(Advertencia: Si usted no le sabe al beisbol, puede leer solamente el CAJÓN DE SASTRE).

¿Cuándo se ha visto que el mánager de un equipo de beisbol, les ordene a los jugadores de la novena “rival”, qué batear cuando se paran con el tolete a tomar su turno en el home?

Normalmente, los bateadores toman la señal volteando hacia su coach de tercera base, y para nada voltean hacia el dugout del equipo contrario. ¿Verdad?

Al tocarle batear a su equipo, el coach de tercera toma la señal que el mánager le envía desde el dugout, de tal forma que el bateador -al menos en un equipo profesional- nunca se manda solo. 

Esto es, nunca tiene la libertad de decidir si hace el swing buscando la barda; o nada más chocar la bola buscando un hit; o si tiene que tocar la bola; o si debe aguantar a que le pasen el primer strike; o si debe tirarle al bateo y corrido para proteger a sus compañeros embasados que salieron al robo de base.

En el beisbol -en serio y a diferencia de otros deportes- ningún jugador se manda solo. El que ordena todas las jugadas -ofensivas y defensivas- es el mánager, que siempre está dentro del dugout mascando chicle o pepitas tostadas, excepto cuando entra al terreno para sacar a un pitcher que la está regando. Cuando otro de sus jugadores de cuadro o de los jardines tiene qué ser cambiado por otro, el mánager ni se molesta en salir, solo agita su mano y ya está, uno sale y otro entra.

Ese es el beisbol, el rey de los deportes que tanto le gusta al presidente López Obrador, mánager contratado por 30 millones -de un total de 127 millones de mexicanos- para dirigir la franela de la novena Morena, que representa a México, hasta el 2024.

Pues bien, este mánager tiene hoy tanto poder, que está mandando desde su dugout, las señales que siguen al pie de la letra -como buenos beisbolistas profesionales que son- los jugadores del equipo al que se enfrenta, el de la novena tricolor, al cual ya le ganó el juego de julio del año pasado.

Desde su dugout, y cuando le tocaba el turno al bat al equipo contrario, le ordenó a la mánager del rival, de nombre Claudia Ruiz Massieu, que le pasara al bateador Alejandro Moreno la señal de bateo libre, esto es, que le tirara a la bola que venía.

Al mismo tiempo, López Obrador le ordenó a su pitcher que le lanzara a Moreno un flan, de tal forma que el bateador le hizo swing y se voló la barda, para marcar un jonrón que fue concertado entre los mánager de ambos equipos.

De hecho Moreno entró de bateador emergente y para ser elegible en el equipo tricolor, tuvo que renunciar a un equipo local de su estado natal Campeche, donde jugaba de titular.

Antes de él, el “académico” José Narro fue ponchado, porque recibió la señal de su mánager de tirarle a la bola, que resultó ser una endiablada recta de casi 100 millas que a su vez ordenó a su pitcher el mánager -ya saben quién- del equipo contrario, el del dugout de la novena México. 

Casualmente, Narro quería el puesto de mánager del equipo tricolor, pero al ser ponchado, cobró notoriedad su compañero que se voló la barda, Moreno, el de Campeche, quien es ahora el más firme candidato a ocupar el puesto de Ruiz Massieu.

Narro acaba de abandonar a su novena tricolor y salió del equipo echando chispas porque dice que la mánager Ruiz Massieu vendió el juego a su acérrimo rival.

Una compañera de Narro se solidarizó con él, de hecho ella no es propiamente jugadora de cuadro ni de jardín, es más bien la cronista del equipo, se llama Beatriz Pagés y ya no está más en el equipo tricolor, porque dice que en ese partido -perdón, en esa novena- los dados ya estaba cargados para que Moreno ocupe el puesto de mánager.

Otro compañero de Narro -que también quería ser mánager y que responde al nombre de René Juárez- no se salió del equipo pero debido a que ya se dio cuenta de que las órdenes no las da Ruiz Massieu, sino el timonel del equipo contrario, está jugando bajo protesta.

Uno de los más influyentes coaches del tricolor, Manlio Fabio Beltrones, apoyó a Narro en sus acusaciones de que el “juego” de su equipo contra su poderoso rival, es una farsa entreguista de uno a los pies del otro.

El mismo Narro -animado por tanto apoyo- llegó a decir que el mánager López Obrador le pasó la señal a Alito respecto al lanzamiento que éste conectó de jonrón.

En otras palabras y a su juicio, el juego entre los equipos de México -jugando con la franela morena- contra el de los tricolores, está bien tamaleado.

Narro tiene amigos y simpatizantes a su causa en todos los estados del País, que juegan -todavía- dentro de las filas del equipo tricolor.

Va a ser interesante ver qué derrotero toman esos cuadros distinguidos del tricolor ante lo que está sucediendo, pero sea cual fuere su decisión, todo parece indicar que el nombre del juego para el PRI -perdón, para el equipo de los tres colores- es servir como caja de resonancia ante los designios del mánager de beisbol más poderoso que ha visto México en su historia.

CAJÓN DE SASTRE

“La analogía que haces es buena, pero hay qué llamar las cosas con sus nombres y apellidos: López Obrador no se conforma con achicar al PRI, sino que además quiere que sus mandos sean leales a él, que le deban a él sus puestos y todo esto se consuma, que el Dios de Spinoza nos agarre confesados”, dice la irreverente de mi Gaby.

placido.garza@gmail.com

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Forma parte de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe para prensa y TV. Maestro de distinguidos comunicadores en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras. Como montañista ha conquistado las cumbres más altas de América.