El presidente se enredó con la lengua y terminó por tropezar. Es muy temprano para hablar de una caída fulminante, pero sin duda quedó muy zarandeado y en su necesidad de recuperarse de los daños sufridos, tendrá que recurrir a sus adversarios para acordar un nuevo pacto o simplemente una tregua, porque en su enredo con la lengua le pisó la cola al diablo y lo hizo enojar.

Andrés Manuel López Obrador no midió bien o simplemente no dimensionó la furia que desataría entre los que llama “sus enemigos”, al dejar caer sobre sus espaldas el caso Lozoya.

Como lo he venido señalando, entre el ex presidente Enrique Peña Nieto y López Obrador existió un pacto de impunidad en el que el primero tendría la tranquilidad de seguir su camino sin ser perseguido, y el segundo alcanzaría su máximo anhelo de ser presidente de la nación.

Desde que AMLO asumió como presidente transcurrieron 18 meses sin novedad, ni siquiera la detención en febrero pasado del ex director de Petróleos Mexicanos (Pemex) Emilio Ricardo Lozoya Austin, dio visos de un rompimiento, siendo que también este acto estaría apalabrado como parte de una simulación que contemplaba la extradición de este personaje, el montaje para evitar que pisara la cárcel y su estrategia para purificarse como testigo protegido.

Pero López no contaba con que apenas en año y medio enfrentaría una pandemia que ha dejado ya un escenario catastrófico ―como lo describió el doctor Hugo López-Gatell― con más de 60 mil muertes, una profunda crisis económica y sin empleo a millones de mexicanos, así como una cifra récord de asesinatos que ronda los 70 mil.

En ese contexto, ha tenido que recurrir a una infinidad de distractores para sobrellevar las conferencias mañaneras, en donde es cuestionado por algunos reporteros sobre los mencionados rubros. Ocurrencias van y vienen todos los días para cambiar los reflectores de estos tres temas, convirtiéndose el caso Lozoya en un respiro prácticamente desde hace poco más de un mes, en que se concretó su extradición procedente de España. Desde entonces, el tema del polémico ex titular de Pemex dio para marcar agenda todos los días, hasta que AMLO fue más allá y rompió el inconfesable pacto.

En su desesperación por no poder frenar la pandemia con todas sus muertes, ni la caída de la economía ni los asesinatos en todo el territorio mexicano, se fue de la lengua y le pisó la cola al diablo.

El presidente, primero, pidió se exhibiera un video ―de entre las pruebas que entregó Lozoya para evidenciar supuestos sobornos y corrupción de gobiernos anteriores― en el que supuestamente se configuraba un delito y él mismo lo mostró en su conferencia mañanera. Pero en este solo se observa a funcionarios contando dinero sin que aporte mayor información en cuanto a procedencia, destino, fechas, etcétera. No se aprecian mayores datos que pudiesen configurar un delito, en cambio, las redes sociales aprovecharon para retomar el videoescándalo y recordarle a López que siendo él jefe de Gobierno de la Ciudad de México y René Bejarano su mano derecha, se le exhibió guardándose en el saco y en un portafolio fajos de billetes sujetados con ligas, lo que terminó por llevarlo a prisión por más que posteriormente fue exonerado, pero con un fuerte golpe recibido.

En un nuevo intento por distraer la atención de quienes se regodeaban en redes con el “tiro en el pie” que se dio el Ejecutivo con la fallida exhibición del video proporcionado por Loyoza, se filtró la denuncia de este, en la que acusa a tres ex presidentes, dos ex candidatos presidenciales, dos gobernadores, un ex secretario de Gobernación y un ex secretario de Relaciones Exteriores, así como otros ex funcionarios, de incurrir en actos de corrupción y sobornos. Nombres como Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón, Enrique Peña, Ricardo Anaya, José Antonio Meade, Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray, Francisco Domínguez, Francisco Javier Cabeza de Vaca, y Roberto Gil Zuarth, entre otros, fueron ventilados en la denuncia, rompiendo en cachitos el pacto de impunidad que durante al menos 18 meses había permitido llevar la fiesta en paz.

AMLO le pisó la cola al diablo y lo hizo enojar. Ya todos sabemos lo que se vino después: un video del hermano del presidente recibiendo bolsas de dinero de David León Romero, quien estaba por asumir como zar de las medicinas, pero tras el video su cabeza fue la primera en rodar.

En el recuento de los daños, el Partido Acción Nacional (PAN) presentó ante el INE una denuncia formal en contra de David León Romero, Pío López Obrador y del partido Morena, alegando uso indebido de recursos públicos para financiamiento de campañas electorales y violación a la normatividad de financiamiento a los partidos políticos, así como a la transparencia y rendición de cuentas en materia de fiscalización de los recursos públicos, y adelantó que en los próximos días diputados presentarán otras denuncias ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) por la presunta utilización ilegal de recursos públicos para apoyar a Morena, y ante la Fiscalía General de la República (FGR) por peculado, financiamiento ilícito y lavado de dinero.

En tanto, el dirigente del PRD, Ángel Ávila Romero, informó que esta semana presentará una denuncia ante el INE por el financiamiento ilegal a las campañas de Morena. Acusará, dijo, al presidente de Morena, en su momento, y al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Tan acostumbrado está el presidente a hablar sin tener un scrip preparado, como él mismo lo reconoció hace unos días, que esta vez tropezó con su propia lengua y ha dejado no pocos frentes abiertos.

Aunado a lo anterior, su ambigua y tambaleante reacción argumentando una presunta diferencia entre las donaciones que reciben los corruptos y las aportaciones que habría recibido Morena, solo lo metió en más problemas.

Ahora, AMLO deberá sentarse de nuevo a platicar con el diablo y acordar una tregua. Quizá ya lo hizo y por ello en la mañanera de este lunes no se tocó más el tema Lozoya. Ya veremos, porque como lo dije antes, con toda seguridad no es el único videoescándalo ni la única prueba que tienen para hacerle daño.

Pero, primordialmente, tendrá que levantarse, y limpiar sus heridas que son profundas.

Y nuevamente, como en el caso Bejarano, tendrá que dejar que alguien más pague los platos rotos. Su hermano Pío o León o ambos, tendrán que ser sacrificados porque después de esa caída será difícil levantarse como si nada hubiese ocurrido.

Por lo pronto, David León ya se pronunció dispuesto a declarar, aunque igual tendría que hacerlo en cuanto sea citado por la autoridad correspondiente, en cambio Pío, ni pío ha dicho.

AMLO necesita más que nunca demostrar que está limpio, que su plumaje no se mancha y que es capaz de no meter las manos para defender a corruptos, aunque sea su propio hermano el que tenga que ir a prisión. Ya lo veremos.

Opinión.salcosga@hotmail.com