Tomando en cuenta el reciente "papelón" de la ex titular del Conapred Mónica Maccise, al invitar ¡Como ponente a un foro virtual institucional sobre racismo y discriminación a un tipo impresentable y brutalmente racista llamado José Manuel Torres! Es plausible que dada esa grave falta de sensibilidad política y social, ella posteriormente haya presentado su renuncia y dejado el cargo para que lo ocupe una persona mucho más capaz, lo cual fue una decisión personal honesta y correcta después de craso error.

Ya que ojo Mónica y compañía: ¡el racismo a la inversa no existe! Y una institución del Gobierno Federal -que tiene como objetivo erradicar la discriminación racial, social, sexual y de género- con una ética republicana y una responsabilidad pública a cuestas NO puede dar voz, ni legitimar a alguien que todos los días desde su espacio mediático masivo, de privilegio y de forma denigrante: ejerce odio y violencia discriminatoria visual, verbal y escrita contra los grupos sociales -indígenas, campesinos, obreros, mujeres y jóvenes pobres y marginados- que históricamente han sido explotados y humillados por los que han detentado el poder económico.

Eso es algo totalmente inaceptable desde una concepción progresista de la justicia, la igualdad, la equidad y también considerando un giro ético y programático de 180° en el ejercicio de gobierno, que conlleva el cambio de régimen por la vía democrática, ello con la llegada al Ejecutivo Federal de un líder histórico, honesto, con visión humanista y de origen humilde como el actual Presidente de México Andrés Manuel López Obrador junto con su más cercano y destacado equipo de gobierno.

Ante ese hecho, es evidente que la pluralidad y la libertad de expresión son una realidad completamente deseable y bienvenida en esta nueva etapa democrática (hoy más que nunca), no así: la difusión e intento de justificar el racismo y el clasismo como comportamientos "normales" dentro de la sociedad, lo cual no debe ser aceptado por ningún motivo, al igual que la corrupción, la impunidad y la simulación al interior del Gobierno de la República.

Así que -y va para absolutamente todos los funcionarios públicos de alto nivel en el propio Gobierno Federal- si no entiendes en dónde y en qué momento de definición histórica estás parado a la par de la confianza que depositó en ti, el proyecto de nación que descansa -vía soberanía popular- en el Presidente de la República, es mejor que desde ahora te retires, antes de -por ejemplo y reiterando- girarle una invitación directa e institucional para participar en un foro contra el racismo: a un sujeto retrógrada, vil, ignorante por convicción y abyecto por comisión (apodado "chumel"), que ha discriminado por años a las y los excluidos por el sistema, lo cual es algo absolutamente contrario a los valores y principios del proyecto transformador en marcha.

Por eso es que Maccise al darse cuenta de su equivocación -gracias a la presión social ejercida no sólo de parte de una mujer valiente como Beatriz Gutiérrez Müller sino de los sectores más despiertos e informados de este país- decidió cancelar el foro y posteriormente dio un paso al costado. De igual forma al sujeto referido se le dio una lección inolvidable, pero NO debido a la "idea" detrás de su invitación al malogrado foro, sino A PARTIR de su hipotética y rechazable participación, de la molestia social surgida en redes y de su propia miserabilidad tanto humana como intelectual.

Ahora, en lo personal coincido plenamente con lo planteado por la activista y feminista de izquierda Gracia Alzaga: "(Con el asunto del Presidente y el Conapred) me da tremendo gusto que por fin se esté hablando del funcionamiento de las instituciones y cuestionando si verdaderamente cumplen o no con su objetivo".

Ya que al inicio de lo acontecido, fueron -como recién mencionamos- los ciudadanos verdaderamente conscientes y progresistas quienes exigieron -con un imperativo ético de por medio- cancelar dicha invitación al agresor racista; Y en el epicentro de la indignación pública, fue el Presidente Andrés Manuel -que tiene la encomienda constitucional de velar por todos pero sobre todo por los más débiles y desprotegidos- quien decidió alzar la voz, profundizar el tema y poner sobre la mesa de debate y discusión dos puntos fundamentales en la vida pública del país:

1_ El derroche e ineficiencia de la mayoría de los organismos "autónomos" del anterior régimen de oprobio y 2_ La hipocresía, falsedad y corrupción de los políticos y tecnócratas prianistas, de los traficantes de influencias en las altas esferas privadas y de los canallas opinócratas de derecha que simulan, cuando en realidad casi todos ellos son unos reaccionarios clasistas y racistas.

