Leo en Milenio Diario que desde los tiempos de Miguel de la Madrid todos los presidentes, excepto Ernesto Zedillo, han posado para un escultor. Y todos, por tal razón, tienen su estatua en Los Pinos.

Es notable el caso de Zedillo, quien se negó a posar para el artista. Su estatua, así, fue colocada en la residencia oficial 21 meses después de haber concluido su mandato.

Zedillo ha sido mejor presidente que los otros (mejor que Carlos Salinas, mucho mejor que Vicente Fox y Felipe Calderón), por sencillo.

Cuando Gabriel Jiménez Remus era embajador de México en España se enteró de que Zedillo, ya expresidente, iba a visitar Madrid para dar alguna conferencia.

El embajador se comunicó con Zedillo para ofrecerle un coche o incluso para ir a recibirlo al aeropuerto de Barajas, a donde iba a llegar el ex presidente en un vuelo comercial.

Zedillo se negó a que utilizar recursos de la embajada. Amablemente le dio las gracias a Jiménez Remus y rechazó las atenciones.

Pero Zedillo ha sido un político raro. En cambio Calderón…

Calderón, tan vanidoso como cualquiera, aceptó posar para el escultor. Así, su monumento ya está listo. Ha costado 500 mil pesos. Demasiado.

Calderón, me parece, no vale tanto.

Ojalá Peña Nieto acabe con eso. No se vería mal el mexiquense si manda retirar de Los Pinos las estatuas de sus antecesores y las regala a la familia de De la Madrid, a Salinas, a Fox, a Calderón… Y la de Zedillo, como a este no le gusta andar de presuntuoso, pues que simple y sencillamente la destruya.