El gobierno de los Estados Unidos va de escándalo en escándalo, tan es así que a menos de un mes de haber tomado protesta al cargo, el Presidente del vecino país del norte, ya ve cernirse sobre él la sombra del impeachment o juicio político.

Pero, ¿qué es el impeachment? Me permitiré hacer unas reflexiones acerca de su origen y naturaleza para que sea más asequible a todos nosotros cuando se refieren a esta figura en los medios de comunicación.

La forma republicana de gobierno se ha caracterizado, histórica y jurídicamente, por el respeto a los principios de: a) la división de poderes, b) la elección popular de los gobernantes , c) la temporalidad del ejercicio del poder o la renovación periódica de los mandatos, d) la responsabilidad de los gobernantes, y e) la igualdad ante la ley.

Con relación a la responsabilidad política de los gobernantes, esta se encuentra consagrada en el texto constitucional de los Estados y se refleja fundamentalmente en los mecanismos de control que se establecen en la organización gubernamental.

Los mandatarios se rigen y son juzgados por las mismas leyes y jueces que los ciudadanos, pero tienen ciertas prerrogativas y privilegios en función de los cargos y las funciones que desempeñen. Como contrapartida, los mandatarios tienen ciertos deberes y controles que también están establecidos para hacer cumplir, correctamente, su mandato.

Solamente pretendo describir someramente, en qué consiste el concepto de “Juicio Político” o impeachment como mecanismo jurídico para el control de la responsabilidad de los gobernantes, al ejercer sus funciones.

La responsabilidad política tiene que ver con la justicia de carácter constitucional, es decir, implica la responsabilidad frente al Estado frente a la forma de controlar el poder.

De acuerdo con esto, una de las principales formas de mantener alejados los anhelos autoritarios, se funda en la posibilidad de controlar el poder mediante facultades exclusivas y vías propias de cada Estado.

Los historiadores han señalado antecedentes del “Juicio Político” o “Impeachment” en el período de conquista normanda de ese territorio al norte de Francia. En los siglos XIII y XIV se dieron varios incidentes que dieron forma a esa figura jurídica, a partir de la remoción de funcionarios públicos por parte del Rey, con el consentimiento del Parlamento.

Señala el Diccionario Merriam Webster de la lengua inglesa que el verbo “to impeach” posee las siguientes acepciones: 1. Establecer una acusación contra… 2. Establecer cargos de comisión de un crimen o una falta, específicamente, acusar a un servidor público ante un tribunal competente por una actuación incorrecta. 3. Remover de su cargo a un servidor público por una actuación incorrecta…”

Aunado a lo anterior, al hacer mención a su origen, señala que se trata de un término del inglés medieval, utilizado, primeramente, en el siglo XIV, y que surge del normando “prosecute”: perseguir.

Sobre el término analizado, Alexander Hamilton, uno de los redactores de la Constitución de los Estados Unidos de América de 1787, señaló, en el periódico “El Federalista, que la práctica del Juicio Político desarrollado por el Parlamento inglés fue el modelo que sirvió de base y que fue introducido en las Colonias inglesas en América del Norte.

A partir de esa referencia, historiadores de los Estados Unidos de América y de Gran Bretaña han señalado que los juicios políticos en contra de Richard Lyons, un mercader londinense, y en contra de Lord William Latimer, un noble inglés, constituyen los primeros ejemplos de este tipo de procesos.

En cuanto a la forma de desarrollo del proceso, se señala que el Portavoz de la Cámara de los Comunes acusó a Lyons y a Latimer de efectuar transacciones fraudulentas, con dinero de la Corona, en beneficio de sus intereses personales. El Portavoz de la Cámara de los Comunes solicitó, entonces, la presentación de declaraciones juradas de ex tesoreros reales ante ese cuerpo legislativo. Se señala que el Rey Eduardo III no apoyó la idea de ejercer ninguna acción contra los acusados; sin embargo, por su avanzada edad y por estar involucrado en conflictos internacionales, no pudo impedir que el Parlamento actuara en contra de los acusados. Por eso, se indica que una de las características principales del “Juicio Político” es el hecho de que el poder legislativo se avoca el derecho de sancionar a miembros de los otros poderes.

El proceso concluyó, ante la Cámara de los Comunes, con una solicitud de juicio y castigo de los acusados. Con relación a la petición de la Cámara se establecía que: “En vista de lo sucedido, rogamos y solicitamos que, en beneficio del Rey y del Consejo del Parlamento, el señalado Lord Latimer sea arrestado hasta que satisfaga al Rey por sus faltas cometidas y que Richard Lyons sea juzgado, como es su derecho, por las acusaciones establecidas en su contra, que no puede, de forma razonable, rechazar”.

