos, miles de millones de pesos y para rematar, o sea, por si fuera poco, lograr contar con una SOCIEDAD SANA.

Después de un año de lo ocurrido, pasaron hartas cosas, por ejemplo, se nos atravesó una edición más de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, y para variar y no perder la costumbre la delegación mexicana obtuvo un fracaso más, con las maravillosas y contadas excepciones que todos conocemos. Lo que es de resaltar es que la falta de responsabilidad con la que se maneja el sector deportivo mexicano, la CONADE, por parte de uno de los amigos del presidente de México, evidenciaron una vez más que el dinero destinado a los atletas de ALTO RENDIMIENTO no les llega completo o de plano desaparece.

Ni qué decir de la penosa y vergonzosa exhibición de nepotismo y el derroche de recursos al invitar no solo a la familia sino a las parejas sentimentales de los funcionarios y dirigentes del deporte mexicano. A un año de distancia del Gran Premio de México que se volvió a efectuar con éxito rotundo llevándose la mayoría de las ganancias al extranjero, puesto que el gran circo de la F1 se encuentra en poder de poderosos empresarios europeos, el deporte mexicano sigue abandonado. Esa gran mina de oro se sigue desperdiciando.

Otro ejemplo lo tenemos con la realización y el regreso de un juego de la NFL (ni qué decir de los próximos juegos de la NBA), entre los Raiders de Oakland y los Texanos de Houston, mismo fenómeno, se abarrotó el estadio, generó muchos millones de ganancias que se fueron en su mayoría, ni qué decir de los empleos que impulsó, de estos ejemplos me puedo llevar otro año entero de columnas, pero mejor aprovecho para hacerle ver a usted cómo el deporte, revive sociedades y economías.

Si usted vive o conoce el municipio de Cuautitlán Izcalli seguramente sabe que ahí tenía su sede el club de futbol de primera división Necaxa, también conocidos como los electricistas, hoy el lugar en donde estaba su sede deportiva son casas que en la última lluvia torrencial se inundaron y fueron nota nacional. El Necaxa se mudó del Estado de México en el año 2003 para irse a jugar en Aguascalientes para jalar más afición y parece que apenitas lo lograron, ya hay más gente que le va a ese equipo aparte de José Woldenberg, Ernesto Zedillo, Jorge Ortiz de Pinedo y otros dos o tres personajes.

Lo mejor que le pudo pasar a Cuautitlán Izcalli y municipios vecinos es que se fuera el Necaxa porque con ello revivió su economía gracias al futbol. Si bien existían muchas ligas amateur de futbol para abastecer al Necaxa y sus fuerzas básicas, sin mencionar que como efecto de tener su sede ahí la gente comenzó a practicar más futbol, con la salida del club hoy hidrocálido esas ligas no se perdieron, se asentaron en las zonas rurales de la CIUDAD de Cuautitlán Izcalli y también del municipio de Teoloyucan.

Esas zonas rurales estaban semi abandonadas, o bien, los campesinos ya no sembraban nada de nada. Cuando el club de futbol profesional se fue, se dedicaron a construir canchas perfectamente empastadas, solo del lado de los pueblos de Santa Bárbara, Puente Grande y parte del municipio vecino de Teoloyucan (de donde fue presidente municipal Gerardo Liceaga) al oeste de Izcalli existen más de 85 canchas de futbol. Al noreste del municipio, en el pueblo de Tepojaco, se construyó por los habitantes otro complejo igual de grande.

El costo de una cancha de futbol de pasto natural con dimensiones profesionales oscila entre unos 700,000 mil a millón y medio de pesos, más el mantenimiento cotidiano. Esa cancha genera de 5 a 10 empleos directos. Una sola cancha de futbol puede albergar 20 equipos de mínimo 11 a 22 o incluso treinta jugadores que practican futbol soccer de jueves a domingo.

