Millones de dólares más, millones de dólares menos, la famosa banda ancha 2.5 Ghz ha sido valuada por los especialistas en, cuando menos, 2500 millones de billetes verdes de los circulan en Estados Unidos.

La rabieta que se traen los dueños de MVS y Dish (los abiertos como los Vargas y los tapados como los Slim) porque el gobierno rescató para la nación los espacios que tenían concesionados y sin utilizar de la 2.5 no es para menos. Les están quitando un negocio millonario que, aguantando un poco en la mera especulación, podría llegar a vales en el año 2015 cerca de 10 mil millones de dólares.

Ayer Joaquín Vargas, que está injertado en pantera después de pasar toda una vida por un personaje al que no le gustan los pleitos, se dio vuelo sacando de su archivo conversaciones que sostuvo por internet, teléfonos móviles y otros sofisticados aparatos de comunicación, con funcionarios del gobierno que encabeza Felipe Calderón para enjuiciarlos cruelmente.

Y el argumento que esgrime Vargas Guajardo es que trataron de presionarlo para que sacara de su estación radiofónica el noticiero de la periodista Carmen Aristegui.

Apunta Joaquín Vargas contra Alejandra Sota, vocera de la presidencia de la república y Javier Lozano, ex secretario del Trabajo y ahora senador electo por el estado de Puebla. Les llama chantajistas, funcionarios sin ética, extorsionadores y enemigos de la libertad de expresión. Y tal vez en algunos casos Alejandra Sota y Javier Lozano se hayan comportado de la tortuosa manera en que los acusa Joaquín Vargas.

Pero eso es algo muy distinto a que, por una periodista que dijo que la presidencia debería informar si Felipe Calderón era alcohólico por unas mantas que un descerebrado como Gerardo Fernández Noroña colocó en la tribuna de San Lázaro, les quiten la posibilidad de agenciarse indebidamente un patrimonio de los mexicanos y tenerlo a su disposición para realizar importantes y cuantiosos negocios.

Ciro Gómez Leyva y Jorge Zepeda Patterson han recordado recientemente que Carmen Aristegui no es santo de su devoción. Como no lo es tampoco de muchos, incluyéndome yo, que no represento a nadie más que a mí mismo. Y de la misma manera ni a Ciro, ni a Zepeda ni a los otros que no nos parece la forma en que Aristegui pontifica, enjuicia y aplasta de manera inmisericorde prestigios, individuales y colectivos, a ella le asiste el derecho de hacer el periodismo que se le antoje y de considerarnos indignos de pertenecer al gremio a otros muchos.

Eso es lo relativo a las formas de ejercer el periodismo. Pero lo que está en juego es un inconmensurable negocio.

Pero en ese lance México define el futuro de sus telecomunicaciones con tecnología de punta. Con el proyecto de Vargas con el dinero de Carlos Slim detrás, de seguro que la competencia en la materia sería cero en México. Slim siempre va por todo.

Como le dijo ayer Carlos Elizondo a José Cárdenas en su prestigiado noticiero, un monopolio en este ramo de la tecnología traería muchos inconvenientes para México. La competencia es lo más sano en este momento para el desenvolvimiento democrático de los medios de comunicación. Palabras más, palabras menos, un hombre juicioso como Carlos Elizondo, advierte al gobierno de Enrique Peña Nieto lo que puede pasar si se concentra la poderosa tecnología de Internet a alta velocidad en dos manos. Una muy grandota y otra muy chiquita.

Yo creo que, sin duda, Carmen Aristegui es una periodista que tiene su valor. Pero lo que está en juego en el litigio de la banda 2.5 es un negocio millonario, no la libertad de expresión atacada por funcionarios del gobierno, so pretexto de un asunto que se resolvió hace dos años, toda vez que la periodista sigue al aire.

La verdad es que yo escucho de vez en cuando a Carmen Aristegui. Mi noticiero favorito es el de mi amigo Pepe Cárdenas con su sensacional Cristalazo de mi otro gran cuate, el culto, inteligente y mordaz Rafael Cardona.