Se señala que Lord Latimer se opuso a ser juzgado, de forma sumaria, por la Cámara de los Comunes y pidió que los cargos en su contra fueran presentados por escrito y que se le brindara asesoría legal y tiempo para preparar su defensa. Como miembro de la Casa de los Lores, es decir, miembro de la nobleza, Latimer solicitó ser juzgado por ellos, para determinar su responsabilidad. A pesar de que no se le aceptó la solicitud de que los cargos en su contra fueran hechos por escrito, se le concedió la posibilidad de ser juzgado ante la Cámara de los Lores.

Con esto se establece el principio de que sean Cámaras diferentes las que acusen y resuelvan el proceso del Juicio Político. A partir de este hecho se introduce, también, el principio de imparcialidad que debe regir el juzgamiento de quien ha sido acusado de cometer una falta o un delito.

La Cámara de los Lores fue la encargada de verificar la legalidad de los cargos, los procedimientos y las pruebas.

Cabe indicar que, según este instrumento jurídico de control de la actuación política, de las 57 personas sometidas a “Juicio Político” en Inglaterra entre 1626 y 1715, solamente cinco fueron llevadas a juicio por la Cámara de los Lores.

Debido a la creación de un proceso destinado al efecto, dentro de la Cámara de los Lores, independiente del órgano encargado de presentar la acusación, es que se considera que estos procesos de 1376 le otorgaron al “Juicio Político” las bases del procedimiento empleado, en los países que tienen esta modalidad de control del ejercicio del poder político.

En el siglo XVII, en las colonias inglesas de América del Norte, las asambleas legislativas usaban frecuentemente el “Impeachment” para destituir a los gobernadores. El primer caso de un “Juicio Político” que llevó a remover de su puesto a un alto funcionario fue el del Gobernador Real de Virginia John Harvey, en 1635.

En la Constitución de Filadelfia de 1787 se establece que, dentro del sistema presidencialista, al desarrollarse un “Juicio Político”, el órgano encargado del juzgamiento de todos los funcionarios civiles sería el Senado de los Estados Unidos de América y la acusación sería presentada por la Cámara de Representantes. Las principales características que lo diferenciaban del ”Impeachment” inglés fueron la limitación del concepto del delito de traición y el Presidente y el Vicepresidente estaban sujetos a Juicio Político por traición, cohecho u otros delitos. Además, se entendió que “funcionarios públicos” serían aquellos designados por el Presidente, con acuerdo del Senado.

La posibilidad de “enjuiciar políticamente” se encuentra contenida en el Artículo I, Secciones 2 y 3 y en el Artículo II, Sección 4, de la Constitución de los Estados Unidos de América, dónde se establecen el procedimiento y los motivos para desarrollar el “Juicio Político”.

Para deponer del puesto a quien haya sido acusado se requiere, de conformidad con la normativa señalada, la existencia de una acusación formal, emitida por el voto mayoritario de la Cámara de Representantes, y un juicio y condena por parte del Senado. Esta condena debe ser aprobada por dos terceras partes del Senado.

En la historia política de los Estados Unidos de América, solo tres presidentes de esa nación fueron sometidos al proceso de “Juicio Político”: Andrew Johnson, Richard Nixon y William Jefferson Clinton.

En los casos de Johnson y Clinton, las acusaciones no prosperaron ante el Senado y, en el caso de Nixon, renunció a la Presidencia del país antes de ser acusado. Ya veremos qué sucede con el locuaz Presidente.

Hace unos días, llenaba los medios de comunicación la noticia de que el Reloj del Juicio Final se había adelantado treinta segundos debido, entre otros factores, al resurgimiento de los nacionalismos, al escepticismo de Donald Trump hacia el cambio climático y a sus comentarios sobre la proliferación de armas nucleares. Ahora mismo, la hora marcada es 23:57:30. Únicamente quedarían dos minutos y medio para el Apocalipsis, cuando el reloj alcance la medianoche. Así que, tratándose del posible fin del mundo, habría que preguntarse ¿cuál es su origen de este reloj? ¿Cuál es su función? ¿Qué acontecimientos históricos han propiciado que estemos más cerca que nunca del final?

En diciembre de 1945 se publicó por primera vez el Bulletin of the Atomics Scientists of Chicago. Su principal editor era Eugene Rabinowitz, un emigrante ruso que formó parte del Proyecto Manhattan en Chicago, que, al igual que los demás miembros integrantes del comité que han estado o están -como Albert Einstein o Stephen Hawking-, quería que el mundo comprendiese los beneficios de la ciencia en general y de la energía atómica en particular, y que a la vez fuese consciente del peligro que entrañaba esta última.

