El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramìrez, ha desarrollado una sorprendente manía para intentar desentenderse de los múltiples problemas que aquejan a Jalisco y cuya gestión de manejo y solución corresponden a su gobierno; y en ese afán de evadir su responsabilidad practica el arte de pretender culpar a los demás, maquillar cifras, interpretar estadísticas, y disfrazar realidades; esas son algunas de las tácticas que ha exhibido en tan solo seis meses al frente de la administración de la entidad.

En este contexto, ha logrado disminuir como por arte de magia el índice de homicidios, para lo cual, simplemente dejó de contar los cuerpos encontrados en fosas clandestinas y así mágicamente su estadística mejoró de manera considerable.

Bajo esa óptica, Alfaro dio a conocer el reporte mensual de incidencia delictiva y mostró que el número de homicidios dolosos fue el más bajo en lo que va del año, obviamente, sin contar los cuerpos localizados dentro de fosas clandestinas en el Estado: 188 homicidios dolosos (mayo), contra 201 registrados durante abril, aunque si nos ubicamos en las frías Matematicas y sumamos los 18 cuerpos encontrados en esas condiciones en abril y los 36 en mayo, entonces tenemos 219 homicidios en abril y  224 en mayo.

Como se observa, en el mundo de Enrique Alfaro, todo es posible; “si se descarta contar los hallazgos en fosas clandestinas” bajan los homicidios. Una perla pues, que se suma a otras de sus ya célebres frases, como aquella de “se están matando entre ellos”, cuando, en otro momento, atribuyó los homicidios ocurridos en el área metropolitana de Guadalajara a pugnas entre el crimen organizado.

Alfaro ha dado también por regañar e incluso revictimizar a fin de escabullir de su responsabilidad; como lo hizo con el sonado feminicidio ocurrido hace algunas semanas a las puertas de Casa Jalisco, cuando tras lo ocurrido escribió en sus redes:

“Las disculpas no previenen, las promesas de quien les agrede no son garantía de nada; un primer acto de violencia, físico o psicológico, es suficiente para frenar, para decir basta, alejarse y pedir ayuda al 01800 00 68 537, 3345 61 66 o en su caso, ante una emergencia, al 911”.

Pero no conforme con ello, ha arremetido en contra de los representantes de los medios de comunicación, a quienes por cumplir con su trabajo los ha acusado de ser “promotores del miedo de manera gratuita, que todos los días quieren asustar esta ciudad y decir que estamos condenados a vivir en el terror”.

Y agregó: “Los medios tienen mucho que reflexionar” sobre la percepción de inseguridad que generan entre la población.

Así es como Enrique Alfaro se “lava las manos”; reiterando que la inseguridad que se vive en Jalisco es responsabilidad de administraciones pasadas, de gobiernos anteriores, y que el “resurgimiento” de la violencia, es consecuencia de que en su gobierno no hay colusión con la delincuencia organizada.

Además de acomodar las cifras a su conveniencia, trata de convencernos que su administración va en la ruta correcta y que hay avances en cuanto a la disminución de inseguridad, violencia e índice criminal, como si los ciudadanos no fuésemos capaces de observar la alta delincuencia que se vive todos los días.

Enrique Alfaro no está siendo mal informado en cuanto a las cifras que se manejan respecto a los diversos delitos, es simplemente que él y su gabinete de seguridad están  tratando de engañarnos a los ciudadanos mediante la estrategia de un juego de palabras.

Y es que entre la gente de la que se hace rodear, está nada menos que el Fiscal General, Gerardo Octavio Solis Gómez, quien siendo Procurador del Estado, sacó de la chistera los llamados  “expedientillos”, que no eran otra cosa que averiguaciones previas no tramitadas, pero para disminuir el número de éstas, buscando mejor calificación a su polémica actuación, inventó e impuso una nueva forma de clasificación de los asuntos a cargo del ministerio público , de ahí que al integrar un gran cúmulo de querellas penales en calidad de “expedientillos”, ventajosamente le disminuía la estadística en cuanto al rezago en las labores de la procuración de Justicia a su cargo.

Por ello, no sería extraño que dentro de sus estrategias un siguiente paso sea cambiar el nombre a los “delitos”, y también como por arte de magia desaparezcan. De ese tamaño es el engaño en que pretenden envolver a los jaliscienses.

El asunto es que más que lavarse las manos y estar ideando cómo modificar la realidad, Enrique Alfaro debe definir ya una estrategia de largo alcance en coordinación con todas la fuerzas, incluidas por supuesto las de la Federación que para su fortuna, se ha anunciado que dispuso sea de 3 mil 600 eme etos de  La Guardia Nacional, que arribarán a Jalisco a finales del presente mes para apoyar la entrada en operación del combate a la inseguridad.

Solo es de esperar que logren una adecuada coordinación, un tema que sin duda este gobierno no ha logrado consolidar, pues nada menos quien debiera encargarse de ese asunto, Macedonio Tamez Guajardo, titular de la Coordinación General Estratégica de Seguridad, no ha logrado comunicar la nueva estrategia de seguridad y ya se ha llevado sendas regañadas por adelantarse con la información o bien, por sus constantes equivocaciones.

Por cierto, a la conocida falta de entendimiento -que provoca desorden e ineficacia en la tarea de dotar a los jaliscienses de paz y tranquilidad- entre Macedonio Tamez,  pomposamente llamado ‘Coordinador Estratégico de Seguridad’, y sus subordinados el Fiscal Estatal, Gerardo Octavio Solís Gómez y el Secretario de Seguridad General Daniel Velasco, hay que sumarle ahora un reciente conflicto del funcionario, al provocar un enfrentamiento con los Alcaldes de los más importantes ayuntamientos en la área conurbada de Guadalajara, disputándoles atribuciones legales para la designación del próximo titular de la policía metropolitana, ya que justificadamente los ediles reclaman la ilegal e inadecuada interferencia del Coordinador siendo facultad de los munícipes la decisión.

Y así, en tanto se incrementan violencia y criminalidad en Jalisco, para Enrique Alfaro las cosas avanzan bien y hasta hay que felicitarlo, diríase en el argot popular, ‘ya está como “El Tío Lolo”, el que se engaño solo’.