Es obvio que estamos viviendo tiempo de buitres. Los adversarios del cambio se retuercen de frustración y de rencor. No hay que ahondar mucho para saber cuáles son las razones de fondo que hacen que los enemigos de la 4T estén en la histeria, en el lagrimeo, en el colapso político. No creo que su ardor sólo provenga de la derrota electoral que sufrieron el 1º de julio del 2018. Lo que les duele y no han superado, es que se les hizo cochambre la soberbia, se les cayó el pedigrí, el falso linaje que creyeron poseer sólo porque el trabajo de los obreros, campesinos y empleados, los hizo pensar que la explotación que ejercían sobre ellos, les daba el derecho de pasear la idea de que eran intocables, dueños del dominio, control y mando sobre el pueblo. Disfrutaron de la impunidad por muchas décadas, eran los señores de horca y cuchillo, detentaron el poder económico y político, subestimaron la inteligencia de la gente, se burlaban de su cultura, de sus tradiciones, de su organización y de su capacidad de resistencia.

Esos adversarios que hoy han enloquecido porque no tienen ni rumbo ni proyecto políticos, están desplegando una campaña que muestra su odio, su frustración, su nula formación cultural y su falta de ética. Por mucho tiempo sostuvieron que bastaba con ir a misa los domingos o traer la biblia en la mano para que creyeran merecer el aprecio de los que calificaban como el populacho. Usaron su poder económico como un distintivo para que la pelusa los respetara, votara por ellos o justificaran traer a personajes extranjeros para gobernarnos. ¡Se equivocaron! Quien hoy es el presidente le abrió los ojos al pueblo y unió su bagaje cultural con lo que el filósofo prusiano Ernesto Cassirer llamó “el lenguaje conceptual que llega al sentimiento, a la lógica, a la ciencia y a la imaginación poética” (1) Y AMLO, hay que decirlo, no solo es un buen escritor, culto, conocedor de la historia, sensible y entendedor de lo que el antropólogo Guillermo Bonfil Batalla escribió sobre el México profundo. Los políticos de la oposición, no solo son zafios y elementales, son, sobre todo, ajenos a la cultura, a los sentimientos y a las necesidades del pueblo.

Que AMLO traiga amuletos, estampitas que le regala la gente y de cuando en cuando los muestre a sus auditorios, no es una prueba de fanatismo religioso, signos de atraso cultural o una burla a sus ignorantes detractores. Es el incuestionable y subliminal mensaje para quienes no entienden los rituales, las creencias del pueblo y los sentimientos humanistas del presidente. Lo que hace AMLO es abrazar las tradiciones, la cultura y su filosofía. La gente lo respeta, lo bendice, lo colma de regalos, de símbolos, de bastones, porque con esto le expresa la visión y el concepto que tiene de su mundo. Sólo en él y en el Gral. Lázaro Cárdenas del Río, el pueblo volcó su admiración, su cariño y su reconocimiento. A los que ladran todos los días contra su gobierno, sólo viven el desprecio, la crítica y el repudio de los explotados del país.

Estas son algunas de las razones del ruido y de las críticas hueras que le lanzan recurrentemente al presidente López Obrador. ¡Nada es casual! La gente valora sin límites el trabajo y la capacidad intelectual de su líder. Andrés Manuel López Obrador no sólo es un personaje de la política, de esa actividad honorable que poco o nada valoran los sectores del conservadurismo trasnochado. ¡Para el pueblo el presidente es otra cosa! Es la compleja suma de un trabajo que por años viene realizando a favor de los olvidados. Es la honestidad, la capacidad intelectual, el talento para escribir, trabajador incansable, rescatador de las lenguas indígenas, las tradiciones, la cultura, la poesía y los sentimientos de los pueblos originarios. Es trabajo político al servicio de la gente. Todo esto, junto, es lo que hace irrompible ese lazo entre Andrés Manuel y sus seguidores. Esto es, sin duda, lo que les arde a sus opositores cuya verborrea incontinente no tiene ni pies ni cabeza, sólo odio y rencor.

Vivimos un tiempo de buitres. Haga lo que haga el presidente, sus adversarios seguirán viviendo de la intriga, de la carroña, del odio y de la frustración. Su falta de talento los llevará a su pronta debacle. Proyecto y cultura política no tienen. Solo hay en su haber el apoyo de los medios y columnistas acostumbrados a vivir del chayote, del poder económico, de los que se oponen a que el pueblo recupere sus derechos y su dignidad.

El tiempo de los buitres va a terminar pronto, la gente ya está de pie, le sobra decisión y talento para impedir un retroceso que la lleve de vuelta a la degradación económica y social. A los señores, otrora poderosos y soberbios, se han ganado a pulso la severa crítica de la mayoría de la gente pensante. Los agravios sufridos a lo largo del tiempo los iremos cobrando un día sí y otro también. Por lo pronto les hacemos llegar las palabras con las que Pito Pérez cerrara su testamento: “Nosotros no nos arrepentimos de nada, tendremos fuerzas para escupirles en su cara todo nuestro desprecio. Fuimos una sombra que vivió sin comer muchas veces y nos llevaron de cárcel en cárcel. Un dolor hecho alegría de campanas y de verdades. Nuestro pleito ha sido desigual, lo comprendemos. Pero del coraje de todos los humildes, un día surgirá el terremoto, y entonces, no quedará piedra sobre piedra” ¡Ya les cobraremos lo que nos deben!

(1). - Filosofía de las formas simbólicas y el pensamiento mítico. Ernesto Cassirer, FCE

(2). - La vida inútil de Pito Pérez, José Rubén Romero, Editorial Porrúa