Aunque en un principio el boletín tenía una tirada muy pequeña, en 1947 se convirtió en una revista de tirada nacional. El Reloj del Juicio Final “apareció” en la portada de junio de 1947, diseñada por Martyl Langsdorf, esposa de Alexander Langsdor, uno de los físicos que también había trabajado en el Proyecto Manhattan.

Cubriendo toda la portada aparecía el último cuarto de un reloj que indicaba que solo quedaban siete minutos para la medianoche. Con ello, la intención de Martyl era dejar un espacio para los futuros movimientos de la manecilla que estaban por venir dependiendo del contexto histórico y los avances en armamento nuclear. Hoy en día, para el avance o el retroceso de las manecillas se tienen en cuenta los peligros que representan las nucleares y otras armas de destrucción masiva, el cambio climático, las enfermedades y las tecnologías emergentes.

El primer movimiento llegó en 1949, momento en el que Estados Unidos tuvo evidencias de las explosiones atómicas que la URSS estaba llevando a cabo. En respuesta, los científicos adelantaron el reloj, quedaban tres minutos para medianoche. Aunque pareciera imposible, los nuevos artefactos nucleares que se estaban probando eran aún más poderosos que los lanzados por Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial.

El 31 de octubre de 1952 los estadounidenses detonaron la primera bomba termo nuclear: Ivy Mike. En poco menos de un año los rusos contestaron creando un dispositivo de las mismas características. En el número de la revista publicado en septiembre de 1953 las manecillas indicaban que quedaban dos minutos para medianoche.

Después de unos años tranquilos y tropicales llegó el controvertido 1956 y con él la crisis del canal de Suez. Unos años antes, en el Egipto de 1952 un golpe de estado liderado por Gamal Abdel Nasser derrocó al por entonces rey egipcio Faruk. La nueva autoridad compró armas nucleares a los soviéticos en 1955, expulsó a las fuerzas militares británicas del país y apoyó a los rebeldes argelinos en su lucha por conseguir la independencia de Francia. Nasser estaba jugando con fuego. Sin embargo, todo le parecía poco y decidió nacionalizar el canal de Suez -una vía de comunicación esencial en el comercio internacional que estaba controlada por una empresa anglofrancesa- como represalia sobre Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña por no haberle ayudado en su levantamiento años atrás.

Algunos historiadores creen que lo único que buscaba Nasser era demostrar su independencia de las colonias europeas. ¿Cómo reaccionó Estados Unidos teniendo en cuenta su política intervencionista de aquellos años? El presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower quiso evitar en todo momento un enfrentamiento militar, no quería que la URSS se aprovechara de la situación y sacara algún tipo de ganancia política o económica de esta crisis. Aunque la guerra terminó estallando, Eisenhower consiguió un alto al fuego de las Naciones Unidas. Eso sí, los soviéticos no pasaron la oportunidad de sacar las uñas con su intervención en la contienda y de amenazar a Londres y París con su armamento atómico. Con la solución del conflicto, El Reloj del Juicio Final se daba un respiro, al menos por el momento. Siete minutos para medianoche.

Una nueva confrontación entre Washington y Moscú a principios de los años 60 debido a la presencia de misiles soviéticos en la isla de Cuba puso al mundo en alerta, aunque apenas tuvo efecto en nuestro curioso reloj. ¿Por qué? Fue un periodo intenso pero muy corto, los rusos pronto retiraron los misiles. Además, la crisis de los misiles tuvo un resultado positivo, las dos superpotencias se esforzaron en resolver sus diferencias. Tal fue así que tras varios años de negociaciones, en 1963 firmaron, por fin, el Tratado de la Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares. En él se prohibían todas las pruebas de explosiones nucleares, exceptuando las realizadas bajo tierra. La tensión se había rebajado y se reflejaba en el reloj: doce minutos para medianoche.

La calma iba a durar poco tiempo, en 1964 China detonaba su primera bomba atómica. Ahora eran cinco las naciones con bomba atómica: Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia y China. Este fue solo el primer plato de aquellos maravillosos años 60. En ese mismo año, los estadounidenses entraron en la fatídica guerra de Vietnam. Un año después, India y Pakistán se enfrentaron y en 1967 Israel entró en guerra contra Jordania, Siria y Egipto. De este cóctel de tensiones, crisis y enfrentamientos no podían salir San Franciscos ni Margaritas. La cooperación internacional que se había vislumbrado había dado paso a una anarquía casi total. No quedó más remedio: en 1968 quedaban, de nuevo, siete minutos para medianoche.

