La censura es el impuesto que paga el hombre

a la sociedad por ser eminente

Jonathan Swift

 

Sin lugar a dudas este mes lo que más ha llamado la atención en los medios y en la opinión pública es el caso de Wikileaks, organización mediática internacional sin ánimo de lucro que publica a través de su sitio web informes anónimos y documentos filtrados con contenido sensible en materia de interés público, preservando el anonimato de sus fuentes. Un excelente proyecto sobre la libertad de expresión que fundó allá por el 2006 el ahora “criminal” australiano Julian Paul Assange, quien al no cometer delito alguno, más que el derecho que tenemos como ciudadanos del mundo de acceso a la información, se le acusa de “caliente”. 

Disculpe el termino estimado lector, pero con acusación tan estúpida los amos del mundo pretenden callar una voz que afecta sus intereses, pues lo único que cometió este periodista y programador fue haber “forzado” a una chica a tener relaciones sexuales sin condón; hágame el chingado favor, cuantos hombres en México serian boletinados en ficha roja y capturados por la Interpol por semejante delito, medio país si no me equivoco. De ese tamaño es el miedo del imperio hacia este “insignificante” personaje que los ha puesto a temblar, con la información sensible que posee. 

El caso de Assange demuestra que la información en esta nueva era de las redes sociales es poder, puesto que con un simple clic pone a todo un imperio a sus pies. Si bien es cierto los cablegates revelados por este australiano obedecen más a chismes de lavadero sobre ciertos actores políticos internacionales, no deja de ser menos importante el hecho de hacerlos públicos, sobre todo porque se dice existen mucho más documentos sobre la esquizofrénica forma de llevar las relaciones exteriores del país de las hamburguesas y los hot dogs. 

Es indignante la forma tan gansteril de operar de los amos del mundo que pretenden censurar con cargo tan pueril a un periodista comprometido con la verdad. No cabe duda que los que no quieren ser vencidos por la verdad serán vencidos por el error, pues Assange ya se ha convertido en un héroe de la información que con el uso inteligente de la red ha potencializado sus capacidades y se ha dado a conocer como un paladín en esta nueva era de la comunicación digital. 

Así pues, de algo estoy seguro si Julian Assange sabría en el pedote que se iba a meter y el escándalo internacional que iba a provocar, por hacerlo sin condón, segurito se lo pone; sin embargo no fue así y con acusación tan infantil parece el imperio le dejara caer todo el peso del Estado para hacerle pagar por tan “semejante osadía”, una verdadera vergüenza para un país que se dice democrático y protector de los derechos humanos.

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*politólogo