Hoy, que vivimos una cotidianidad marcada por el color o el tono del color de los semáforos de la pandemia, bien haríamos en reconocer, apuntalar y multiplicar fortalezas, y apalancarnos para ello en la calidad de las estructuras urbanas del lugar en que vivamos.

Porque no. Ni las Ciudades han sido la causa de esta pandemia, ni lo que estamos viviendo marca el fin del tiempo de las Ciudades.

Antes al contrario, las Ciudades han sido la primera línea de batalla frente al Covid-19 y deberán ser una plataforma que se transforme, durante y después de esta batalla, para seguir dando respuesta a las necesidades de sus habitantes.

Porque las Ciudades seguirán siendo la esencia fundamental de los procesos que hoy definen lo mismo la dinámica social, que la economía.

La vida, para más de 70% de la población mundial, es una historia que se desarrolla en las Ciudades.

Y esas Ciudades son, o tendrían que ser, espacios que generan y multiplican oportunidades. Y son, o tendrían que ser, espacios plurales con la capacidad de poner estas oportunidades al alcance de todos sus habitantes.

Hoy que vivimos una extraña situación en que están limitadas las actividades que normalmente llevábamos a cabo en esas, nuestras Ciudades, es momento para entender cómo se verán esas Ciudades al terminar esta crisis sanitaria y qué papel queremos que tengan en el proceso de construir un futuro planeado.

Porque el hecho es que esta pandemia será un acelerador de procesos urbanos que inevitablemente iban a llegar, pero que de pronto hemos empezado a ver surgir en forma acelerada, como parte de una nueva realidad.

Hemos visto cómo se transforman nuestras actividades más cotidianas y con ellas los espacios en que las llevamos a cabo.

Cambiaron nuestras dinámicas de trabajo, estudio, consumo, esparcimiento y movilidad.

De pronto tuvimos que ajustarnos a una realidad de consumo que privilegia lo necesario y deja fuera lo superfluo.

Dejamos de viajar por trabajo o vacaciones, postergamos temas como cambiar de coche...

El hecho es que las Ciudades están cambiando y ese cambio, forzado y acelerado por una pandemia, da paso, sin embargo, a criterios que de fondo no suenan nada mal.

Pareciera que el futuro urbano reconocerá una nueva dinámica social en que trabajo y estudio se llevarán a cabo en modelos que usarán oficinas y escuelas en formas diferentes, apoyándose para ello en la posibilidad de trabajar o estudiar parcialmente desde casa.

La gente entenderá en forma diferente el papel de su vivienda y ello provocará ajustes importantes en las dinámicas inmobiliarias.

Veremos que la gente no necesariamente buscará vivir cerca de sus trabajos... Y que preferirá lugares con mejores estructuras barriales y vivir en espacios que le ofrezcan mejores condiciones para trabajar o estudiar a distancia y para tener mejores calidades de vida.

Sin duda crecerá la demanda por departamentos con ventanas a la calle y los balcones se volverán un importante objeto del deseo, particularmente para quienes han vivido estos meses encerrados en espacios sin contacto con la calle.

Las Ciudades post Pandemia seguramente tendrán mejores espacios públicos, incrementarán en cantidad y calidad sus carriles para bicicletas y verán con mucho mejores ojos que un restaurante tenga mesas en la banqueta o incluso en la calle, recuperando para las personas lugares que hasta ahora habían sido propiedad de los automóviles.

Cabe esperar políticas de vivienda encaminadas a crear respuestas para todos, y que reconozcan también el impacto negativo que esta pandemia tendrá en la economía y que afectará irremediablemente la posibilidad de que muchas familias sigan haciendo frente a su reto habitacional.

Porque aunque en los meses recientes no hemos dejado de escuchar el “Quédate en Casa”, es evidente que para hacerlo la gente primero debiera tener casa y una solución económica que no la obligue a tener que salir a la calle para buscar el pan.

Por ello las Ciudades del Futuro tendrán que ser mucho más justas... Tendrán que tener a la gente al centro de todas las decisiones y crear para ello condiciones que combatan frontalmente la pobreza, tomando para ello las infraestructuras y estructuras urbanas como un gran factor de equilibrio que reduzca las diferencias que hoy polarizan nuestra sociedad.

Hoy las Ciudades tendrían que pensarse y gobiernos para frenar la pandemia... Y hacerlo implica entender diferentes temas que desde hace tiempo debieron haber cambiado; temas como la definición de un proyecto integral de ciudad, la actualización de los instrumentos de planeación y regulación urbana, un replanteamiento de prioridades, y la indispensable traducción de todo esto a partidas presupuestales.

Nada bueno ha traído la pandemia... Esperemos que deje al menos la seguridad de haber sido ese factor disruptivo que necesitábamos para acelerar el proceso que permita ajustar el rumbo en dirección a esas Ciudades que nos permitan aspirar a un futuro planeado.

* Horacio Urbano es fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas de desarrollo urbano, sector inmobiliario y vivienda.

@horacio_urbano