El montaje mediático, lo que en Relaciones Públicas llamamos un happening provocado o inducido, es una acción que se ejecuta con la finalidad de modificar la percepción de la opinión pública respecto a un personaje, suceso o a una marca corporativa. Han existido montajes (llamémosles “campañas”) monumentales como la realizada por la agencia Hill & Knowlton para el gobierno de los Estados Unidos en 1990 para justificar la Guerra del Golfo. 

Esa asombrosa campaña incluyó, al rendirse Irak, la transmisión de imágenes de animales bañados en petróleo supuestamente porque el ex presidente Saddam Hussein había ordenado vaciar y quemar todos los pozos petroleros de Kuwait al Golfo Pérsico, ocasionando un enorme desastre ecológico. Sin embargo, las imágenes que en ese tiempo repitieron hasta el cansancio cadenas como CNN y el Sistema Informativo ECO, correspondían a animales que viven en el Ártico, afectados por el derrame del Exxon Valdez ocurrido un año antes. 

Por esta y otras acciones, como la declaración falsa de la niña kuwaití Nayhira, quien testificó ante el Congreso estadounidense la manera en la que soldados iraquíes entraban a los hospitales kuwaitíes para sacar a los bebés de las incubadoras y matarlos, Hill & Knowlton recibió 10 millones de dólares en tan solo seis meses de campaña. Resultó que la niña Nayhira era hija del embajador de Kuwait en Estados Unidos y jamás había estado en su país. 

En México hay ejemplos más burdos de montajes mediáticos como el caso de la detención de la ciudadana francesa Florance Cassez el 9 de diciembre de 2005, acusada de pertenecer a una banda de secuestradores apodada por las autoridades como “Los Zodiaco”. Genaro García Luna recreó para Televisa el operativo, lo que trajo graves consecuencias diplomáticas que concluyeron con la liberación de Cassez.

El diario Reforma, en Templo Mayor, considerada la columna de opinión más influyente del país, sugirió esta semana que el happening del secretario de Educación Pública (SEP), regañado por una niña por decir “ler” en lugar de “leer” en un acto público, obedeció justamente a un montaje mediático con la finalidad de mover a Aurelio Nuño en redes y elevar su posicionamiento. Que al parecer, la niña “estaba entrenada para ese momento y que el objetivo era mover a Nuño en redes sociales, hacerlo trending topic en Twitter y granjearle muchos likes en Facebook”.

Dudo que la versión que da a conocer Comunicación Social de la SEP al diario Reforma sea verídica. La opinión pública mexicana está adquiriendo madurez como para pensar que esta acción responda a cualquiera de las 10 estrategias de manipulación mediática de Noam Chomsky y que son aplicables, de ser cierto, para el caso de Aurelio Nuño. La opinión pública mexicana no es ni estúpida, ni vulgar ni inculta. Aunque no me extrañaría que el Gobierno Federal piense lo contrario, pues se ha caracterizado por su errática gestión de comunicación durante todo el sexenio.