En la mañanera del 9 de abril, el presidente dijo que parte de su trabajo es proteger a los ciudadanos cuando sus vidas, su familia o sus bienes están en peligro. Es verdad que tiene esa obligación, por lo mismo, muchísimos estuvimos y estamos de acuerdo con la urgencia de contar con la Guardia Nacional, que dé paz y seguridad a los ciudadanos. Pero como dice la gente, “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. Me explico. Como millones de mexicanos apoyé y sigo apoyando el proyecto de gobierno de López Obrador, nunca he sido un político vergonzante. No me voy con la finta de que con sus políticas AMLO está manteniendo el neoliberalismo, fortaleciendo al sistema, que está defraudando a sus votantes, que no está por la construcción de un país en el que no haya ni asalariados ni explotadores. ¡No va por ahí mi pensamiento!

Sostengo, por el contrario, que no se puede hablar de un cambio que desmonte el capitalismo, si no, por lo menos, se reconocen las debilidades organizativas del sujeto que habrá de transformar radicalmente, lo que hoy seguimos viviendo en México. A partir de esta idea central de mis concepciones políticas, pongo al juicio de mis críticos las razones que tengo para no estar de acuerdo con una decisión tomada por el presidente de la República en estos últimos días. La mayoría de los electores que votamos por un proyecto alternativo de nación lo hicimos porque siempre fuimos los más lastimados por una política económica desastrosa. El enriquecimiento ilícito de una mafia hasta hoy poderosa y una corrupción rampante llevaron al pueblo a padecer la más indigna exclusión de todo tipo de beneficios. Esto detonó una decisión que se expresó en un 53% de la votación el 1º de julio del año pasado.

Por eso cuando se le dijo al pueblo durante la campaña que se acabaría con los privilegios de esos mafiosos y se haría el trabajo necesario para acabar con el régimen político que los facilitaba, el pueblo apoyó sin reticencias las propuestas del ahora presidente López Obrador. La gente se sentía feliz con la promesa de que una de las primeras acciones de gobierno sería quitarle la pensión y los demás apoyos que se auto dieron los expresidentes del prianismo. El pueblo brincaba de contento porque por primera vez habría un presidente que marcaba una política en la que no estaban presentes los dispendios, el robo, el entreguismo y el abandono de los intereses de la población.

Es verdad que en estos casi 120 días de gobierno ha habido decisiones políticas que no a todos han convencido. ¡Se entiende! Sin embargo, estos mafiosos no se resignan a perder sus privilegios y sus intereses bastardos. La arrogancia ha vuelto a sus rostros porque encontraron en el presidente la nobleza y la intención de pacificar el país a pesar de que se la pasan conspirando contra sus políticas públicas. ¡Aguas, señor, el nido de los buitres se está reactivando y son justamente estos cuatreros los que engrosan las filas de la conspiración.

Por eso resulta inexplicable que el presidente ordenara al secretario de la Defensa Nacional para que de inmediato se les asignara 8 militares a Fox y a Calderón, corruptos hasta el tuétano y, además, bufones de la política, porque dicen, su vida corre peligro. Hay quienes justifican esto como correcto porque -señalan- tal medida permitiría al gobierno federal observar de cerca su comportamiento, evitar su posible fuga del país y ganar tiempo para que el Congreso reforme la constitución y se pueda proceder, de acuerdo con la ley, a enjuiciarlos. ¡Puras pamplinas! El gobierno sabe todos sus movimientos y no necesita de esta decisión para saber de qué lado mascan estos reptiles.

¿Qué pasó señor presidente? ¿Qué factores reales estuvieron presentes en esta equivocada decisión? ¿Es más importante la vida de estos trúhanes que la de miles y miles de ciudadanos que estamos asolados por la criminalidad en todas partes del país, aguantando la lentitud para que se nos atienda? Estos señores no tienen honor, son personeros de la corrupción, del oscurantismos, mentirosos y perversos, por eso les quitó sus privilegios. ¿Por qué ahora a los primeros lloriqueos se los devuelve, aunque sea de manera parcial? Desde que terminaron sus funciones como presidentes de la República se dedicaron a desacreditar su gobierno, no son una oposición, son la voz de los intereses más oscuros y retardatarios de las mafias que están siendo desplazadas por una nueva forma de gobernar. ¿Por qué no les quita la mamila ipso facto, señor presidente?