En 1974 India detonó un artefacto nuclear, el Reloj se adelantó un minuto. Cinco años después, en 1979, la URSS envió tropas a Afganistán con la intención de armar y apoyar un gobierno «pre-soviético», lo que provocó que las relaciones entre las dos potencias mundiales se enfriaran.

En 1980 Ronald Reagan era elegido nuevo presidente de los Estados Unidos y después de las últimas acciones llevadas a cabo por los soviéticos creyó que los acuerdos SALT no iban a buen puerto. La única manera de acabar con la Guerra Fría era destruyendo a la URSS: los estadounidenses, vulnerando los últimos tratados firmados, pusieron en marcha la Iniciativa de Defensa Estratégica o «guerra de las galaxias». Reagan exigió que se trabajara en crear una defensa antimisiles con el propósito de defender el país.

Después de la decisión tomada por el Presidente americano quedaban tres minutos para medianoche. Por su parte, la URSS que se encontraba bajo el gobierno de Gorbachov no estaba pasando por su mejor momento, la economía soviética estaba en caída libre y les resultaba imposible seguir el ritmo de los americanos en la carrera armamentística.

Ronald Reagan fue reelegido en 1984. Resulta notable el cambio de política que decide realizar respecto a las relaciones con Moscú. Si apenas unos meses atrás se había mostrado distante y reacio a cualquier tipo de consenso, en 1987, rompiendo los esquemas de todo el mundo, rusos y estadounidenses llegaron a un acuerdo sobre el uso y la fabricación de armas. El reloj retrocedió hasta los seis minutos.

Los 80 estaban destinados a tener un final feliz, y así fue. En1989 caía el muro de Berlín, el símbolo de la Guerra Fría por excelencia. El mundo estaba cambiando, se abría una nueva etapa y el Reloj del Juicio Final debía hacer lo mismo. Su diseño se renovó, las manecillas pasaron a estar situadas en el centro del mundo. En abril de 1990 marcaba diez minutos para medianoche. Entre 1989 y 1991 ocurrieron una serie de sucesos que, junto a la caída del muro, propiciaron el final de la Guerra Fría; los soviéticos, después de diez años de ocupación abandonaron Afganistán, el Pacto de Varsovia fue disuelto, los regímenes comunistas de Europa del Este desaparecieron y la URSS se desintegró con la dimisión de Gorbachov el 25 de diciembre de 1991. Nunca hemos vuelto a respirar tan tranquilos como entonces… diecisiete minutos para medianoche.

En 1995 los científicos responsables del Reloj y otros especialistas -muchos de ellos premios Nobel- decidieron adelantar el reloj tres minutos. Creían que el peligro seguía latente y no se equivocaron. En 1998 tanto India como Pakistán realizaron pruebas detonando artefactos nucleares. Estados Unidos reaccionó imponiéndoles una serie de sanciones pero aun así, el reloj actuó. Nueve minutos para el Apocalipsis. Si recordáis, no se había adelantado tantos minutos desde 1968.

11 de septiembre de 2001. Alrededor de 2.800 personas mueren en el atentado de las torres gemelas. Pese a las críticas y al desconcierto del mundo, las manecillas no actuaron inmediatamente ¿Qué consecuencias tendría la acción terrorista? Cuando en los meses siguientes Estados Unidos lideró en 2003 la guerra de Iraq, el reloj se paró en los siete minutos para medianoche.

En 2007 nuestro Swatch particular, que no daba tregua, volvió a avanzar debido a las escasas medidas que los gobiernos de todo el mundo estaban llevando a cabo para frenar el cambio climático y por los intentos de Irán y Corea por convertirse en potencias nucleares. Cinco minutos para medianoche.

Durante unos años el reloj se mantuvo intacto, hasta que Llegó 2015 y se avanzó hasta los tres minutos para la medianoche. Los científicos justificaron su decisión basándose en el escaso control de las acciones del hombre sobre la naturaleza, el calentamiento global y a la inversión en dispositivos nucleares de países como Pakistán o Israel.

Hasta hoy, febrero de 2017.

Después de este viaje ¿cuál creen que es la verdadera función del Reloj del Apocalipsis? ¿Representa acaso la vulnerabilidad de la sociedad? Yo lo veo como un mecanismo de advertencia «público». Nos avisa que las decisiones tomadas y el camino escogido no es ni el mejor, ni el más correcto. Es un método de prevención que invita a reflexionar sobre lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Nos da la oportunidad de actuar a tiempo y cambiar el curso de la historia, poder que, al parecer, está al alcance de muy pocos.