A la congruencia de Bertha Luján y de Gerardo Fernández Noroña

Tengo la impresión de que tal como están las cosas, el llamado a la unidad en las filas de Morena es algo así como un llamado a misa. Plantear este importante problema sin hacer un análisis autocrítico por los distintos actores y grupos respecto de lo que estamos padeciendo internamente, no contribuye al esclarecimiento de las causas que llevaron al partido a su postración. En el centro de las disputas están intereses políticos, oportunismo, ausencia de ética y una enfermiza proclividad por asirse del poder. Es claro que un partido que está construyendo un nuevo régimen político de cara al interés popular, requiere de un esfuerzo mayúsculo para ir todos en la misma dirección. Cuando AMLO fue el dirigente de Morena, el pluralismo político e ideológico se dio la oportunidad de apoyar la transformación porque él estuvo en contacto con el pueblo, recogiendo sus demandas y elevando sus sentimientos a un proyecto distinto de país.

Como dirigente del partido mostró una enorme capacidad de liderazgo. Se supo comunicar con los más amplios sectores populares, les devolvió la dignidad, los ayudó a organizarse, a entender las causas de su pobreza y les generó la confianza para que despertara su conciencia de lucha. Los hoy aspirantes que quedan después de la renuncia de Bertha a participar en este teatro que nos han montado los tribunales, ¿qué proponen para restaurar nuestra soberanía y recuperar nuestros derechos? ¿Tienen alguna propuesta para formar nuevos cuadros, capacitados, inteligentes y provenientes de las filas del pueblo? O, ¿van a seguirle abriendo las puertas a los grillos, para empoderarlos, hacerlos funcionarios públicos y de partido para que Morena los siga sufriendo como hasta ahora?

Quienes creemos estar leyendo correctamente lo que está pasando en el país, la pandemia, la crisis económica, el alcance de la 4T y la ofensiva quejumbrosa y sin proyecto de la oposición, nos obligan a trabajar y sacar adelante la dirección nacional y poner el partido en movimiento. La unidad por lo tanto de toda la militancia es urgente y necesaria. ¿Pero, es posible lograrlo cuando los competidores que quedan están velando las armas para que con el apoyo de las élites, de los representantes del viejo sistema y de unos cuantos vividores del presupuesto, se encaramen en los puestos de dirección y a partir de estos impongan a sus cuates en el resto de los órganos directivos y de los encargos públicos como es costumbre sabida?

La unidad del partido debe servir para sacar adelante el proyecto de la 4T, para convertirlo en el instrumento que apoye las luchas del pueblo y las políticas del gobierno que encabeza el presidente López Obrador. La unidad no es para estar juntos y repartirse los puestos entre los grupos y las élites. Se trata de potenciar todas las aspiraciones libertarias de un pueblo subyugado y golpeado por las políticas rapaces de una oligarquía que se había enquistado en el poder por más de un siglo. ¡Esta es la unidad que andamos buscando!

El proyecto que empujan dos que tres candidatos a la Presidencia y Secretaría General del partido no pone al descubierto sus capacidades y relaciones con la militancia. Los que quieren ser, se abrazan de AMLO como una forma de manifestar su cercanía con él y poner al desnudo su abyecta y grotesca dependencia política hacia el prestigio del presidente. Es a partir de estas actitudes que están intentando construir el andamiaje para fortalecer, no al partido, sino a sus intereses económicos y políticos. En el centro de lo que esto significa, anida la división, el oportunismo, las rémoras del viejo sistema que no ha acabado de morir. Carecen de ética para hacer grande y fuerte al partido que tiene el compromiso de cumplirle al pueblo al través de un programa de gobierno que apoyó masivamente con su voto.

Decimos sí a la unidad, de ser posible con todos los grupos, corrientes y liderazgos, pero no a esa unidad por la que andan moviéndose algunos candidatos. Queremos la unidad para fortalecer el trabajo del partido, para sacar adelante el proyecto de la cuarta transformación, para dignificar la política, acabar con el oportunismo y recuperar para el México profundo los valores, sentimientos, tradiciones y culturas de quienes por centurias sufrieron el atropello, la exclusión y la barbarie del capitalismo salvaje. Pero si en torno a esto sólo hay silencio de los que aspiran a la Presidencia y a la Secretaría General del partido, si no entienden lo que pasa en el país, entonces Morena seguirá siendo el reservorio de los vivales y de los oportunistas.