Es un poco absurdo, pero es real: mucho de lo que está en juego (la estabilidad económica de la mayoría de mexicanos) depende de la decisión de un solo hombre: Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, nuestro presidente.

Es peligroso poner en manos de una sola persona tanto poder, pero hoy es así: vivimos en un régimen presidencialista y en este caso, el partido del Presidente controla significativamente el poder legislativo. 

¿Cuál es la situación actual?

1. Existe un consenso global de que el impacto de la pandemia en la economía es devastador. Muchos hablan de una caída del 30/50% en el consumo y un impacto en el PIB de entre el 5 y 10% este año. Lo grave, gravísimo, es que el impacto en el empleo, sobre todo de las Pymes, será muy fuerte; se estima una pérdida de empleos de alrededor de 20% de la fuerza laboral. Estados Unidos calcula una pérdida de alrededor de 45 millones, Europa de 30 millones. Entre ambos representan casi el 50% del PIB mundial.

2. Existe, también, un consenso global que plantea como solución de emergencia la adopción de medidas anticíclicas (que confronten el ciclo adverso al que se dirige la economía). Destacadamente, contratar altos montos de deuda y usarla en apoyar a ciudadanos vulnerables, invertir en proyectos de infraestructura intensivos en mano de obra e inyectar liquidez al sector productivo para que el impacto de la caída sea gradual, escalonado y sin una fractura irremediable.

3. El mundo está inundado de liquidez pero por si fuera poco, México dispone de una liquidez envidiable entre reservas del Banco Central, fondos de pensiones, reservas de empresas de seguros, sistema financiero bien capitalizado, disponibilidad de recursos de la Secretaría de Hacienda. No tenemos un problema de fondeo. 

¿Qué razones da el Presidente para no actuar en la parte de apoyo al aparato productivo?

1. No quiere endeudar al país. Esta ha sido una de sus grandes promesas y la ha cumplido. La situación ahora es extraordinaria pues vivimos dos emergencias (no una): médica y económica. Quizá valdría la pena que el talentoso equipo de Hacienda le hiciera algunas cuentas sobre los impactos de la crisis en la economía con varios escenarios: el impacto en los ingresos del gobierno en los próximos 4 años si no apoya ahora al sector productivo y si lo hace. Se daría cuenta que en TODOS los casos tendrá que contratar deuda. No hay de otra. El asunto es que si no apoya ahora, la contratación de deuda será mayor. Es un asunto de sumas y restas.

2. No quiere favorecer a los que tienen y pueden. Muy bien, no es tan difícil y estoy seguro que los representantes de los grandes empresarios estarían de acuerdo con tal de lograr los apoyos necesarios para ayudar al tejido empresarial. Claramente se puede establecer cuáles sectores y qué empresas pueden aguantar la caída. Es posible, para aquellas que tengan problemas, establecer programas conjuntos entre la banca comercial y la banca de desarrollo para apoyar el capital de trabajo de las empresas que tengan problemas de liquidez y puedan afectar a sus proveedores (en muchos casos Pymes).

3. No quiere que los buitres de siempre se aprovechen de la crisis. Muy bien, pues que señale y blinde las acciones a emprender de este tipo de prácticas. Así como él supervisa las compras y contratos importantes, que haga lo mismo: supervisión estricta sobre apoyos de monto relevante.

4. No quiere distraer recursos del gobierno del apoyo a los más pobres. No necesita hacerlo. El paquete de apoyos al aparato productivo puede llevarse por cuerda separada. En el caso del apoyo a las clases vulnerables pueden ser recursos a fondo perdido mientras que los apoyos al aparato productivo son recursos de financiamiento que deberán ser devueltos. Hay ya demasiados ejemplos en Europa y Estados Unidos de legislaciones que establecen y regulan estas acciones.

¿Cómo convencer al Presidente?

1. En primer lugar es muy importante dejar de atacarlo. No puede ser posible que ante la emergencia el discurso en la calle (medios, redes, chats) nos haga pensar que existen dos Méxicos. Es bastante irresponsable la polarización. En este sentido es claro que ambas posiciones antagónicas están cometiendo un error gravísimo que nos saldrá muy caro a todos. Hoy el Presidente es nuestra máxima autoridad y me parece que les toca a la elites mostrar en los hechos que están dispuestas a respetar y apoyar. Un mensaje a todos los mexicanos llamando a cerrar filas en favor del país y en consecuencia del gobierno actual, sería un paso decisivo.

2. Las empresas pueden desarrollar cadenas de abastecimiento nacionales que permitan a Pymes tener trabajo. Sustituir importaciones de manera dinámica es muy importante en el momento actual. El sistema financiero podría anunciar medidas de reestructuración y apoyos de liquidez a Pymes y profesionistas independientes para dar el salto a la crisis. También, programas de reestructura a deudores de hipotecas y tarjetas de crédito ampliando los plazos de pago y dando periodos de gracia de 6 meses. Esto enviaría una señal decisiva a todos los mexicanos. Quizá ahora ya se esté haciendo algo, pero orquestarlo y comunicarlo es capital. Una campaña de consumo de productos nacionales y en especial locales (la estrategia de kilómetro cero que tan bien funciona en Europa), ayudaría a formar una conciencia nacional de apoyo a nuestros productores.

3. Pequeños pasos hacia adelante. Como en toda negociación compleja, muchas veces no se puede negociar todo de golpe. La desconfianza, las diferencias lo impiden. Pero si se van dando pequeños pasos de aplicación inmediata y las partes comprueban las bondades de la acción, se podrá construir paulatinamente la posibilidad de dar pasos un poco más atrevidos.

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Son bastante claras las diferencias en las posiciones de cada grupo. También deberíamos tener claro todos que hoy el Presidente AMLO es quién tiene la ultima palabra. Nos toca a todos intentar convencerle por las buenas. Intentar por las malas nos saldrá más costoso a todos. Así que sea por convicción o por interés, pongamos el sentido común por delante.