La comida en Palacio

Apenas termino de leer una infinidad de notas en distintos diarios de circulación nacional. Todos reproducen la misma información. Básicamente que el presidente López Obrador se reunió a comer hoy con un grupo de empresarios en Palacio Nacional.

¿Empresarios? ¿O más bien UN SOLO empresario?

Es que cuando uno se adentra en todas esas notas, encuentra que el único hombre de negocios al que se menciona es a Carlos Slim Domit, hijo de Carlos Slim Helú. No se provee de una sola información sobre el resto de los asistentes. ¿Dónde quedaron, pues, los otros empesarios?

Lo anterior indudablemente lleva a pensar que el comunicado lo filtró la oficina de comunicación de los Slim; si lo hubiese divulgado Presidencia, sin duda Jesús Ramírez y el propio Andrés Manuel habrían tenido la cortesía y precaución de dar a conocer el nombre de todos los empresarios asistentes (lo cual, aclaro, no obsta que la Coordinación de Comunicación Social de Palacio Nacional se vea forzada en breve a dar a conocer más detalles de la comida, esto es, los nombres de todos).

Lo curioso es que el multimillonario y su oficina de relaciones públicas dan a conocer esta información a los medios en medio de importantes disputas relacionadas con los pagos y permisos de una carretera en Puerto Vallarta, en la que participa Grupo Carso y, además, fuertes diferencias en la discusión y decisión en materia de establecer una empresa pública para proveer de una vez por todas de Internet a todo el territorio nacional, haciendo uso de la red de fibra óptica de la CFE. Eso sin mencionar que el emporio de las telecomunicaciones en México ha estado insistiendo —presionando sería el término más adecuado— en incursionar en otros sectores.

¿Esta filtración de la comida de los empresarios con solo un empresario (Slim Domit) como asistente es señal de buena voluntad, de pedir paz, una tregua en la batalla de parte de Slim hacia el primer mandatario? Yo creo que —por ahora— sí, pues solo Carlos Slim se equipara a AMLO en aquello de las tablas en la negociación política y esto fue un gesto de acercamiento. Pero solo eso: la guerra está declarada, sobran signos públicos, publicados y publicitados que la evidencian.

Así que la bandera blanca que los Slim han sacado no impide que preparen ya su artillería pesada contra Andrés Manuel y su gobierno en caso de que estos no muestren, digamos, “mayor disposición” y “más flexibilidad”. ¿Quitarle proyectos al mismísimo Carlos Slim? Por favor. ¿Qué el Estado participe como proveedor de Internet, es decir, como competidor del hombre más rico de México y uno de los más adinerados del mundo? Eso no se perdona ni se olvida.

Son pequeños movimientos, pero en una verdadera batalla política nunca son vaciladas. En esta guerra nada está descartado.