Era rebelde. Inquieto. El bufón del salón. Los sacerdotes poca paciencia me tenían. Debido a mi comportamiento, mis visitas a la dirección eran constantes.
La incapacidad para mantenerme quieto hacía que mi presencia en aquella profana oficina fuese cada vez más frecuente. Era muy grande y fría. A pesar de las imágenes divinas, aun estando bajo sus miradas misericordiosas, me sentía desprotegido y nervioso...
El director me indicaba a señas que me sentara en la silla que había delante de su escritorio. Él desde su “trono”, me veía directamente a los ojos; después los cerraba guardando silencio por unos minutos. Pensé que rezaba. Después comenzaba a hablar de Dios. Y sonreía. Decía que el creador lo veía y lo perdonaba todo. Que no me preocupara por portarme mal…
Las primeras veces siempre me quedaba sentado frente a su gran mesa. La sotana negra, oscurecía todo, generando un ambiente de maldad… la cruz, esa enorme cruz que descansaba en su pecho era lo único que brillaba. Mientras el director me hablaba de no sé de qué cosas, yo solo veía al cristo que colgaba solitario detrás de él en la pared. Le pedía, le rogaba en silencio que me permitiera salir rápido de ahí…
Para jamás volver, me portaba bien. Procuré no hablar, dejé de hacer chistes en el salón, me volví callado.
Como premio, por mi buen comportamiento, continuaron esos terribles viajes a su oficina. Prácticamente iba todos los días. Caminaba a paso lento por el patio del colegio, para tardarme lo más que pudiera para llegar a aquel infierno. Al entrar, volvía a pedirme que me portara bien. Que era normal que hiciera travesuras, que no me preocupara. “Dios, lo perdona todo”, decía siempre. Yo, no entendía nada.
Poco a poco se fue acercando más a mí. Comenzó revolviéndome el cabello. Acariciando mis hombros después. “Los masajes calman”, “verás que te sentirás mejor”. Una fuerte incomodidad se revolvía en mi interior, me sentía atrapado, mi aguda voz estaba atorada en mi garganta.
El primer recreo que pasé ahí, me indicó que me sentara en el sofá. “Ahí estarás más cómodo”. Me senté quieto y en silencio. Viendo siempre al cristo suspendido en la pared, suplicándole, gritándole en silencio: “¡Déjame salir de aquí! “¿No que eres bueno?”.
Fue cuando se agachó para besarme la cabeza. Ahora la cruz se balanceaba frente a mí, oscilando lentamente sugiriendo que el paso de los minutos serían eternos, mientras tomaba mi rostro y lo acariciaba. Respiraba agitado. Su aliento me recordaba a algo muerto. Sus manos bajaban hacia mi pecho. Me pedía que no tuviera miedo, "nada voy a hacerte, nada que te lastime”. Recuerda que Dios todo lo ve y señalaba a aquel de la pared que nunca me escuchó.
Me tomó de la cintura y me paró en el sillón. La cruz ahora quedaba frente a mis ojos... me abrazó con fuerza, el crucifijo se incrustó en mi mejilla provocándome dolor. Después me besó. Quería retirar mi rostro del suyo pero su mano estaba sujetando con fuerza mi cuello. “No te pasara nada, te gustará. Éste será nuestro secreto”. No sabía qué pasaba, yo solo tenía seis años.
Lentamente me acostó en el sillón y se levantó la sotana…
Violadores escondidos tras “sagradas” sotanas; los abusadores y violadores son trasladados de parroquia en parroquia, con la finalidad de que sus crímenes no sean divulgados o que sean olvidados… además un elevado porcentaje de víctimas, jamás denuncian el abuso, porque se se sienten avergonzados y culpables.
Uno de los casos más sonados es el de Marcial Maciel fundador de la Congregación de los Legionarios de Cristo. Maciel tenía doble vida. Sin la sotana, se presentaba como Raúl Rivas. Tal vez debido a los estupefacientes que consumía a veces decía ser detective privado o agente de la CIA. Con la señora Blanca Estela Lara Gutiérrez procreó dos hijos además de adoptar al primogénito de la señora Lara. Maciel conoció a Blanca en Tijuana, Baja California. Blanca y sus tres hijos pensaban que Raúl (Marcial) era como un dios. Un ejemplo a seguir…
Maciel también abusó de dos de sus hijos. Cuando finalmente le contaron a su madre de los abusos éstos fueron enviados a España por Marcial para que recibieran tratamiento psicológico. Ambos fueron diagnosticados con depresión y de sufrir alucinaciones.
En realidad Marcial Maciel fue un conocido estafador, pederasta, acusado de cometer abusos sexuales contra menores durante más de tres décadas. Fue un personaje peligroso, siniestro quien fue encubierto por el Vaticano.
Maciel murió en 2008 en Estados Unidos impune y millonario. La congregación perdió fuerza, “pidió perdón” por los crímenes que había cometido su fundador. Y siguieron…
Los Legionarios han querido limpiar su imagen. Pretenden levantar el imperio caído, no importa que hubiese sido forjado por un pederasta, un embaucador. Nada les importó las vidas hechas añicos de tantos niños y niñas…
Su interés se centra en las escuelas de prestigio de las que son dueños, mismas que son supervisadas por sacerdotes de la legión, ellos son los encargados de guiar a los alumnos y alumnas por la “vía espiritual”. Estas instituciones, al menos el Instituto Godwin y el Colegio Ceyca han perdido el 70% de sus alumnos. Las instalaciones del Godwin lucen ahora desiertas. Las niñas fueron trasladadas al plantel que era exclusivo para niños. Estas escuelas les generaban un millonario ingreso. No sólo por las costosas colegiaturas, sino también por los jugosos donativos que les daban los padres de familia. Esta congregación no ha podido levantarse. Cada vez tiene menos credibilidad y menos seguidores. Mientras salen a relucir más casos de pederastia.
Para los legionarios, todo estaba quedando en el conveniente y acostumbrado olvido, hasta que hace unos días una alumna del Colegio Cumbres de Cancún denunció que en 1993 al menos seis niñas entre 6 y once años de edad fueron víctimas de abuso sexual por parte del sacerdote Fernando Martínez, quien pertenece a esta conocida congregación. Debido a estas acusaciones a Martínez le fue retirado el ministerio sacerdotal pero continúa siendo parte de los Legionarios de Cristo.
La iglesia ha sido cómplice. Oculta los crímenes sexuales que comenten los sacerdotes. Es una institución, que permite que criminales protegidos y ocultos bajo la “sagrada sotana” sigan violando a niños y niñas inocentes que desgraciadamente caen en sus manos, sin consecuencia alguna…