Un empresario, Joaquín Vargas, de MVS, y el gobierno federal, encabezado por Felipe Calderón, negociaron vulgarmente con el trabajo de una periodista independiente, Carmen Aristegui.

Eso es gravísimo.

Por razones que siguen sin estar claras, una concesión para prestar servicios de telecomunicaciones, la de la famosa banda 2.5 Ghz, quedará inutilizada.

El gobierno “rescató” esa concesión, es decir, se la quitó al empresario que la tenía, el señor Vargas, pero este se va a amparar, lo que impedirá que la banda 2.5 sea usada por otro concesionario en varios años.

Hay un escándalo enorme. Empresario y gobierno quisieron usar a una periodista como moneda de cambio. Y el resultado de negociaciones que no terminan de conocerse, en las que pudo haber influido la empresa Televisa, para todo fin práctico será el de que se ha arruinado el negocio de la banda 2.5, que nadie podrá explotar.

Como a Joaquín Vargas le dijeron, seguramente como excusa, que no lo iban a ayudar con la 2.5 porque Aristegui, en una radiodifusora propiedad de Vargas, había preguntado por el alcoholismo de Calderón, hay quienes piensan que el tema relevante es el de si es aficionado, o no, a las bebidas alcohólicas el esposo de Margarita Zavala.

Así lo quiere ver Ciro Gómez Leyva, un periodista al que parece no importarle que se haya negociado con una colega suya ni, tampoco, el daño que para México representa el que no se vaya a utilizar pronto la banda 2.5.

Cito a Gómez Leyva:

“Fue un cuento de principio a fin. Se acabó el sexenio y el Presidente no encabezó ningún acto público en estado de ebriedad. No se tropezó ni vomitó con gente alrededor. No se hizo famoso por cancelar citas. Lució fresco, bien dormido. Y en los actos se le vio concentrado. Improvisó con frecuencia y facilidad. No hubo un rastro periodístico para hacer tal insinuación. No es siquiera un mito. Es un cuento.

“Insinuación sin fundamento es calumnia. La del alcoholismo de Calderón la propalaron los grises diputados del PT, uno que otro columnista, una conductora de radio, un agraviado ex líder del PAN, los tuiteros más arteros. Jamás registraron el hecho, pero lo insinuaron y repitieron para tratar de dañar al espurio”.

Que el gobierno presione a empresarios de medios para silenciar periodistas, a Gómez Leyva le vale gorro. Que el país se joda en materia de telecomunicaciones, a Ciro le importa un cacahuate. El columnista de Milenio, bendito él, está feliz porque no se ha visto borracho a Calderón en público. Como si fuera realmente importante si Calderón se toma de vez en cuando, o nunca o con mucha frecuencia, algunos tequilas. Pobre periodismo mexicano.