Terminé hace unas horas de ver el primer y hasta el momento único documental de la hija de José Luis Cuevas, María José. Me pareció interesante, aunque con una dosis de  morbo en relación a la decadente vida de varias mujeres que se definían a sí mismas, en su juventud, como unas diosas.

Es la exhibición de cómo termina la historia de unas mujeres que basaron toda su vida en una definición de belleza que ya no existe pero que los mexicanos seguimos buscando entre otros valores como la verdad, la justicia y la razón.

La belleza es bondad, decía Platón, simetría, proporción, armonía. Lo bello existe y es un valor universal, pero lo que cada quien considera bello cambia de cultura en cultura, incluso de tiempo en tiempo.

“Bellas de noche”  habla la época de las vedettes. Este pequeño movimiento artístico surgió en la segunda mitad del siglo XX, tuvo un auge fascinante en los 80 y 90 para terminar al final del siglo.

Una vedette  es una artista que debe saber cantar, bailar y actuar en un escenario, casi siempre tenían un físico exuberante; al menos el famoso “90-60-90”, o más. No demasiado delgadas, pero tampoco con panza, aunque en los mexicanos el gusto es de una gran cadera, unas grandes nalgas y, entre más busto, mejor.

Además del canto, baile y actuación, las vedettes también incluían en sus shows bailarines, vestuario llamativo, magos, comediantes, malabaristas e incluso animales exóticos. Algunas ocasionalmente ejecutaban una expresión artística llamada burlesque, en el cual había rutinas de striptease y en algunos locales, que ya también no existen en la ciudad, se podía ver sexo en vivo y otras fantasías.

El documental nos recuerda una época que ya no existe por tres razones. La primera es que el acceso a ser bella se democratizó. Hoy día las mujeres jóvenes se aceptan como son, en su mayoría bellas, se visten como quieren, se defienden de los hombres, no les preocupa vivir su sexualidad y, sobre todo, no están esperando a tener un hombre para estar completas.

Las mujeres adultas, mayores de 35 años, no se sienten viejas, no se dejan engordar, incluso son más sexys, dinámicas, ganan en muchos casos más dinero que sus pares masculinos y no se sienten derrotadas por un divorcio. Son algunos ejemplos de que el acceso a la belleza es cada día más universal.

A diferencia de esa época en que descubrir una mujer bella era un verdadero acontecimiento, hoy las mujeres tienen acceso a información para poder verse mejor, la ciencia ha descubierto muchas formas de curar algunos problemas hormonales, de alimentación y psicológicos que antes era imposibles de tratar y mucho menos de acercarse a un especialista para plantearle su “problema”.

Hoy la belleza es para todas, incluso ya no hace falta invertir grandes cantidades de dinero para seguir siendo bella después de los 40.

La razón más importante del fin de esa época  fue la masificación y democratización del Internet, con él se masifico el sexo, en sólo 17 años la industria de la pornografía vio sus mejores momentos y ahora está viendo una grave decadencia, pues el acceso a videos explícitos en la red están al alcance de una tecla e incluso en nuestro país hay muchas mujeres que están dispuestas a filmar una escena de sexo amateur y publicarla en redes sociales.

El número de videos que circula en redes de whatsapp y el acceso a estos sería escandaloso para mi mamá y mis tías, si vivieran.

Este acceso a la libertad sexual y la democratización de la belleza es lo que ha sepultado la industria del espectáculo de las vedettes. El acceso a algún espectáculo mejor o más explícito es fácil y gratuito, los jóvenes ejercen su sexualidad sin miedo, la mayoría con precaución, aunque el problema del embarazo adolescente no deseado no ha variado mucho entre 1990 y 2017, pues según cifras de la CONAPO en 1992 la cifra de embarazo fue de 18.1% , 2006 de 16.5%, en 2009 18.5% y en 2013 de 17%.

Frases como “la suerte de la fea, la bonita la desea” ya no aplican, pues ahora todas son bellas de muchas formas, en muchos estilos, sin miedo satisfacen un placer individual que se convierte después en un colectivo.

No extraño los espectáculos ni las películas de vedettes; eran mujeres muy hermosas, pero que en esa época inaccesibles, celebro que en esta época disfrutemos de la democratización de la belleza y del acceso al placer sin culpas. Aunque no me gustó la exhibición de estas bellas mujeres de la tercera edad, castigadas por el documental sólo por vivir en una época, que ya se fue.