Uno de los mejores periodistas de México, Carlos Loret de Mola, sigue “asombrado por el discurso que dio el sábado antepasado en Tijuana el líder del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar Lomelí”.

Según el columnista de El Universal, el tono del empresario regiomontano fue “de sumisión y elogio desmedido ante el presidente López Obrador”.

El discurso de Salazar Lomelí en Tijuana recordó a Loret de Mola “los discursos de los casi momificados dirigentes de la CTM a sus presidentes priistas”.

En lo personal, sigo asombrado por la insistencia de Carlos Loret de Mola en descalificar tan injustamente a Carlos Salazar Lomelí.

Carlos, el periodista, no conoce a Carlos, el dirigente del CCE. Si lo conociera, se expresaría de otra manera.

Yo sí conozco a Carlos Salazar, desde hace unos 40 años. Es un hombre bueno, negociador, tranquilo, incapaz de pelear con nadie. Ha sido exitoso dialogando, no confrontando.

Después de una exitosísima trayectoria en el Grupo Femsa, Salazar Lomelí se retiró hace un par de años; hasta se dejó crecer unos raros bigotes de jubilado de clase alta.

Dejó el retiro —y se cortó los bigotes— porque se lo pidieron algunos de sus colegas a los que respeta. Estos le convencieron de encabezar el Consejo Coordinador Empresarial durante la primera parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Carlos Salazar no ve a las organizaciones empresariales como parte de la oposición a ningún gobierno; él cree en la colaboración y el trabajo en equipo para que las inversiones broten por todas partes; no encuentra otra manera de mejorar las condiciones de vida de todos, particularmente de quienes menos tienen y son los que siempre pierden más cuando los de arriba —políticos y empresarios— no logran ponerse de acuerdo.

Cada vez que el presidente de la República necesite apoyo, el dirigente del Consejo Coordinador Empresarial se lo dará. Por México, punto.

Salazar Lomelí tiene claro lo que debe hacer como representante de empresarios. Cuando decida cuestionar al gobierno, lo hará desde otra trinchera, es decir, como militante de la oposición política, como colaborador en los medios de comunicación o participando en otros grupos de la sociedad civil.

No veo nada de malo en la estrategia de un empresario que prefiere el diálogo a la confrontación.

Desde luego, tampoco me parece incorrecto que algunos mexicanos —entre quienes hay hombres y mujeres de negocios— promuevan amparos para detener los principales proyectos de infraestructura de la 4T.

Y, por lo demás, tampoco es indebido que Andrés Manuel critique a quienes están detrás de los amparos. La libertad de expresión da para eso y para mucho más.

En democracia se vale apoyar al gobierno tanto como se permite intentar hacerlo fracasar.

“Empresarios improbables”

El nuevo escándalo tiene que ver precisamente con amparos contra la construcción del nuevo aeropuerto en Santa Lucía. Lo que buscan es reactivar las obras en Texcoco.

No veo al presidente López Obrador cambiando de opinión, esto es, dispuesto a reiniciar en Texcoco los trabajos del NAIM.

Pero sobra gente que insiste en que la única opción razonable es la de Texcoco. A diario lo leemos en los diarios impresos y digitales.

Hay hasta proyectos de “empresarios improbables” —así llamó el columnista Mario Maldonado de El Universal a David Serur y David Holzer— que han desarrollado “planes secretos” para rescatar el aeropuerto de Texcoco.

Creo que tantos ataques al aeropuerto en Santa Lucía no ayudan a México. Pero es solo mi opinión. Las personas que piensen otra cosa, que lo expresen. Y todos en paz.