“Iba a terminar con el TLCAN en dos o tres días”, dijo Donald Trump. Pero reculó, y ordenó el inicio de las negociaciones, tras las llamadas del primer ministro canadiense Justin Tradeau, y del presidente mexicano Enrique Peña Nieto.

Señaló que Peña Nieto le dijo que, “Agradecería mucho que pudiéramos negociar en lugar de cancelar, porque cancelar pone muchas cosas en movimiento que podrían ser devastadoras para la gente”.

Una buena para Peña, Luis Videgaray quien ha encabezado la estrategia, e Ildefonso Guajardo el Secretario de Economía, quien ha operado los cabildeos para las pláticas sobre el TLC.

Dudo que se les reconozca.

El ambiente político está enrarecido, envenenado por las elecciones, y hay asegunes en la gestión del gobierno peñista, la popularidad del Presidente está decaída, etc, etc…

Pero en este frente clave para el desarrollo económico del país, que podría traer un efecto grave de haber abandonado EU el tratado comercial, el trabajo del gobierno mexicano ha sido bueno.

La atmósfera hoy en día es mejor que al principio de la administración de Trump, cuando empezó con la espada desenvainada contra México, echando pestes contra el acuerdo comercial, y apretando la tuerca para la expulsión de indocumentados mexicanos.

¿Importa la razón por la cual Trump finalmente decidió negociar, y no cancelar el TLC?

No tanto.

Puede ser, y es seguro, que se estrelló contra los fuertes intereses económicos de EU, quienes serían afectados por descarrilar el acuerdo comercial con México, convencidos de lo que los expertos ya saben: que ellos pierden más que nosotros, si se desmantela el tratado.

Puede ser, que en el centro de un grave conflicto con Corea del Norte, los asesores de Trump -o él mismo- se convencieron de que se necesita mostrar una cara amable por lo menos en el plano económico, en un tema como el tratado comercial con México y Estados Unidos.

Pero es un hecho que pesó también el trabajo de los negociadores mexicanos.

Videgaray y Guajardo recibieron un portazo en las narices del siniestro Steve Bannon en la Casa Blanca…

Toleraron la personalidad bipolar de Trump, con las ráfagas de tuits contra México.

Pero al final, funcionó el acercamiento de Videgaray con Yared Kushner, el yerno de Trump, esposo de Ivanka -pro TLC y opositor al radical Bannon-. Hasta se dijo según la leyenda urbana que el Ministro de Relaciones Exteriores corrigió un discurso de Trump, restándole filo.

E influyó el trabajo de hormiga del Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo con el gobierno canadiense también socio comercial, y el cabildeo con los grupos de interés que serían afectados en Estados Unidos, de desmantelarse el acuerdo.

Se tuvieron que lanzar también puntillas como que México se haría de la vista gorda con la seguridad en la frontera, un asunto de interés nacional para Estados Unidos por el riesgo de filtración de terroristas, si el gobierno de Trump apretaba.

Se ha ganado una batalla, pero no la guerra.

Pero es mejor estar sentado en la mesa con los negociadores americanos, que fuera del tratado. Y junto a Canadá donde hay coincidencia de intereses.

Al final, el impacto, si lo hay, será marginal.  El tratado se actualizará en ámbitos como el comercio digital.  Habrá que ceder, pero también obtener concesiones. Pero habrá los puentes y negociación para mantener un comercio bilateral que alcanza los 500 mil millones. Estados Unidos no puede cerrar los ojos a un país que le compra 217 mil millones de dólares, el segundo mejor cliente después de China. Y México, tampoco a un socio comercial al que le vende 283 mil millones de dólares.  Hay cientos de miles de empleos en juego en ambos lados de la frontera.

Y en efecto, sería devastador para ambas naciones un conflicto comercial con intereses comunes tan grandes.

Hay mucho por hacer en los frentes de políticas contra la impunidad y corrupción. La inseguridad ha rebrotado. Los carteles están fuera de control. Hay asegunes en el liderazgo.

Pero en este ámbito, vital para encauzar áreas de oportunidad para el desarrollo del país, como le digo, hay un punto bueno para Peña, Videgaray, y Guajardo.