Y aquí es donde se debe señalar el insultante fracaso del anterior régimen neoliberal -un régimen que se asumía falazmente como de "transición a la democracia"- junto con sus organismos supuestamente autónomos. Un claro ejemplo de ese enorme fracaso, lo tenemos con la creación del IFAI -hoy INAI- en 2002 (recordando que su primera decisión pública fue guardar bajo llave los datos sobre los miles de millones de pesos en ISR que adeudaban las grandes corporaciones empresariales al Estado mexicano), ya que muy contrario a su objetivo, hubo un oprobioso aumento de la opacidad y de la corrupción gubernamental a niveles nunca antes vistos, incluso cada vez peor en el índice de transparencia internacional durante ese y los subsiguientes gobiernos neoliberales (sin una pizca de verdadera transparencia y rendición de cuentas).

En cuanto al Conapred -que es un organismo público del Estado mexicano creado en el año 2003- lo mismo: un lacerante racismo, clasismo y discriminación de las élites -o de quienes erróneamente se creen parte de ellas- que no se pudo combatir a fondo y de raíz por el bien y la dignidad de millones de mexicanos, en especial de los más vilipendiados por muchas décadas, debido a prejuicios imbéciles como el tono de piel, la condición socioeconómica, el género u orientación sexual.

Todo ello, con el antecedente nefasto de siglos de dominación y de colonialismo, y hoy en día de neocolonialismo tanto económico como mental, con el cual aún tienen atrapados a muchos otros mexicanos, con un ignorante odio visceral hacía lo que desconocen: la amplia diversidad cultural del país, con una equivocada noción aspiracionista y de falsa ostentación -ambas alejadas- del México real, profundo y diverso en el que vivimos.

Así que dado lo relatado, muchos estamos sin duda por la reestructuración del actual Conapred (por una institución o subsecretaría mucho más eficaz, eficiente y cercana a la gente, es decir, que rinda mejores resultados a la ciudadanía y sobre todo a los grupos vulnerables en contra de la discriminación), así como de otros organismos públicos aún más suntuosos, ya que no debe haber más burocracia dorada ineficiente y creada sólo para simular.

Además hay que recordar que Andrés Manuel y el Gobierno de la República: están ahí para transformar no para simular; y para ir perfilando y logrando la transformación en curso, se necesita romper con las infames inercias del pasado y también ir removiendo los anteriores privilegios -fiscales, de influencias y de jugosos negocios al amparo del poder público- de poderosos individuos o grupos de poder fáctico u oligárquico, que frenaron por muchas décadas el potencial productivo, distributivo, de desarrollo equilibrado del país -ello dentro de una ideal economía mixta con competencia e innovación empresarial y con el Estado como promotor de ese desarrollo sustentable- y por ende su gobernabilidad democrática.

Ya en la realidad: eso es justo en lo que está el gobierno progresista del Presidente Andrés Manuel, ya que si no lo hace así, el cambio de régimen no habrá significado -en el mediano plazo- ese avance sustantivo que se requiere, para darle un rostro más equitativo e incluyente a este país, dejando atrás la exclusión y marginación social.

No basta sólo con desearlo o "pedírselo" a las élites económicas (sí, debe haber consensos pero antes poniendo en orden la casa sin autoritarismos pero recuperando capacidades de gobierno, con una eficiente planeación presupuestal -con fuentes de ingreso sólidas, sin permitir el despilfarro, la corrupción y sin endeudarse todavía más- y de certera ejecución y redistribución de esos recursos públicos, vía los programas y proyectos de inversión social, de inversión productiva y de infraestructura inclusiva en marcha), en concreto, hay que hacerlo factible e irreversible (ese profundo cambio), pese a los muy difíciles obstáculos -que evidentemente te pondrán en el camino los grupos fácticos- y a los duros retos que surjan en el corto plazo (parte de las élites que sí tienen raciocinio deben ir entendiendo que -en el mediano plazo y por el bien de todos- la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia); ante ello, hay que tener la autoridad moral, la valentía, la decisión y la perseverancia para llevarlo a cabo: y así lo está haciendo el Presidente Andrés Manuel, obvio jamás lo hará por la fuerza sino siempre por la razón y el derecho.