Cuando un político o partido cambia de postura de manera repentina hay algo atrás que quizá no hemos visto, una estrategia subrepticia que en ocasiones es difícil apreciar. Es como cuando un depredador espera pacientemente a su presa. Piensa cómo atraparla, estudia sus movimientos, y cuando encuentra su debilidad ataca y logra su objetivo.

Esa calma aparente que precede al ataque es en realidad un arma, una distracción que permite a la víctima confiarse y moverse sin el debido cuidado. Así imagino al presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Manlio Fabio Beltrones: agazapado, observando, acompañado de sus asesores, reflexionando su próximo movimiento para desactivar a las candidaturas ciudadanas.

Pero no sólo es Beltrones, también en los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática estudiaron todas las aristas para terminar con el previsible ascenso de figuras públicas sin partido. Y están particularmente preocupados porque en las elecciones pasadas vieron que son vulnerables, que ni siquiera es necesario tener tantos recursos económicos para derrotarlos.

Los triunfos de  Jaime Rodríguez Calderón, en Nuevo León y de Pedro Kumamoto en Jalisco son sólo ejemplos de qué tan vulnerables son frente a campañas innovadoras fundadas principalmente en la organización de un equipo ciudadano promotor y de una fuerte plataforma en internet y redes sociales.

Pero, quizá después de una honda reflexión, los partidos políticos hegemónicos llegaron a la conclusión de que imponer obstáculos en las entidades federativas, mediante el endurecimiento de las reglas para que los candidatos independientes obtuvieran el registro, no es la mejor solución para detenerlos. Y no es lo mejor porque, de esa forma, están mostrando su profunda vocación antidemocrática, su intención de no ceder, los espacios de poder que hoy dominan.

Es así que ahora impulsan una estrategia fundada en la máxima: divide y vencerás. ¿Cómo puedes socavar, disminuir y pulverizar a los candidatos ciudadanos? Fácil: presenta cinco en una misma elección y el elector se confundirá. Y con mucha más razón si ese elector está poco informado. Frente a un abanico amplio de candidatos sin partido, ¿por cuál decidir?, se preguntará el elector al observar la boleta el día de las elecciones.

Tal es ahora la estrategia de los partidos fuertes: por eso causó extrañeza que de un día para otro Beltrones saliera a declarar que el PRI impulsaría las candidaturas ciudadanas. Además de causar extrañeza, la decisión confundió a muchos priistas que se quedaron con la directriz de acabar con las candidaturas vía los congresos locales, como sucedió en Chihuahua o en Puebla, aunque en este último caso la contradicción habría más bien que cargársela al PAN y su aspirante presidencial Rafael Moreno Valle.

Debo decir que me percaté de esta estrategia luego de haber escuchado a Dante Delgado, coordinador nacional de Movimiento Ciudadano, y quien es un ideólogo impulsor de las candidaturas sin partido. Él y su equipo, por ejemplo, son culpables de haber llevado al poder a Enrique Alfaro, actual alcalde de Guadalajara, y de impulsar el ascenso de Movimiento Ciudadano en Jalisco, donde lograron vencer al PRI y al PAN en las pasadas elecciones.

Vencer al PRI y al PAN no es imposible, y con la puerta de las candidaturas ciudadanas se abre una gran oportunidad. Una figura pública con solvencia, que sea garante, esto es, que con  su trayectoria transmita confianza, es una arma poderosísima contra los partidos políticos. Es por eso que están tan preocupados.

jorgebeat77@me.com