Los partidos de oposición pueden aliarse cuantas veces quieren, pues la lay no lo prohíbe y es parte del juego político que lleva a ganar elecciones.

El problema de fondo desde la ciudadanía votante no es si el PRI, el PAN y el PRD se coaligan en una conjura declarada para destronar a Morena.

El dilema, el gran dilema, es qué ganan los electores, los ciudadanos de carne y hueso, con la unión de los viejos y mañosos partidos desalojados hace un par de años de las zonas vitales de poder.

Pero sobre todo, ¿por qué se debería votar por la coalición? ¿O incluso por qué se debería refrendar la alianza oficial Morena-Verde-PT?

El Verde, es de dominio público, es un partido impresentable.

Apena si hace fala recordarlo de nuevo: el país, México, se encuentra sumido en la peor crisis de sobrevivencia de los últimos cien años. 120 mil muertes de un cálculo oficial inicial de 8 mil.

Hasta ahora los partidos aliados en la oposición no tienen una agenda con los grandes temas nacional y el compromiso expreso de sacarla adelante, en caso de ganar la mayoría de diputados, como pretenden.

Una agenda de emergencia es lo único que puede darle legitimidad política y electoral y enganchar a los votantes inconformes con el nuevo gobierno que, hay que decirlo desde ya, no son pocos.

Pienso en las comunidades científica, artística, cultural, los sectores de salud y educación, las organizaciones de la sociedad civil, y en general la población pensante.

Ese malestar se ha agudizado con las acciones erradas y contradictoria dirigidas a mitigar los efectos de la pandemia.

El sector letrado e informado que fue determinante en el triunfo de López Obrador en el 2018, hoy es el más agraviado por los recortes, supresión de fideicomisos, opacidad, y ese tufo fundamentalista que todo lo impregna.

Roberto Breña, un profesor en el Colegio de México, lo puso en estos términos en las páginas de una acreditada revista.

“De un tiempo a esta parte, ser académico, investigador, científico o experto en cualquier cosa es como vivir en el error, es como no servir para nada, es como estar de más en esta sociedad”.

“El ataque al conocimiento de cierto nivel, sobre todo en las ciencias sociales y las humanidades, ha sido ininterrumpido desde que comenzó esta administración” .

Prácticamente todos los temas prometidos en campaña por Morena siguen ahí intocados, a la espera de políticos valientes. Nadie hasta ahora ha tenido la osadía de retomarlos.

La corrupción, la violencia, desamparo sanitario, violencia de género, desempleo brutal en incremento, políticas públicas y acciones de gobierno caprichosas, prioridades que no son las esenciales, derechos políticos y sociales en duda, partido hegemónico, economía en caída que se estima entre 8 y 12 puntos porcentuales.

Las alianzas tienen un interés grupal, no general. Ya lo sabemos. Incluso Morena mismo tiene la suya con el indecente Niño Verde, y otras organizaciones regionales igualmente repugnantes.

Entre otras razones porque esos partidos fueron construidas desde los techos de los gobiernos, panistas y priistas, con la finalidad de torpedear el avance de la democracia.

Morena se encuentra en esa misma ruta, pues meses atrás alentó el registro de partidos “paleros” que ya gravitan en torno suyo.

No se olvida además que los partidos coaligados, PRI, PAN, PRD, ya fueron gobierno. Es de conocimiento público sus virtudes y sus miserias; más sus miserias, que se cuentan a raudales.

El PRD, la matriz moral e intelectual de Morena, gobierna la ciudad de México desde 1997. Se puede decir que hoy mismo lo sigue haciendo. Pues la señora Claudia Sheinbaum gobernó Tlalpan al amparo de esas siglas y como muchos que ahora ocupan puestos estratégicos en Morena.

Nada nuevo, pues.

Los partidos coaligados se acogen a un derecho electoral para recuperar los espacios perdidos en el 2018, ganar posiciones en la Cámara de Diputados en la otra legislatura, conservar las prerrogativas presupuestarias, e incluso es una medida desesperada pero audaz para no perder el registro.

¿Acaso el PRI no inventó una elección local extraordinaria en el norte del país para devolverle el registro al Partido del Trabajo, y granjearse con Alberto Anaya, quien ahora vive a cuerpo de rey con Morena.

El partido gobernante y su gobierno no sólo desestimaron las acusaciones de corrupción del PT, que habría instrumentado a través de los CENDIS al amparo del PRI, sino que en junio del año pasado, el nuevo gobierno le asignó ¡800 millones de pesos más!

Lo que quiero decir con este largo alegato es que, de inició a fin, la alianza de oposición para destronar a Morena puede ser vista con buenos ojos por algunos sectores, particularmente los agraviados.

Pero eso no cambia en nada la emergencia nacional.

En el mejor de los casos ganan los partidos destronados, porque se reposicionan en la Cámara.

Pero de nuevo se relega al desamparo la representación popular en los órganos de gobierno.

CHAYO NEWS. Si el patrón de elección de candidatos en Morena se mantiene, ya sabemos quien será la persona que releve en el puesto de gobernador a Miguel Barbosa. El súper delegado de Bienestar en la entidad. Nadie sabe su nombre pero sí que es cuñado de Manuel Bartlett. El ex gobernador poblano. Proviene pues de esas luchas populares, siempre a lado de los desheredados.