Claroscuro

LO CLARO. Los ‘koimeterion’ (“cementerio”, del griego antiguo y cuya definición es dormitorio) gozan de gran raigambre y son testigos permanentes de la historia.

A pesar de que la brutal pandemia les ha dado mayor cantidad de fieles que en ellos descansan, el tema relativo a su relatoría de la historia de cada ciudad, favorece el conocer y maravillarse de hechos y acciones trascendentes.

Los panteones cobraron auge a las postrimerías del siglo XVIII en Europa con Napoleón I como promotor; pues aquellos que tenían la solvencia hacían reposar hasta entonces, los restos de sus familiares en criptas en las iglesias de la época.

La ordenanza de la apertura de los camposantos prevalece a nuestros días y en México son testigos de grandes hazañas; de recobrar los pasajes históricos que formaron la nación bajo la tutela de prohombres que yacen el sueño de los justos.

Así lo enfatizan los estudiantes de la carrera de historia de la Universidad Autónoma de Tamaulipas bajo el Proyecto “Historias vivas del Panteón del Cero”. Patrimonio inmaterial de la humanidad, representan estos museos al aire libre.

LO CLAROSCURO. Sí. La noticia más importante que recorre el mundo –además de la producción en masa de la vacuna anti-covid- sería la ascensión al poder en la máxima silla que gobierna a la nación del sueño ideal de todo terrícola; los Estados Unidos de Norteamérica.

La llegada del segundo presidente católico, Joseph Roninette Biden Jr, número 46 en ocupar tal encomienda, tiene varias interesantes lecturas.

Más allá de las confrontaciones y de su proyecto o eje político, hablamos de la edad y madurez del poderoso Biden con sus 78 ‘noviembres’.

Tampoco estaba tan distante su antecesor Trump, de 74 años.

Pero deja una constante que acaso ya se emula en la práctica de la política o de la administración pública en general.

El mandatario mexicano disfruta de la experiencia de sus 67 años y eso observa el electorado como nueva tendencia de preferencias.

Cuando la costumbre indicaba que un presidente del país debía arribar al poder frisando los cuarenta y tantos (Peña Nieto 46, Calderón 44, Zedillo 42, Salinas 40 y Fox 52) no se veía datos de edad madura desde Victoriano Huerta con 67 en 1913 o José Ignacio Pavón con 69 en 1860.

2021 es una prueba de fuego para la participación ciudadana que ha tomado mayor compromiso con la libre elección de sus representantes. Fuera de las ideologías que eran preeminencia en los partidos de todos colores que habrían inventado el que - ‘la gente ya aprendió a votar “cruzado”- la realidad demuestra que la gente ya aprendió a hacer valer su sufragio, aquél que antes costaba una torta y un frutsi.

Retomamos. En el presente año, 21 mil cargos de elección popular serán confrontados en las urnas. Gobernadores, alcaldes, diputados federales, locales, regidores, síndicos pasarán el filtro del sufragio y ahora también el filtro de la madurez. Que será un reto que acota la extensa lista de quienes desean vivir del presupuesto público.

Un estudio demuestra que la edad promedio de los candidatos a alcalde es constante en los 50 años. Donde apenas 1 de cada 10 fluctúa por abajo de los 35 años.

Hoy el Congreso de la Unión, establece 50,5 años edad media a nuestros legisladores y en los cabildos municipales –síndicos y regidores- hasta la primera década del presente milenio la edad rondaba los 44 años. INEGI no arroja cifras recientes sobre el tenor, salvo un dato muy enriquecedor que aquí compartiremos.

Así, con las tendencias evolutivas o regresivas (en la antigüedad se veneraba la sapiencia de los adultos mayores) sabemos con certeza que las comunidades reclaman gente que ya no transite en la etapa donde las pasiones del cuerpo, de la avaricia y del deseo de poder dominen. Donde mejor la serenidad y el sabio juicio reinen.

El gobernante que llega al poder en edad mayor, poco interés tendría en los instintos y mejor estímulo deberá imponer a su ejercicio desprovisto de pasiones subjetivas de permanencia en el puesto. Eso dice la teoría.

P.D. También INEGI comparte que la tendencia marca un imperativo número creciente de la mujer en el espectro público. La siguiente generación dominante.

Si trasladamos el ejemplo a la máxima silla jerárquica, en los EE.UU. sucedería a Biden una dama de la categoría de Kamala la vicepresidenta (llegaría con 60 años) o acaso Michelle Obama.

En México, a pesar que aún siguen predominantes los encargos directivos de la administración pública para el sexo masculino, la imitación a la política estadunidense le allana el camino a una sucesora al mandatario nacional. Los números no mienten.

COLOFÓN: Las canas… ¡mandan! Por lo pronto.

alejandrodeanda@hotmail.com