Una vez más, una vez más el Real Madrid volvió hacer de las suyas. El equipo más laureado del mundo se convirtió en el mejor equipo de futbol de Europa tras ganar al Sevilla con dos goles agónicos de dos jugadores con cepa de campeones y facha de caballeros. En esta ocasión Sergio Ramos y Dani Carvajal fueron los héroes del madridismo para levantar el trofeo que los acredita como los mejores del Viejo Continente.

El (verdadero) campeón de Europa se presentó con seis bajas titulares, entre lesiones y vacaciones el Real Madrid no pudo contar con su cuadro titular y Zidane tuvo que echar mano de “los suplentes” del equipo merengue.

El Sevilla también se mostró con muchas bajas y caras nuevas entre ventas y lesiones, incluyendo las del entrenador Sampaoli. El entrenador chileno hizo lo que pudo con lo que tenía a su disposición, pero al final el equipo sevillano, por tercera vez consecutiva, perdió la Súper Copa de Europa.

El partido empezó suelto y con dominio del equipo de la capital española, y fue en el minuto 21 cuando la joven perla y promesa del Madrid, Marco Asensio, marcó un gol para enmarcar en la memoria. Tomó el balón en tres cuartos de cancha, recorrió unos metros y desde afuera del área pegó un zapatazo con esa zurda privilegiada que tiene y mandó el balón al fondo de la portería. Fue un gol que nos muestra de qué está hecho este escuincle de sólo 20 años.

Pero a partir del gol, el Madrid se apaciguó y esperó al rival en su cancha. Se dedicó a esperar atrás y ver si Isco, Asensio o Lucas Vázquez podían hacer una jugada que culminara en el gol que matara las esperanzas andaluces.

No sucedió así, Zizou y su equipo pecaron de ingenuos, en una jugada por el centro, entre rebotes y fallas de la zaga blanca, el “Mudo” Vázquez metió zurdazo para que la esférica cruzara entre piernas y brazos y terminara retumbando las redes. Con ese empate a uno se irían al descanso, nada para nadie.

En la segunda mitad, los dos equipos salieron flojos, indiferentes, apáticos, indolentes hacia la victoria. Parecía más un partido amistoso de pretemporada que una final entre los dos campeones de Europa.

Tuvo que ser mediante la pena máxima que llegaría la máxima del futbol, Konoplyanka transformó en gol el penal cometido por Ramos a Vitolo en el minuto 71. El equipo andaluz la daba la vuelta al marcador y tomaba una ventaja que parecía definitiva…

Pero al minuto 93 -¡¡¡bendito minuto!!!- cuando todo parecía perdido, el capitán madridista se subió de delantero y volvió a marcar el gol del empate, el gol que mandaría el partido a la tan agónica prórroga, el gol que sicológicamente mata al rival que lo recibe.

Es increíble e inconmensurable el valor que tiene Sergio Ramos en el equipo albo. Su capitanía la ejerce con clase, con autoridad, con dignidad, pero sobre todo, la ejerce con ejemplo. En su mismo afán de ganar, a veces comete errores que cuestan puntos, pero de ningún modo se le puede reprochar su entrega y lucha por ese escudo que tanto ama y del cual está plenamente consciente de lo que significa. Ha sabido representar el gafete de capitán, para nada le ha quedado grande. Sin duda es digno heredero de ese gafete.

La prórroga dio inicio y Luquitas Vázquez encaraba a Kolo por la banda derecha y éste tuvo que detener al gallego con un pisotón que le costaría la segunda amarilla y por lo tanto la expulsión. El Sevilla se quedaba con diez jugadores y prácticamente 30 minutos por jugarse.

Y al igual que como ocurre en las extensas praderas del Serengueti, donde el león huele y detecta a la gacela moribunda, y enfoca toda su energía y capacidad biológica para darle caza y prensarla del cuello para terminar con ella, la ley de la selva se trasladó a la ciudad noruega de Trondheim; el Real Madrid detectó que su rival comenzaba a morirse, comenzaba a bajar la mirada al suelo, comenzaba a desfallecer lentamente. Y en ese momento, los jugadores merengues mostraron sus capacidades técnicas, su oficio de jugadores pertenecientes a un equipo grande y comenzaron a ahogar al equipo contrario en su propia cancha.

Sólo era cuestión de tiempo para que el campeón de la Champions concluyera con su oficio de cazador y terminara con su presa. Ahora fue el turno de un canterano, de un jugador que hace 15 años puso la primera piedra con junto Di Stefano de la nueva ciudad deportiva. Al minuto 119, Dani Carvajal robó la pelota casi en media cancha y comenzó su trayectoria hacia la portería contraria. Ningún jugador sevillano se le acercaba, y entrando al área grande se quitó a dos rivales y definió al palo contrario de Sergio Rico…la caza había concluido.

Una vez más el Real Madrid le ganaba al Sevilla la Súper Copa de Europa y demostraba que es un equipo con un ADN diferente, distinto, superior; y que se encuentra hasta arriba de la cadena alimenticia.

Ramos fue el encargado de levantar el trofeo al firmamento y mostrarle al mundo que el Real Madrid es el mejor equipo del Viejo Continente (y del mundo). Ahora ya tiene tres títulos en este rubro y seguramente coronará el año siendo campeón del Mundialito.

Lo que sucedió en Noruega fue otra gloriosa noche de las muchas que tiene en su brillante e imponente historia el equipo de Concha Espina. No sorprendió a nadie la victoria blanca. Bien decían los romanos “nihil novum sub sole”…nada nuevo bajo el Sol.

¡¡¡Hala Madrid!!!