José Eduardo Calzada Rovirosa es bien visto en el PRI y medianamente visto por el presidente Enrique Peña Nieto quien le reconoce su trabajo, pero no está entre sus afectos, como sí lo está Luis Videgaray. A Pepe Calzada los candados del PRI no le afectan: cumple con años de militancia y con puestos de elección popular. Y, sin embargo, ni es el candidato de Peña Nieto ni es el candidato de Manlio Fabio Beltrones, quien quiere arrebatarle la decisión metapolítica del “dedazo” a Los Pinos.

En la lucha por la sucesión, Pepe hasta ahora es un colado, un colado de lujo, pero un colado al fin y al cabo, como lo es, desde la aristocracia del poder, el secretario de Turismo, Enrique de la Madrid. Hay una regla tácita dentro del sistema político priista y es que los hijos de un expresidente no pueden ser presidente, tampoco los hijos adoptados, como Luis Donaldo Colosio lo fue de Carlos Salinas de Gortari.

En el sistema político mexicano, en el parentesco está el veto. Manuel Camacho Solís fue el hermano que nunca tuvo Carlos Salinas, pero no fue Candidato. Ernesto Zedillo, un tipo oscuro pero eficiente, llegó de rebote solo, rompió solo con el PRI y se fue solo. El voto útil de Jorge Castañeda le dio el triunfo a Vicente Fox y, sin embargo, Felipe Calderón siempre se consideró un “hijo desobediente”, más de Carlos Castillo Peraza que de Vicente. Y Felipe no pudo instalar a Ernesto Cordero y entonces, frente al “peligro para México”, optó por Peña Nieto.

El gran hermano de Peña Nieto (por afecto y también por vigilancia) es Videgaray, pero tal parece que a Luis ahora le pesa el poder y tal parece que ya no está dispuesto a jugar por la sucesión, por ser el abanderado priista. El Plan B, el secretario de Educación, Aurelio Nuño, ha incumplido con la condición de Peña Nieto que, dentro de su hipótesis (crear un Candidato en tres meses) ha fracasado. Aurelio le ha invertido cientos de millones de pesos a su promoción y en todas las encuestas su índice porcentual ronda los 5 puntos, si acaso le va excelente. Gastar en Nuño ha sido un error y su personaje no ha encontrado su narrativa. En principio mal con el PRI, ahora también mal con Peña Nieto. Si como precandidato Aurelio ha sido un error, ¿qué les esperaría a los priistas como Candidato?

Si existen vetos internos dentro del PRI (lo mejor que le puede pasar a José Antonio Meade es que asuma la titularidad del Banco de México), también hay vetos externos porque, ¿qué se pensaría en los Estados Unidos de la posible candidatura de Miguel Ángel Osorio Chong? Y José Narro, ¿es más leal a Peña Nieto o a Carlos Slim? En verdad, ¿no han evaluado la pertinencia de Narro a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México?

Pepe Calzada, para bien o para mal, ha amarrado la posibilidad de ser Candidato del PRI a la Presidencia de la República al Tratado de Libre Comercio: los resultados en materia agrícola lo catapultarán o lo sepultarán. Dice Pepe a Excélsior:

“Estoy muy tranquilo y yo quiero que las personas que lean el periódico, sepan con toda claridad que el secretario tiene la certeza de que será una buena renegociación, y que tengan confianza de que nos va a ir bien”.

Pepe le apuesta a la nueva modalidad de Donald Trump de aceptar jornaleros temporales, pero también a la enorme capacidad decisiva de los empresarios agrícolas estadounidenses que no están de acuerdo con las políticas proteccionistas de la nueva administración de Washington, eso acabaría con su negocio si México mira, en materia agroalimentaria, a Brasil, Argentina, China y la Península Arábiga.

Para Pepe las negociaciones agrícolas del TLC ya están cosechadas, demasiado optimismo porque la verdad la sabremos hasta después de la segunda semana de agosto. Por lo pronto, Calzada Rovirosa ya se coló entre los nombres de la sucesión o, al menos, de la Candidatura. ¿Caballo negro? ¿Caballo que alcanza? ¿O simple caballo de molienda para la anécdota política?