Cada cancha cobra 700 pesos por juego de futbol por cada equipo, o sea, 1,400 pesos por un partido, con diez partidos en un fin de semana estamos hablando de un ingreso de 14,000 pesos semanales, 56,000 pesos al mes, 672,000 pesos al año. Si multiplicamos ese ingreso por 160 canchas, tenemos la nada despreciable suma de 107,520,000, o sea, ciento siete millones quinientos veinte mil pesos aproximadamente.

En las mañanas las canchas son ocupadas para enseñar a jugar a niños y adolescentes y eso es otro ingreso. Esas “escuelas” de futbol tienen convenios con los clubes de primera división, división de ascenso y acaban de llegar al municipio las escuelas de futbol de los equipos Atlético de Madrid y el Barcelona de la Liga Española de Futbol. Si uno de esos niños o jóvenes son reclutados por algún equipo profesional, obvio les reportan otro ingreso enorme a dichas escuelitas de futbol por concepto de “formación”.

Todos los equipos que juegan en esas canchas, en esas ligas tienen que pagar una cuota de inscripción, en donde se incluye su registro, o sea, su credencial para saber quién juega y ello genera empleos indirectos. También incluye el pago de un seguro por si alguno de los jugadores se lesiona jugando sea atendido y rehabilitado en una clínica particular. Ni qué decir de los empleos que se generan por concepto de arbitraje, si bien la mayoría de las ligas solo pagan un silbante, también las hay que incluyen a los abanderados por juego.

El futbol es una disciplina de competencia y eso provoca que los equipos que ahí juegan les paguen a los mejores jugadores, a los que se les llama “tablacheros”, los precios varían entre 100 a 3,500 pesos dependiendo el nivel de competencia y la calidad del jugador. No es extraño ver a jugadores o ex jugadores profesionales aventarse una “talachita” para ganarse otra lanita que a complete su gasto, subir nivel de juego y no olvidar sus glorias. Hay talacheros que juegan 4 días a la semana y no bajan su ingreso mensual de los 25,000 pesos.

Cada cancha de futbol tiene su “cooperativa”, o sea, su tiendita para que antes o después de jugar se rehidraten con una rica cerveza, refresco o agua fresca. Ni qué decir de la venta de ricas garnachas, frituras, golosinas y cualquier cosa susceptible al consumo de cualquier jugador de futbol, familiares, amigos o agregados culturales.

No se le olvide por supuesto el consumo y la compra de zapatos de futbol, tenis, uniformes, espinilleras, vendas, pomadas y ungüentos, maletas para los accesorios, balones de futbol, guantes para porteros, pants, gorras y un sin fin de aditamentos indispensables para sentirse Pelé, Maradona o más mejor que ellos cada fin de semana.

¿Es o no es negocio? Esto ocurre en el municipio de Cuautitlán Izcalli, ¿Cuántos municipios existen en el país? ¿Cuánto tiempo tiene que seguir pasando para que los gobiernos federal, estatales y municipales desarrollen las ligas amateur y profesionales de basquetbol, beisbol, voleibol y futbol americano?

Seguramente nuestros gobernantes están esperando a que en el próximo TTP, o la “renegociación” del TLCAN, “INVERSIONISTAS EXTRANJEROS” vengan a comernos el mandado, y obvio llevarse las ganancias, sin mencionar la explotación y la humillación a la que nos someten, o mejor dicho, están esperando a seguir haciendo negocios internacionales cuando el pan está en nuestro territorio y con nosotros mismos. México no necesita más alcohólicos, fumadores, mariguanos, cocainómanos, heroinómanos, piedrosos o adictos a otras drogas y las apuestas, necesita más deportistas amateur y profesionales.

¡Qué coincidencias! Todo esto sumado a lo que mencionaba en la columna anterior significa miles de millones de ganancias y cientos de miles de empleos sino es que millones, sin mencionar claro, a eso si, millones de beneficiados por practicar deporte en un México limpio y sustentable. ¿No sería más responsable y coherente, contraernos económica y comercialmente para atender estas necesidades y nuestro consumo interno? Y eso que todavía no le cuento que otro sector deja más lana, más empleos y muchos más beneficiados. Cuídese la industria.